A propósito de una nueva conmemoración del día Internacional de la Mujer, podemos apreciar los avances que en términos de igualdad y derechos hemos alcanzado. Por cierto, aún queda mucho camino por delante, sin embargo, existe una visualización de las deudas pendientes y, en particular, en las diferencias que hay que considerar en el tratamiento de hombres y mujeres.
De esta forma podemos trabajar en reducir las discriminaciones y trabajar en la inclusión. Para ejemplificar lo anterior, podemos analizar lo que ocurre con las mujeres infractoras de ley. Si bien la ley goza con un principio que determina que se aplica con plena igualdad para todos/as, lo cierto es que es usual que sus efectos resulten diversos. Cuando una mujer queda sujeta a una medida de privación de libertad, el efecto sobrepasa la solo restricción de su libertad y dicha medida trasciende a su familia, y en especial a sus derechos de maternidad. Si ello, además lo extendemos a mujeres extranjeras, sometidas a prisión preventiva o derechamente condenadas, podemos apreciar que trae aparejada una doble carga.
Muchas de estas mujeres, en la mayoría de los casos, sino en todos, por profundos problemas económicos deben exponerse a realizar actividades ilícitas, ingresando a otro país y en algunos casos incluso ponen en riesgo su vida. La situación de investigarse el delito, la consecuente medida cautelar de privación de libertad que se puede aplicar, y finalmente, en caso que la misma sea declarada culpable, la condena, trae aparejada otra consecuencia crítica, cual es la desprotección de sus hijos menores, invisibles muchas veces dentro de la problemática judicial.
Aquella situación indudablemente pone una doble carga pues no sólo deben enfrentar en sí misma la situación de encierro y soledad, sino además sienten la angustia de no poder generar recursos para sus hijos, e indudablemente no brindar la protección hacia ellos que desearían.
Salvo excepciones, la regla general es que mujeres extranjeras que cometen delitos no comenten ilícitos violentos (robos, homicidio), sino que normalmente están ligados al tráfico ilícito estupefacientes, por cierto ocupando el último eslabón de esta cadena, el más expuesto y el de menor retribución económica.
Detrás de cada una de ellas se puede encontrar una historia de privaciones y además de doble angustia de estar en un país extranjero y alejado de sus hijos y familiares.
Loreto Flores Tapia
Defensora Regional de Antofagasta