La nueva exigencia es que las empresas que cuenten con más de 100 trabajadores tengan en su equipo laboral al menos el 1% de personas con algún tipo de discapacidad.
Y en nuestra región, que presenta faenas productivas complejas para este tipo de personas, se ha cumplido el desafío de ir contratando personas que veían con pocas esperanzas encontrar algún cupo para ejercer sus habilidades.
De un total de 518 personas contratadas, 243 fueron reclutadas en Calama, lo que es una buena señal para ir dando los espacios y la oportunidad para personas que presentan algún grado de discapacidad.
Estos contratos han sido registrados en la Dirección del Trabajo y esto da fe que es real y que aún pueden generarse más opciones para que personas con alguna dificultad motora o intelectual puedan acceder a trabajos que debieran desarrollar sin inconvenientes.
Aunque hasta ahora se ha hecho para cumplir la ley, lo importante será que en el futuro puedan cambiar los paradigmas y mirar esto no como una obligación, sino para construir un mundo más inclusivo y que dé oportunidades a todos por igual.
Este es un desafío que debemos asumir no como empresas, sino como sociedad con el fin de ir humanizando la vida, de acoger a los que no tienen las mismas condiciones que nosotros, de no prejuzgar anticipadamente, de no conmovernos solo el día de la Teletón, sino que todos los días mostrar empatía con aquellos que sólo piden una oportunidad.
Por su parte, las empresas y negocios deben prepararse para recibir a estas personas y acondicionar los lugares de trabajo. Ya no basta una rampa en el acceso del edificio, se requiere conciencia social para la inclusión.
Se están dando los primeros pasos de inclusión con esta nueva ley, pero en una provincia donde la discapacidad es alta, se requiere de acciones más intensas para poder percibir que hay cambios, que hay una mirada diferente hacia estas personas y que está la disposición y la apertura para acogerlos sin ningún tipo de discriminación.