El hombre que anotó los sonidos y silencios de un siglo
"Indeterminaciones" (Alquimia Ediciones) está editado con los apuntes que hizo el músico y compositor John Cage. Son frases, historias e imágenes llenas del humor y la sabiduría de este hijo de la historia.
Sobre su inclinación a la filosofía oriental hay una clara parábola: "Yo nunca me psicoanalicé. Voy a contar cómo sucedió. Siempre tuve un gran resentimiento con el psicoanálisis. Conocía el comentario de Rilke a un amigo suyo que quería que se psicoanalizara. Rilke dijo, 'Estoy seguro de que eliminará mis demonios, pero temo que ofendan a mis ángeles'. Cuando fui al analista para una especie de reunión preliminar me dijo 'Podré arreglarlo para que componga mucha más música de la que compone ahora'. Yo dije, '¡Dios santo! Ya compongo demasiada, me parece'. Esa promesa suya me desanimó. Y entonces justo a tiempo Gita Sarabhai llegó de la India. Ella estaba interesada en la influencia que la música occidental tenía en la música tradicional india, y decidió estudiar música occidental por seis meses con distintos profesores y después regresar a la India para hacer todo lo que pudiera por preservar las tradiciones indias. Estudió música contemporánea y contrapunto conmigo. Dijo, '¿Cuánto cobra?' Dije, 'Nada si usted me enseña sobre música india'. Pasamos casi todos los días juntos. Al final de los seis meses, justo antes de que se fuera, me regaló el Evangelio de Sri Ramakrishna. Me llevó un año terminar de leerlo".
La traducción y selección del volumen corre por cuenta del poeta trasandino Patricio Grinberg, quien confiesa que la figura de Cage como tal nunca le interesó. "Nunca me interesó John Cage como figura, digo por su peso, su influencia, su presencia en el arte de posguerra… aunque siempre me resultó fascinante el modo en que alguien que nació antes de la I Guerra Mundial y murió poco después de la caída del muro de Berlín haya atravesado el siglo XX, casi patinándolo, suavemente.
cage fue Pionero en usar de manera no estándar los instrumentos musicales.
"Indeterminaciones"
John Cage
Editorial Alquimia
198 páginas
$12.000
Por Amelia Carvallo A.
La escritura que practicó John Cage tomó la forma de su música: silencios, recuerdos, fábulas y azar. Por ejemplo, este recuerdo: "Una vez estaba de visita donde mi tía Marge. Ella estaba lavando ropa. Giró hacia mí y dijo, '¿Sabes? Yo amo esta máquina mucho más de lo que amo a tu tío Walter'". El instante está contenido en "Indeterminaciones", volumen que acaba de publicar Alquimia y que reúne textos provenientes de ensayos, diarios de vida y conferencias de este compositor y teórico musical.
BLACK MOUNTAIN COLLEGE
Fundado durante la Gran Depresión en Estados Unidos, el Black Mountain College fue una especie de refugio para la naciente contracultura de los años 30. Alemanes de la Bauhaus que huían del emergente nazismo también tuvieron allí su cobijo, al igual que John Cage -nacido en 1912 en Los Ángeles-que llegó con su novio, el coreógrafo y eximio bailarín Merce Cunnigham.
Por sus aulas y jardines circulaba gente como el arquitecto Walter Gropius, el pintor abstracto Willem de Kooning y el dramaturgo Thornton Wilder. En ese ambiente de ideas que bullían, Cage empezó a llevar a cabo sus primeros experimentos musicales que ya había empezado a desarrollar durante un viaje a Europa, donde completó su primera composición en la española ciudad de Mallorca.
En 1934 el recién exiliado Arnold Schönberg lo aceptó en Los Ángeles como pupilo. Es sabida la anécdota en la cual el maestro le recomendó, luego de dos años de estudio, que no dedicara su vida a la música porque no sabía nada de armonía. Los años 40 los pasó en Nueva York, profundizando en sus ejercicios sonoros, su pintura y escritura.
Como buen hijo del siglo XX, tomó inspiración de los dadaístas y los formalistas rusos, tuvo contacto con gente tan sobresaliente como Marcel Duchamp, James Joyce y Antonin Artaud, además de cimentar una larga amistad con el pintor Robert Rauschenberg.
En una segunda estadía en Black Mountain College, en 1952, creó lo que hoy conocemos como "happening", una performance dispersa y renuente a lo lineal, donde los parámetros que entrega en I-Ching era la base de su método de composición mientras sus amigos leían poesía, pintaban y danzaban. Su pieza más radical y célebre, 4'33", es una composición silente en tres movimientos para piano, una obra que nunca es igual en su reproducción que empezó a delinear en 1948 bajo el nombre de "Plegaria Silenciosa". Con cuatro minutos y medio de silencio Cage mostraba que el silencio es imposible y cada ejecución de esta pieza estaba llena de sonidos intencionados y no.
TRADUCIENDO A CAGE
-¿Cómo llegó a él, entonces?
-Por pura deriva adolescente. Pasé muy rápido del punk, al jazz, al freejazz, a la música contemporánea… Lo primero que leí fueron notas en el booklet de un CD que ya no recuerdo cuál era, donde explicaba que su arte debía pensarse antes que nada como modos de interrogación. Contaba una anécdota hermosa donde Schönberg le pide que resuelva un problema de armonía. Cage le da todas las soluciones posibles y Schönberg le dice que falta una última solución: encontrar el denominador común a todas esas soluciones. Pasó años tratando de responder eso, hasta que descubrió que todas las soluciones partían siempre de un mismo punto: el intento de responder al problema. De alguna forma desde la primera vez que decidió usar el azar para componer, decidió renunciar a decidir, a responder, intentó asumir el arte simplemente como pregunta.
-¿Con los años qué es lo que más le seduce de su obra?
-Plantearse la búsqueda artística como una ética.
-Hay harto humor en "Indeterminaciones".
-Esa es la esencia de su arte, su ética intencionalmente infantil. Cage sólo prueba, tantea el mundo, ríe, pregunta, juega.
- Cómo sorteó el orden de los textos en el libro
- Una tarde de verano, dibujando con mi hijo en el piso del patio. Había hecho una cuadrícula con todos los textos numerados e intentaba decidir cómo ordenarlos. De pronto mi hijo arrojo una bolita con tinta que marcó algunos de los números. Todo lo demás fue dejarlo seguir y seguir el camino que trazaban sobre el papel las hormigas que mi hijo juntaba.
Archivo