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"Largo pétalo de mar"

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El soldadito era de la Quinta del Biberón, la leva de niños reclutados cuando ya no quedaban hombres jóvenes ni viejos para la guerra. Víctor Dalmau lo recibió junto a otros heridos que sacaron del vagón de carga sin mucha consideración, porque había prisa, y tendieron como leños en esterillas sobre el piso de cemento y piedra de la estación del Norte, en espera de otros vehículos para llevarlos a los centros hospitalarios del Ejército del Este. Estaba inerte, con la expresión tranquila de quien ha visto a los ángeles y ya nada teme. Quién sabe cuántos días llevaba zarandeado de una camilla a otra, de una posta de campaña a otra, de una ambulancia a otra, hasta llegar a Cataluña en ese tren. En la estación, varios médicos, sanitarios y enfermeras recibían a los soldados, mandaban de inmediato a los más graves al hospital y clasificaban al resto según dónde estaban heridos -grupo A los brazos, B las piernas, C la cabeza, y así seguía el alfabeto- y los enviaban con un cartel al cuello al lugar correspondiente. Los heridos llegaban por centenares; había que diagnosticar y decidir en cuestión de minutos, pero el tumulto y la confusión eran sólo aparentes. Nadie quedaba sin atención, nadie se perdía. Los de cirugía iban al antiguo edificio de Sant Andreu en Manresa, los que requerían tratamiento se mandaban a otros centros y a algunos más valía dejarlos donde estaban, porque nada se podía hacer para salvarlos. Las voluntarias les mojaban los labios, les hablaban bajito y los acunaban como si fueran sus hijos, sabiendo que en otra parte habría otra mujer sosteniendo a su hijo o a su hermano. Más tarde los camilleros se los llevarían al depósito de cadáveres. El soldadito tenía un agujero en el pecho y el médico, después de examinarlo someramente sin encontrarle el pulso, determinó que estaba más allá de cualquier socorro, que ya no necesitaba morfina ni consuelo. En el frente le habían tapado la herida con un trapo, se la habían protegido con un plato de latón invertido para evitar el roce y le habían envuelto el torso con un vendaje, pero de eso hacía varias horas o varios días o varios trenes, imposible saberlo.

Dalmau estaba allí para secundar a los médicos; su deber era obedecer la orden de dejar al chico y dedicarse al siguiente, pero pensó que si ese niño había sobrevivido a la conmoción, la hemorragia y el traslado para llegar hasta ese andén de la estación, debía de tener muchas ganas de vivir y era una lástima que se hubiera rendido ante la muerte en el último momento. Retiró cuidadosamente los trapos y comprobó asombrado que la herida estaba abierta y tan limpia como si se la hubieran pintado en el pecho. No pudo explicarse cómo destrozó el impacto las costillas y parte del esternón sin pulverizar el corazón. En los casi tres años de práctica en la Guerra Civil de España, primero en los frentes de Madrid y Teruel, y después en el hospital de evacuación, en Manresa, Víctor Dalmau creía haber visto de todo y haberse inmunizado contra el sufrimiento ajeno, pero nunca había visto un corazón vivo. Fascinado, presenció los últimos latidos, cada vez más lentos y esporádicos, hasta que se detuvieron del todo y el soldadito terminó de expirar sin un suspiro. Por un breve instante Dalmau se quedó inmóvil, contemplando el hueco rojo donde ya nada latía. Entre todos los recuerdos de la guerra, ese sería el más pertinaz y recurrente: aquel niño de quince o dieciséis años, todavía imberbe, sucio de batalla y de sangre seca, tendido en una esterilla con el corazón al aire. Nunca pudo explicarse por qué introdujo tres dedos de la mano derecha en la espantosa herida, rodeó el órgano y apretó varias veces, rítmicamente, con la mayor calma y naturalidad, durante un tiempo imposible de recordar, tal vez treinta segundos, tal vez una eternidad. Y entonces sintió que el corazón revivía entre sus dedos, primero con un temblor casi imperceptible y pronto con vigor y regularidad.

Isabel Allende

Editorial Sudamericana

384 páginas

$15.000

Guerra y éxodo

Extracto del libro "Largo Pétalo de Mar"

"Comprobó asombrado que la herida estaba abierta y tan limpia como si se la hubieran pintado en el pecho".

Isabel Allende:"Estoy enamorada como cabra chica"

Esta semana la escritora más exitosa de Chile habló de su corazón mientras presentaba su novela número 23. "Ese largo pétalo de mar" (Sudamericana) está inspirada en la hazaña del Winnipeg en plena Guerra Civil Española (1936-1939). Y los protagonistas están basados en personas de carne y hueso.
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Los libros de la escritora chilena han vendido 65 millones de copias en 35 idiomas.

Isabel Allende es la escritora que vende más libros en español en el mundo. Y escribe porque es su "oxígeno". A sus 76 años se declara nuevamente enamorada: está a punto de casarse con el abogado Roger Cukras, "un gringo medio polaco" que se mudó a vivir con ella a una casa playera en California luego de cartearse vía correo electrónico.

la periodista mónica rincón entrevistó a isabel allende en el lanzamiento de la novela en el GAM.

Actualmente la escritora vive en california, en una cabaña junto al mar.

Por Amelia Carvallo

Ya planean la boda. Y mientras la escritora da esta entrevista, durante la visita que hizo a Chile esta semana para promocionar "Ese largo pétalo de mar", (Sudamericana) Roger compra artesanías en Los Domínicos, en Santiago.

Isabel ya le mostró el desierto de Atacama en el norte y la isla de Chiloé por el sur. Para coronar la guinda, lo llevará a la Antártica. Detrás de ambos, la perra Dulce, una quiltra de seis años, que ahora lo ama más a él que a ella.

-¿Por qué?

- Porque es una desleal

-¿Cómo se siente de polola?

-Estoy enamorada como cabra chica. A la edad mía ser polola es un mérito. Ya hemos vivido juntos por año y medio y nos conocemos hace tres. ¿Para qué seguir esperando? Nos casaremos en julio, muy privadamente, junto a nuestros hijos.

-¿Cómo ha sido convivir?

-Fácil a pesar de que vivo en una casa minúscula. Es como una cabaña en la playa con un solo dormitorio, pero claro que tiene dos clósets y dos baños, lo que es muy bueno.

-Cada vez hay más octogenarios, nonagenarios y hasta personas que llegan a los cien años. ¿Cómo ve la longevidad?

-Con verdadero terror y espanto (risas). No quiero vivir más allá de lo que me corresponde, de mi propia independencia, mientras yo pueda manejarme sola está bien, pero si pierdo la cabeza y ya no me puedo mover y quedo totalmente dependiente como llegó a ser mi madre, no quiero vivirlo.

-Y la sabiduría ¿dónde queda?

No es cierto que los viejos son sabios. Los viejos son imposibles la mayor parte de ellos, la sabiduría de la vejez es un cuento. Uno no se pone sabio porque envejece, uno se pone sabio porque es sabio de antes, con la vejez te pones más de lo que siempre fuiste. Si fuiste un pobre diablo vas a ser más pobre diablo, y viejo. Si quieres ser viejo sabio empieza como a los 50 a prepararte.

LA NOVELA DEL WINNIPEG

Vista desde las asombrosas cámaras de Google Earth que apuntan a Chile, la rompiente de las olas del Pacífico parece un "largo pétalo de mar". Ese verso de Pablo Neruda usó Isabel Allende para titular su novela número 23, la última de una fructífera trayectoria literaria premiada el año pasado con el National Book Award y el 2014 con la Medalla de la Libertad, otorgada por Barak Obama.

La historia sigue los pasos del joven médico Víctor Dalmau y su amiga pianista Roser Bruguera. La trama parte en los últimos días del asedio a Barcelona, cercados por el fuego enemigo y el hambre. Sigue con la huida por los Pirineos hacia Francia, resistiendo como deportados que finalmente consiguen un boleto a Chile, una tierra lejana y desconocida donde echarán raíces, aunque la posibilidad de nuevos destierros los acorrale.

"Estoy muy metida con el tema de los refugiados", dice la autora que lidera una fundación que acoge principalmente a niños y mujeres de alto riesgo. Son personas que naufragan en la frontera entre México y Estados Unidos tras la búsqueda de asilo.

"Si logran pasar ilegalmente, al tiro se entregan y separan a las familias, deportan a los padres y los niños van a parar a unas jaulas, la situación es inhumana. Como eso está en el aire, más todo el tema de los refugiados e inmigrantes en Europa, mis últimas tres novelas tratan sobre el desarraigo", explica Isabel Allende.

Sobre la proeza que logró en agosto de 1939 Pablo Neruda al fletar rumbo a Valparaíso un barco con 2.200 exiliados españoles supo algo de niña, pero fue en su propio exilio en Venezuela cuando tuvo más cercanía con testimonios vivos. Uno de ellos fue Víctor Pey, ingeniero y amigo de Salvador Allende, que llegó en el Winnipeg y pasó 30 años en Chile donde formó familia hasta que en 1973 se fue nuevamente.

"Es una historia que me había propuesto desde hace un tiempo contarla, porque es una historia de refugiados que termina bien. En general la gente que busca asilo lo pasa pésimo, son mal acogidos y tienen que confrontar la hostilidad del país al que llegan; no fue el caso de la gente del Winnipeg que llamó a la nave 'El barco de la esperanza', porque los alejaba del horror de la guerra y los traía a una posible tierra donde iban a poder establecerse, pero nunca esperaron el recibimiento de brazos abiertos que tuvieron".

Numerosos correos electrónicos entre ella y Pey le sirvieron para saber detalles de aquellos convulsos días: "Le preguntaba cosas muy puntuales y él recordaba muy bien esa época, estaba totalmente lúcido".

-¿Qué tan parecidos son Víctor Pey y Víctor Dalmau?

-Se parecen mucho en el carácter. Ahora bien, Víctor Pey era ingeniero y mi personaje es médico, rasgos que tomé de otra persona que conocí, el médico chileno Arturo Jirón. El personaje de Roser Bruguera está basado en la pianista Diana Pey, hermana de Víctor quien fue decana de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y que falleció el año 1988 en Miami.

una historia actual

"Esta una historia reciente, las heridas de la guerra civil todavía están en muchas familias", dijo Isabel Allende en la presentación de su libro.

-¿Qué le parecen los recientes brotes de franquismo?

-Hay brotes en todas partes. Y a mí me parece peligroso porque comienza de a poco y va creciendo. Se establece una especie de paranoia colectiva y el fascismo tiene ahí su oportunidad. Para quienes amamos la democracia en todas sus formas, es un peligro real.

-¿Lo autoritario se alimenta de retóricas racistas?

-Y de meterle miedo a la gente, de excluir gente y tener alguien que pague el pato. El judío en el caso del Holocausto en Alemania, los "rojos" en el caso del Winnipeg, los latinos en Estados Unidos, y así suma y sigue.

EL CARGAMENTO

A diferencia de otras olas de inmigrantes que viven la marginalización y forman guetos, para Isabel Allende los del Winnipeg se integraron muy bien a la sociedad chilena y pudieron hacer un aporte mucho mayor del que recibieron.

-¿Cómo fue la selección que hizo Neruda de los tripulantes?

-Tenía orden de llevar obreros que pudieran enseñar sus oficios, pero como buen poeta tenía puros amigos intelectuales y artistas. Llegó sin un peso a la legación chilena en Francia donde eran todos conservadores y no querían saber nada de los migrantes ni de Neruda, quien dice en sus memorias que eran unos 'facinerosos de derecha'. Igual consiguió el dinero con diferentes organizaciones europeas, compró el Winnipeg y lo acondicionó para el viaje. Le habían dicho: 'no traiga gente con ideas', no querían que nadie revolviera el gallinero, pero Neruda menos mal que no hizo caso porque esa gente hizo un aporte extraordinario a Chile.

Y aunque llegaron a un país en crisis económica y con alta cesantía, donde el salitre expiraba como fuente de riqueza y recién azotado por un terremoto, la mayoría de las personas recibió a los exiliados muy cálidamente. "Hay más solidaridad cuando hay crisis, en Chile sobre todo, nosotros nunca somos mejores que cuando hay una catástrofe".

-Cuénteme del personaje de Juana Nancucheo. Y de otra nanas sabias que pueblan sus libros.

-Hay muchos ejemplos de eso. Tuve una nana que fue Juana Riquelme, casi una segunda madre que adoré. A mis padres los acompañó durante 41 años una persona extraordinaria, Berta Beltrán, la mujer más inteligente, con más sentido común, la más bondadosa y clara que conozco. Y mucho más hija de mis padres que todos sus hijos juntos. Está viva y está joven, tiene 70 años, anda ahora con Roger en Los Dominicos comprando artesanía. Ella es mi hermana, chateamos como locas a diario.

Aunque Isabel Allende dice que nunca romperá el lazo afectivo que la une a Chile, ve difícil radicarse en el país porque su hijo y sus nietos, así como su fundación y futuro esposo están en California. "Neruda decía que él era un desterrado, yo no me siento desterrada, pero me siento extranjera en todos lados y creo que no es malo para un escritor porque me obliga a observar, a escuchar, a estar más atenta que cuando uno está muy cómodo en un lugar y todo lo da por sentado. Así que me acostumbrado a esto. Cuando me preguntan de dónde soy, digo 'chilena' pero no sé por qué. He vivido poco en Chile, ¿será que las raíces de la infancia son tan importantes?".

"Estoy enamorada como cabra chica. A la edad mía ser polola es un mérito. (...) ¿Para qué esperar? Nos casaremos en julio".

Lori Barra

"Uno no se pone sabio porque envejece, uno se pone sabio porque es sabio de antes, con la vejez te pones más de lo que siempre fuiste".

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