Si bien el contrabando de mercaderías, como el tabaco, no es un delito nuevo, sus características actuales si lo son. Las tentadoras ganancias y las bajas penas que arriesgan quienes sean sorprendidos, ha desatado su comisión que pasó del ingreso ilícito de una bolsa matutera a grandes cargamentos en camiones de alto tonelaje.
De hecho en lo que va del año las estadísticas aportan que se han decomisado 707 mil 401 cajetillas, incautado 44 vehículos (camiones, tracto-camiones y camionetas), todo avaluado en cerca de 8 mil millones de pesos.
La cifra es estratosférica y explica el explosivo crecimiento, porque es una mercadería que en el mercado negro del comercio callejero y ferias libres se vende con facilidad. Al evadir el impuesto, que en nuestro país es alto para el tabaco, lo pone en las calles a un precio que facilita su rápida salida.
Al ser un negocio tentador son cada día más las mafias que se entusiasman en embarcarse en este tráfico ilegal y destinan recursos y logística. Y esto tarde o temprano terminará en luchas territoriales por el dominio de las rutas, pudiendo desencadenar enfrentamientos armados.
No hay que olvidar que ya se conoce del caso de un ataque a mano armada a quienes intentaban ingresar cigarrillos de contrabando. Se desconoce si fue una vendetta o un asalto, pero en el desenlace hubo una víctima fatal.
Es decir, las carreteras pueden volverse inseguras debido a la expansión de un delito que hasta hoy afecta directamente a las tabacaleras y al Estado por la evasión de impuestos, pero que puede salpicar a la comunidad con insospechadas consecuencias.
Una realidad que se puede acrecentar si es que cada vez se suman más interesados en involucrarse en este sistema ilegal.
Por ende, el aumento de las sanciones que promueven legisladores podría ser el freno que se requiere para que este ilícito no llegue a niveles incontrolables y transforme las rutas nortinas en un campo de batalla de las mafias. Es el momento de poner un alto y evitar consecuencias que pueden ser trágicas.