Hoy en día, ser joven no es tan fácil, en un mundo competitivo y donde se requiere de un buen número de habilidades para poder hacer frente a los desafíos actuales.
En el país, tenemos 4,2 millones de jóvenes que según las encuestas el 85% se declara feliz, pero que de este total, el 15 está desempleado y un 42% no trabaja ni busca empleo, versus un 23% que trabaja y estudia a la vez.
Y la realidad es que hay dificultades para entrar al trabajo, cuentan con escasa protección ante los riesgos sanitarios que los afecta y participan menos en los procesos electorales, por un desencanto generalizado.
Frente a este escenario necesitamos abrir los espacios para que los jóvenes puedan participar y acceder a sus derechos para aprovechar sus capacidades.
Y para ello, se requiere que tengan oportunidades, sean capacitados, se les de un estímulo para seguir adelante.
Por este motivo, este año hemos organizado la segunda versión de los Líderes del Loa, dirigido al segmento joven de la provincia.
Y buscamos a aquellos que viven en el anonimato, pero que son vitales donde ejercen su voluntariado, emprendimiento o sus desafíos personales. Buscamos reconocer a aquellas personas que hacen grandes aportes en su entorno, en su comunidad, por su prójimo o por sus raíces.
Ellos trabajan para que el mundo sea mejor y al mismo tiempo aportan su creatividad, entusiasmo y fortaleza para emprender caminos mejores que nos lleven al desarrollo.
Ayer premiamos a 28 de esos jóvenes y reconocimos a ocho por sobresalir con su vocación de servicio, cuyas historias contamos en nuestro diario.
Debemos creer y depositar nuestra confianza en los jóvenes, pero además tenemos que entregarles las herramientas para que crezcan y avancen, junto con motivarlos a seguir, pese a la adversidades; porque solo así podrán alcanzar sus sueños y desafíos que persiguen como contar con una mejor provincia y dar una mejor calidad de vida a los loínos.