"Taguada": mito y resurrección de la poesía en décimas
El narrador oral y finalista del premio Clarín de novela, Andrés Montero, se adentró en el clásico duelo verbal entre el mulato Taguada y el patrón Javier de la Rosa.
En clave novela y usando versos en décimas, Andrés Montero recrea en "Taguada" uno de los mitos fundacionales de la tradición oral chilena, donde un patrón de fundo se enfrenta al mulato que da nombre a la historia.
"En la novela hay bastante de verdad. El contrapunto entre el mulato Taguada y don Javier de la Rosa dicen que pasó realmente. Hay varias fuentes que dicen que sí ocurrió y que no es solo una leyenda", afirmó el autor, quien comienza su relato con una anécdota infantil, donde el padre cuenta esta historia a los niños mientras va a dejarlos al colegio. Uno de esos pequeños era Montero.
"Mi papá me contó la historia cuando era muy chico. Y me la volví a encontrar cuando visité a Nicanor Parra en 2010 con un amigo. Fuimos a su casa sin avisar, sin siquiera saber si estaba. Llegamos y primero nos quería echar. Después nos dejó quedarnos cuando supo que mi amigo estaba estudiando para ser cura y eso le interesó: estuvimos tres horas hablando con él de Pablo Neruda, la muerte y entremedio apareció el contrapunto (el duelo mediante versos). Dijo que lo quería reescribir, cosa que nunca hizo. Cuando murió Parra, tomé la posta. No de reescribirlo, pero sí de revisar", explicó Montero.
En "Taguada" hay muchos personajes reales, "que los 'hago hablar'", explicó el autor. Por ejemplo está la folclorista Violeta Parra, la regenta Peta Basaure, el hacendado Javier Errázuriz y la bruja Micaela, parte de la mitología del Valle de Colchagua. Además, los versos que se dicen De la Rosa y Taguada a lo largo del duelo "están basados en lo que escribió Nicasio García, un poeta de fines del siglo XX que también aparece en la novela. Nunca vamos a saber si es verdad lo que se dijeron o son invenciones de ellos. Seguramente hay alguno por ahí que sobrevivió a la tradición oral, pero la mayoría son reescritura", contó Montero.
El relato en torno a "la pelea del siglo" de la poesía nacional también tiene pasajes contados en habla huasa, una variante del -para los extranjeros -indescifrable "español chileno" que sólo se aprende agudizando el oído. Recrear esta tonalidad "fue un esfuerzo más grande", reconoció el escritor finalista del premio Clarín de novela por "Tony Ninguno" (2014), "porque no era solo hablar como el huaso, sino como el huaso en su tiempo: don José Liguay, que también existió y la décima que aparece (en la novela) es de él, habla desde 1955, pero después el Ñato está hablando desde 1830. Tuve que investigar con distintos libros para tratar de reproducir lo más parecido posible el habla de los chilenos de 1830, ya fuera de un pije, un futre o un campesino".
En este escenario de casas de adobe y aguas de hierba para sanar los males, el diablo se encarna en ráfagas de viento incomprensibles o forasteros que aparecen y desaparecen. Montero explicó que el diablo "está presente en la mayoría de las historias de tradición oral, y (el filósofo) Gastón Soublette decía que, en el fondo, el diablo chileno no es el de la Biblia, sino un buen tipo, solo que es fresco; y cuando la gente en el campo dice que vio al diablo, no se está refiriendo a Satanás, sino que a un personaje que encarna lo que el chileno promedio siempre quiere: la posibilidad de ser rico de la noche a la mañana".
Canto a lo urbano
"Para ir hacia el pasado / voy a inventarme un camino / que vaya por donde vino / la historia que yo he escuchado": con estos versos el autor presenta la primera parte de "Taguada", agregando más adelante que "mi tío Antonio se dedicaba a ir a los campos a escuchar a los puetas" (sic). Montero actualmente es el director de la escuela de literatura y oralidad Casa Contada, en donde se dan talleres de escritura y narración oral. Además es fundador de la compañía La Matrioska, donde viaja por todo el país "contando historias, leyendas, cuentos de Pedro Urdemales".
"Hay un resurgir del canto a lo poeta, que incluye el canto a lo divino (Dios, el mundo sacro) y el a lo humano (las cosas que nos rodean, la naturaleza). En la ciudad, se definen como cantores a lo urbano", explicó el narrador, agregando que sus jóvenes cultores "no vienen del campo" y se reúnen en torno a la Universidad de Santiago (Usach).
La española Rosalía, que en sus canciones mezcla flamenco y trap, hace pocos días fue portada de la revista de The New York Times, prestigioso diario estadounidense que no titubeó al llamarla "megaestrella" en el título del texto donde relata su camino a la fama mundial, iniciado en la adolescencia, cuando escuchaba el tradicional zapateo español en las calles de Barcelona. Hija de su época, Rosalía mezcló este ritmo con trap, una variante más sensual del hiphop, para relatar en su disco debut -"El mal querer" -el amor tóxico de la novela anónima "La flamenca", publicada en el siglo XIII.
La neo novísima historia del contrapunto chileno "es un poco parecido" a lo de la cantante española, afirmó el autor de "Taguada", debido a que los payadores de hoy "se han tratado de vincular, por ejemplo, con los raperos. Ya se está hablando de la hiphopaya, porque en el fondo es lo mismo. A lo mejor los cabros más jóvenes no conocen la paya o la décima, pero sí están rapeando. Están haciendo lo mismo (que el mulato Taguada y don Javier de la Rosa): están instalando una idea a través de la rima y las palabras".
Sin embargo, reconoce Montero, este revival de los primeros versos nacionales "todavía no logra permear a la población en general. No está metido en las escuelas, no se enseña la poesía popular y eso me llama la atención. Porque si hay algo de lo que Chile debería sentirse orgulloso, en términos culturales, es del canto a lo poeta. Escribir 'Taguada' es mi forma de aportar a que esto se conozca y se valore".
La historia que inspiró este libro se la contó el padre del autor cuando éste era un niño.
"Taguada"
Andrés Montero
Sudamericana
192 páginas
P. V. P. $ 12.000
Por Valeria Barahona.
Lorena Palavecino/Penguin Random House