Sin temores ni respeto
Mucho se ha hablado que la juventud actual y los adultos jóvenes son una generación que creció lejos de la represión de la Dictadura y por ende cuando se manifiesta lo hace sin temores. Saben que la manifestación pacífica es un derecho consagrado y que no se le puede reprimir. Pero también saben que la represión lejos de ser como antaño no puede excederse, debe respetar los Derechos Humanos y apegarse a un estricto protocolo de acción.
En las constantes manifestaciones pude ver a mucha gente luchando y protestando enérgica, pero pacíficamente y hubo grupos más grandes de lo que creemos que optaron por la violencia y la destrucción. Según los datos de tribunales son en mayoría jóvenes con irreprochable conducta anterior en cuanto a la comisión de delitos, pero que escucharon el llamado de la destrucción y lo aplicaron.
Es conocido que delincuentes organizados y grupos anarquistas se preparaban con antelación para actuar en esos momentos.
Es que son jóvenes que "ya no tienen miedo" se repetía entre los adultos, pero yo agregaría que no tienen temores ni respeto por nada y de ello también es responsable la sociedad.
Muchos de ellos niños que se criaron solos o con sus hermanos mayores. Sus padres, quizás por el mismo sentimiento de culpa de no estar con ellos por culpa del trabajo, consentían sus caprichos y no eran capaces de imponer autoridad mediante la enseñanza y la entrega de valores.
Esos mismos niños salían de sus casas e iban al colegio a estudiar, pero tampoco respetaban al profesor, con suerte al director. Sienten un desprecio la autoridad y son proclives a la autodeterminación.
Y es que el actual sistema económico no sólo permeó nuestra sociedad e hizo flaquear a nuestras instituciones más sólidas, llegó hasta su núcleo y desmembró a la familia. Obligó a descomponerla y eso fue el fin del buen trato y una mejor convivencia. Lo más triste es que creo que ya no hay tiempo para una reconstitución.
Cristián Valladares Quiroga
Amor a la patria
A los mapuches desde niños, nuestros padres nos inculcaron la honradez, amor y protección a la naturaleza; trabajar a diario en la madre tierra, así ella, nos da lo necesario para subsistir y compartir. Amar la patria, es como honrar a nuestros padres, velando para que todos podamos vivir en un ambiente que nos ayude a crecer como persona. Se nos habla de justicia y paz; esto se logra en verdad, respetando la dignidad de las personas, anhelo que todos queremos. En las protestas multitudinarias, los ciudadanos manifestaron sus necesidades más urgentes en cientos de carteles. Lamentablemente, el gobierno, parlamentarios, políticos y autoridades, lejanos a las inquietudes y preocupaciones de la población, no escucharon ni comprendieron los "signos de los tiempos", con las consecuencias ya conocidas. Ahora, concretado el acuerdo por una nueva constitución; que la justicia, la paz y verdad se encuentren, para que le den prosperidad a nuestro pueblo. Los que participaron en actos de corrupción, afectaron a todos los chilenos, demostrando su falta de "amor a la patria". "El que construye su casa con dinero ajeno, recoge piedras para su mausoleo" (Eclesiástico 21, 8).
Derico Cofré Catril
Coincidencias
Días atrás participé de una asamblea en mi universidad. De los puntos a tratar, surgió la idea de instaurar una federación. Esta agarró vuelo y durante las siguientes tres horas no se habló de otra cosa.
Al finalizar, muchos estaban felices por ser parte de tan histórico momento, sin embargo, también pude oír a varios quejarse porque se dieron cuenta de que no se solucionaron ninguno de los problemas por las que realmente nos habíamos reunido. No pude evitar pensar en lo que se vivió a nivel nacional estos días.
Más allá de lo legítima o no que pueda ser la idea de cambiar la Constitución, se vendió esta atractiva propuesta como una suerte de "pack" para alcanzar el bienestar. No falta mucho para que la gente se dé cuenta que esto no fue más que un portazo en la cara de la agenda social, y que la fiesta de las mejoras y prosperidad a la que los habían invitado nunca existió de verdad.
Bárbara Haas
Una esperanza
Con el acuerdo logrado entre gobierno y oposición se abre una luz para nuestra patria que tanto ha sufrido. Cuando los seres humanos logran escucharse , entenderse y comprenderse, dejando de lado mezquindades ideológicas, se puede vivir en paz. Hoy Chile necesita soñar un nuevo camino con más justicia, con más equidad y tranquilidad para vivir.
Ojalá este sea el principio de una nueva vida para Chile, para heredar a nuestros hijos y a los hijos de ellos un porvenir de confianza y tranquilidad.
Arturo Goddard Bravo