Violencia
El daño ya está hecho. Ahora hay que reconstruir. La experiencia indica que lo que comenzó mal con los bombazos incendiarios que destruyeron el Metro terminó peor con los saqueos sin marchas. En ese período muchas personas comunes fueron utilizadas y muchos famosos quisieron hacer historia con su apoyo irrestricto al "estallido social". Ahora se sabe que los twiteros que más incentivaban las marchas eran corresponsales rusos , venezolanos, cubanos y el Canal de televisión estatal de Maduro. Está saliendo a la luz la participación de los narcotraficantes. Lo que pudo haber durado 1 semana lleva 6 semanas con el país en manos de vándalos y saqueadores que han destruido y robado todo lo que han podido. Más cierto que nunca : Nadie sabe para quién trabaja ni con quién trabaja.
José Luis Hernández Vidal
Violencia
Gracias al mal llamado "despertar del pueblo de Chile" que a través de reiteradas manifestaciones aspira a poner fin a las desigualdades y a los abusos de toda índole, se logró en forma contraproducente abrir las puertas de par en par a los delincuentes profesionales y no profesionales, y a grupos de familias de mala clase que han hecho lo que han querido, y que han confirmado al mundo entero que el "chileno" es ladrón por excelencia.
De yapa pedimos una mayor seguridad y más derechos humanos para que los delincuentes, los dañosos, las malas autoridades, los corruptos, y la gente de mentalidad sicopática que disfruta con la maldad hagan su agosto mirando lo que les deleita.
Manlio Rojas
Derechos humanos
Llama la atención que en las detalladas estadísticas que maneja el jefe regional del INDH, Fernando Martínez, expuestas en declaraciones vertidas en este prestigioso Diario, no estén incluidos los cientos de trabajadores que perdieron sus fuentes laborales producto de la barbarie de grupos de delincuentes que saquearon, destruyeron y quemaron comercios de nuestra zona.
Al parecer, los únicos que cuentan con DD.HH. son los que protestan y destruyen, no así los que trabajan y día a día luchan por llevar el sustento a sus familias. Triste es ver el panorama que presenta nuestro Puerto, otrora primero de Chile y Sudamérica, hoy sumido en destrucción, lamentos y suciedad.
Los dirigentes sindicales y de la denominada "mesa social" debieran razonar y decir basta ya de injusticia social, pero también de vandalismo y destrucción a la propiedad privada, principalmente de los que ellos dicen representar. Ya nada se puede hacer ante los hechos consumados, pero sí se puede llamar a la calma y a la razón para evitar seguir cuesta abajo en la rodada.
Leopoldo Medina L.
Barricadas
El diputado Gabriel Boric recientemente manifestó que las barricadas vendrían siendo una especie de expresión legítima de resistencia, validando así, una vez más, la violencia como forma de acción política.
Olvida el congresista que el término legitimidad implica necesariamente una cualidad acorde a un mandato legal, o como dicta la RAE, que algo este conforme a las leyes. Darle ese calificativo a fenómenos que afectan la libertad personal y seguridad de las personas, garantizadas en cualquier ordenamiento jurídico serio, en definitiva implicaría otorgarles una dignidad que claramente no tienen.
A todas luces, parece ser que el honorable ha perdido cualquier noción alguna de los derechos fundamentales que, en teoría, juró defender.
Nicolás Martins
La otra violencia
Desde hace más de un mes nuestro país ha vivido hechos de una violencia inusitada, que comenzaron con actos de connotación terrorista, seguidos de saqueos, incendios y agresiones a personas y a la fuerza pública. Pero hay también un tipo de violencia que ha pasado más desapercibida. Obstaculizar el tránsito y coaccionar a choferes a que bajen de sus vehículos a bailar es una forma de violencia que atenta en contra de la dignidad humana, que vulnera gravemente el derecho a la honra, la libertad de circulación y la integridad psíquica, y amenaza la integridad física y el derecho de propiedad. Esta práctica inventada por los nazis es violencia.
Por otra parte, se ha ido haciendo habitual la ocupación de espacios públicos para realizar manifestaciones, al punto que pareciera haberse asumido que, en la medida que sean pacíficas, son lícitas. Sin embargo, en todo país civilizado la libertad de reunión supone el respeto del derecho que todos tienen de usar dichos espacios y de desarrollar las actividades para las que están destinados. Por eso se exigen permisos especiales para realizar eventos masivos en esos lugares, los que se conceden ponderando diversos factores, como el grado de afectación de los derechos de los demás y la mantención del orden público.
José Ignacio Martínez Estay Profesor Universidad de los Andes