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Joaquín Trujillo y el estilo del autor del Código Civil

Las mil y una noches de Andrés Bello

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¿Por qué eliges a Andrés Bello?

-Porque es el personaje más universal de América. Fue admirado desde José Martí y Pablo Neruda hasta Menéndez y Pelayo. Además, su escritura se mezcla con las escrituras de las repúblicas en formación, de suerte tal que más que un autor, es un epónimo que abre inmensos campos de significación. Su actualidad está dada principalmente por la manera espléndida que propone para enfrentarse al llamado primer mundo, que no significa rechazarlo, sino que aprovecharse de él.


En resumen

Joaquín Trujillo Silva, abogado, académico y escritor, escribió "Andrés Bello: libertad, imperio, estilo" (Editorial Roneo), obra que cubre las diversas facetas del intelectual que participó junto a Bolívar en la hazaña independentista latinoamericana. Tras estudiar en la Biblioteca del Museo Británico llegó a nuestro país. Acá redactó el Código Civil y fundó la Universidad de Chile.

-¿Cuántos años trabajaste escribiendo sobre Andrés Bello?

-Este libro arrancó de una tesis de magister de doscientas páginas que se convirtió en uno de casi mil que hubo que acortar y cuyo proceso completo me tomó unos seis años. No hubo ninguna mala intención de mi parte, pero sí tuve la pretensión de erigir una especie de monolito literario que ayudase a custodiar los intereses de la Democracia y la República. "Lobelia" pertenece al mismo género: el de una epopeya imposible en nuestros tiempos, según el propio Bello.

¿En qué reconoces hoy el espíritu de Bello?

-Su espíritu dramatúrgico es abarcador y a la vez dividido. Es de un escepticismo que prefiere apostar a todos los caballos. Hay en esto algo ramplón y hasta mediocre, pero, curiosamente, es esta la garantía de la paz y eso tan desprestigiado que llamamos "civilización" y que duele cuando se la pierde. Por lo tanto, reconozco el espíritu de Bello en todo aquel o aquella que desconfía de la coherencia unilateral y, en cambio, busca la contradictoria perspectiva universal.

joaquín trujillo es académico e investigador del Centro de Estudios Públicos, CEP.

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"Star Wars: El ascenso de Skywalker": héroes y tumbas

Se estrena la última parte de la opereta espacial creada por George Lucas en el año 1977. Ahora, bajo el alero de Disney y el regreso a la dirección de un experto en éxitos audiovisuales J.J. Abrams.
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Hasta que no surja la idea de reactivar la saga de "Star Wars" con una nueva trilogía, "El ascenso de Skywalker" puede ser considerada oficialmente como el fin de lo que George Lucas inició en el año 1977. Esto, por supuesto, sin tomar en cuenta las producciones paralelas, como la serie "The Mandalorian", que seguirán brotando hasta que el negocio deje de ser rentable. Si esto no ha pasado en 42 años es porque Lucas fabricó una opereta espacial cargada de personajes llamativos, además de una historia tan universal como es la lucha de un grupo de rebeldes en contra de un poder siniestro y tiránico.

Un poco de contexto: las tres secuelas que componen el ciclo que comenzó en el 2015 con "El despertar de la fuerza" transcurren 30 años después de los acontecimientos de "El regreso del Jedi". Para Disney, compañía que compró la franquicia de Lucas, esta era una forma de conjugar el viejo imaginario con un mundo nuevo compuesto por una chica sin pasado llamada Rey, un Stormtropper desertor, un piloto y una agrupación conocida como Primera Orden, cuyo líder (Kylo Ren, interpretado por el cotizado Adam Driver) sigue los pasos de Darth Vader. Todo esto está, por supuesto, conectado a las viejas épicas que protagonizaran Luke Skywalker, la Princesa Leia, Han Solo, Chewbacca, C3PO y R2D2, entre otros personajes rescatados.

El director y productor J.J. Abrams ("Lost", "Super 8") inició la trilogía en 2015 con nostalgia y agradecimiento hasta que Rian Johnson, responsable de "Los últimos Jedi" (2017), se encargó de desafiar la tradición desapegándose del pasado. Ahora Abrams regresa a la dirección con una melancolía de clausura que cierra algunos cabos que quedaron intencionalmente sueltos en las entregas anteriores y que, como corresponde, homenajea a fantasmas del pasado que siguen pululando a través de las galaxias. No alcanza a ser spoiler pero ahora regresan Palpatine -el gran villano bajo las sombras- y Lando Calrissian, el amigo de Han Solo que le dio un toque de desfachatez Blaxploitation a "El imperio contraataca" y al "Regreso del Jedi".

En tiempos de narrativas hiperactivas, Abrams narra muchas cosas a un ritmo vertiginoso, lo que podría atentar en contra del tono reflexivo que requiere una obra de clausura. Cuando se posa sobre la calma -especialmente en las escenas que indagan en las dudas de Kylo Ren o en las búsquedas de Rey sobre su origen-, gana terreno mediante un lirismo dramático que la banda sonora de John Williams ayuda a potenciar. Así y todo, la apresurada "Star Wars: El ascenso de Skywalker" no está a la altura de lo que se espera de una obra de clausura, aunque sus últimos minutos valgan la entrada.

El director de esta tercera entrega del universo star wars es el mismo que dirigió lost, el cineasta j.j. abrams.


en resumen

"Star Wars: El ascenso de Skywalker" es el cierre de la tercera trilogía de la saga creada por George Lucas. La dirección corre por cuenta de J.J. Abrams.

Por Andrés Nazarala R

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