Con insistencia
"Lo que pasa es que en el amor se juega nuestra vida. Y ella es tan valiosa".
Cada cierto tiempo volvemos sobre el tema. Insistimos mucho de él. Lo que pasa es que la vida de cada uno de nosotros es demasiado importante y la apreciamos de tal manera que no podemos darnos el lujo de caminar tristes y desesperanzados. Ni siquiera podemos malgastar un minuto de esta urgente tarea que consiste en ser feliz.
Y si cada uno tiene que apelar a su experiencia personal sin dudarlo ni un instante asocia la felicidad con el tiempo del amor. Sonreímos, tenemos valor ante las dificultades, caminamos con decisión, sólo cuando somos amados y hemos podido corresponder a ese amor. Al contrario: se nos hace muy pesada la carga de esta vida, nos caemos de un modo reiterado y vergonzoso, cuando nuestro corazón se siente vacío y solo. En esto no hay diferencias de jerarquías. Nos sucede a todos por igual.
Lo que le gusta a esta vida es el amor. Y punto. Jesús nos dice "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Estas dos dimensiones del amor siempre son fundamentales:
Saber amarse a sí mismo es un principio clave de la sabiduría. El que no sabe amarse a sí mismo corre el riesgo de utilizar a los demás para llenar sus propios vacíos. El que no vive contento en su propia piel, va a caminar destilando a otros su amargura. El que no logra apreciar los dones con que fue bendecido, no va a tener la capacidad de admirar lo que poseen los demás. Hay un amor a sí mismo que es exactamente lo contrario al egoísmo. El egoísmo es voraz. El que se ama a sí mismo es capaz de donación y de entrega. Amarse con equilibrio y realismo es positivo y bueno. Y no hay que tener miedo de sentirlo.
Con semejante ternura con que nos amamos y tratamos, debemos aprender a tratar y amar a los demás. De alguna manera vivir es ir creando vínculos entre los seres humanos. Pero hay que aclarar algo: amar es una iniciativa que parte de nosotros mismos hacia los otros. No es lo que los demás nos producen en nuestro interior. Confundir esto puede tener consecuencias fatales. Amar es mi responsabilidad, mi decisión, mi tarea urgente. Siempre vamos a tener abierta por delante la posibilidad de amar. La fuente del amor es inagotable. Es una falacia afirmar: "Se me acabó el amor". El amor existe en nuestro interior con abundancia. De tal modo que hasta a "los enemigos" es posible amarlos y entenderlos.
Finalizamos este artículo, expresando lo siguiente: Lo que pasa es que en el amor se juega nuestra vida. Y ella es tan valiosa.
Arturo Mardones Segura,
Rotary Club Chuquicamata