Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Espectáculos
  • Clasificados
  • Servicios
  • Deportes
  • Contraportada

Cambios muy profundos

En pocos días avanzamos más en teletrabajo y educación a distancia que en varios años. Y así son muchos más ejemplos que veremos en adelante. La pandemia de coronavirus traerá alteraciones relevantes, algunas de las cuales ya son evidentes en nuestras prácticas y podrán tener mayor profundidad según cuánto impacten las sociedades.
E-mail Compartir

Los seres humanos somos un cúmulo de experiencias, un resumen del pasado, de costumbres que van en permanente cambio y transformación con el paso del tiempo y las modificaciones del ambiente que nos rodea. Las tradiciones, la cultura, entre otros, nos determinan, pero también está el libre albedrío y la toma de las posibilidades que se abren a cada instante, incluyendo -o en especial- en las crisis.

Todo está en permanente modificación y casi siempre, tales transformaciones son mucho más grandes que aquello esperado o presupuestado por nosotros. La capacidad de diseño y control nunca es infinita.

Así, por ejemplo, el tiempo cambió con la irrupción del automóvil, el avión, el correo electrónico y los medios satelitales; la salud no fue la misma tras el descubrimiento de los vectores que causan los males o la importancia de la higiene y, en consecuencia, de los procedimientos necesarios para evitar los problemas.

En tal perspectiva, la pandemia de coronavirus traerá alteraciones relevantes, algunas de las cuales ya son evidentes en nuestras prácticas y podrán tener mayor profundidad según cuánto impacten las sociedades.

Esto no solo está referido a lo económico, cosa que se hará más evidente con el paso de las semanas, sino a cuestiones de práctica cotidiana.

Mantener acciones de higiene personal recurrentes; posibilidad real de trabajar desde la casa; tener otras formas de entretenimiento; de consumir; de relacionarnos con el comercio y otras personas, son cuestiones que pueden normalizarse como hábitos.

Hoy, por ejemplo, el uso de internet se ha incrementado en función de que en esa alternativa están aplicaciones de todo tipo que permiten reemplazar prácticas como comprar o entretenernos.

Pero también habrá otros avances en control de los propios gobiernos que hoy pueden tener acceso a un control fino de cada una de las personas, usando las mismas herramientas que las personas usamos. Ello evidentemente exigirá bastante mesura por parte de los legisladores.

El mundo no es el mismo de 2019 y mañana no será el mismo de hoy.

La cuarentena es una medida de clase

"En la Región hay más de 7 mil familias en 79 campamentos que no pueden escoger si lavarse las manos o no".
E-mail Compartir

Hace 15 días hemos visto cómo la pandemia llamada COVID-19 se ha tomado la agenda, con la cual se ha decretado toque de queda a nivel nacional; cuarentena en algunas comunas de la Región Metropolitana y en otras regiones; cordones sanitarios y también hemos tenido que lamentar 5 personas fallecidas a la fecha.

Sin embargo, es preocupante la situación que viven muchas personas que no pueden dejar de trabajar; quienes atienden en los supermercados, vendedores ambulantes, trabajadores de la construcción y todos aquellos quienes son el soporte para darnos los servicios primarios. Porque es necesario decir que la cuarentena es una medida de clase, solo algunos privilegiados pueden "teletrabajar" y recibir un sueldo a fin de mes sin la incertidumbre de si contar con ese dinero o no.

Esta es la realidad que están viviendo miles de familias en nuestro país y aún más brutal… muchas de ellas no cuentan con agua ni electricidad, ¿se imaginan llegar a casa bajo esas condiciones y además estar en inminente riesgo de contagio? Hoy las familias de campamentos no cuentan con servicios básicos ni con una casa adecuada para poder cumplir con medidas de precaución, distanciamiento social e higiene para evitar el contagio del coronavirus. Y si bien esta pandemia no distingue a quién contagia, con esta emergencia sanitaria, una vez más, queda en evidencia la profunda desigualdad y gran vulnerabilidad que enfrentan miles de familias que viven en estos asentamientos. Lo que para unos es exclusión, para otros es un privilegio.

Por ejemplo, en la Región de Antofagasta, hay más de 7 mil familias en 79 campamentos que no pueden escoger si lavarse las manos o no porque dependen injustamente de camiones aljibes o de conexiones irregulares para abastecerse de agua potable. La urgencia es permanente, a menos que hagamos algo en conjunto para revertirlo.

Según el catastro de campamentos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Minvu, del 2019, el 92% de las familias de campamentos no cuenta con acceso formal a agua potable; casi el 20% vive en condiciones de hacinamiento, entonces, con esta información a disposición: ¿cuál es el plan del Estado para que esas familias puedan protegerse de esta pandemia?

¿Qué medidas se implementará desde el Ministerio de Salud y el Ministerio de Desarrollo Social para no lamentar muertes una vez más de las personas de los grupos más vulnerados de nuestro país?

Javier Cifuentes Silva

Director de TECHO-Chile en la Región de Antofagasta

Pestes de ayer y hoy

"Desde tiempos remotos la humanidad ha debido sortear pandemias como la que hoy vivimos".
E-mail Compartir

Las enfermedades causadas por pestes, forman parte de la historia de la humanidad, tomando un papel protagónico desde los primeros años de la civilización, destruyéndola produciendo miles de pérdidas y muertes. Ya se menciona en la Biblia y más tarde encontramos en Roma la plaga donde muere Marco Aurelio y miles de personas. Esto se desató tras el regreso de las tropas que combatieron en el Medio Oriente. Y si seguimos la historia aparecen nuevas plagas en el mundo y en Europa como: la peste negra en el siglo XVIII enfermedad terrible y desconocida sembrando la muerte; apareciendo en Iquique en 1899. Los médicos se protegían usando un abrigo revestido de ceras aromáticas, guantes de piel de cabra, sombrero con anteojos y una máscara con una nariz de 15 centímetros en forma de pico llena de 55 hierbas olorosas.

Agregamos pestes que han atacado a muchas personas aquí; como el tifus, sarampión, la viruela, tuberculosis, VIH, polio, y en el continente el cólera, ébola y distintas fiebres: la amarilla, asiática, española, rusa, gripes asiática, Sars-Co V -2 todas letales.

En nuestra región tuvimos en 1869 a Cobija invadida por la fiebre amarilla. En 1872 la viruela azotó a Antofagasta por las pésimas condiciones higiénicas: corrales desaseados y personas que llegaron contagiadas. Se abrió el servicio público del Lazareto y el Hospital del Salvador.

En 1911 San Pedro de Atacama se vistió de luto cuando murieron 80 menores de alfombrilla neumónica. En agosto fueron días de dramatismo lacerante, en El Loa cada día había muertes con la epidemia de viruela, 150 casos fueron derivados al Lazareto de Antofagasta, abriéndose en Calama el cementerio de los apestados al otro lado del río.

En 1912 revivió la fiebre amarilla en Tocopilla falleciendo un joven médico. En 1915 la tos convulsiva y 1917 la tuberculosis llegó con fuerza al norte. Al morir se exhumaban los muertos sin velorio ni funeral. Hoy cuando estábamos en una situación de relativo bienestar, ricos en el tiempo de viajes, con parientes de Australia escapando de Cusco; encerrados en mi casa; nos toca escribir como "La Peste" de Camus "la historia del coronavirus" , haciéndonos "frenar un poco el tren de la vida que teníamos creando miedo y pánico por doquier".

Es una enfermedad nueva que en poco tiempo cruzó fronteras atacando a pobres, ricos, príncipes, presidentes, ministros, médicos. Es un huésped que aparece como un virus fatal desconocido que tiene puntas en forma de corona. Se ignora su origen y su cura, quizás pertenece a una vieja familia de virus.

Mientras tanto enclaustrados nos informamos por Televisión como va la lucha con el virus alrededor del mundo.

Nancy Monterrey,

Escritora chuquicamatina