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Avances de la Ley de Discapacidad

Un 9,3% de la población adulta de la Región de Antofagasta se encuentra en situación de discapacidad, según estudios del Ministerio de Desarrollo Social y Senadis. Respecto del tramo etario de 18 a 44 años, un 15,9% se encuentra en situación de discapacidad; de 45 a 59 años un 27,7%, y un 56,4% de la población regional de 60 años y más años.
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Hace algunos días se cumplieron dos años desde que entró en vigencia la ley Nº 20.422, que estableció normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social y laboral de personas en situación de discapacidad.

La normativa modificó la legislación de 1994 y estableció que empresas públicas y privadas con más de 100 trabajadores, deben reservar el 1% para empleados en condición de discapacidad, o bien optando por alternativas como realizar donaciones o subcontratando personal. Asimismo, eliminó la disposición que establecía que se les pagaría un sueldo menor al mínimo.

Más de dos millones de chilenos tienen algún grado de discapacidad (el 9,3% de la población de nuestra región). La mitad tiene una disminución importante de su funcionalidad o graves dificultades para realizar autónomamente actividades esenciales de la vida cotidiana. Por ello, la ley promovió la cooperación público-privada, entendiendo que la discapacidad es un tema que afecta a toda la sociedad y que es por lo tanto deber de todos contribuir a superar las barreras que impiden o dificultan la plena integración de esas personas.

En lo fundamental, lo que ha pretendido esa legislación es facilitar la inclusión y la rehabilitación, agilizando los procesos de calificación y certificación de la discapacidad y ampliando el régimen de exenciones arancelarias para la importación de equipos, prótesis, medicamentos y un conjunto de otros elementos necesarios para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad.

Es cierto que hay avances, pero aún falta mucho. Las municipalidades han dispuesto rebajes de soleras en las esquinas, para el paso de las sillas de ruedas. Asimismo, los edificios de servicios públicos, edificios habitacionales y centros comerciales han construido accesos desnivelados, aunque son muchas las construcciones particulares que aún no los tienen.

Pero una normativa puede transformarse en letra muerta si no hay un compromiso cultural de la ciudadanía para incluir a ese importante segmento de la población, respetar sus derechos y darle las oportunidades necesarias.

La comunicación del COVID-19

"La idea fuerza de nuestra 'propaganda fide' en estos momentos debe ser: 'quédate en casa'".
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He estudiado por más de 20 años las teorías de la comunicación desde una mirada más bien efectista como lo hacen las escuelas norteamericanas refiriéndose a la producción de efectos deseados, y también visiones europeas más críticas (como la Escuela de Fráncfort, por ejemplo) que denuncian la manipulación que hacen los medios sobre la gente.

También he analizado con mis estudiantes el fracaso de campañas públicas comunicacionales y políticas sin encontrar mayores respuestas a lo que podría llamarse el éxito en la comunicación. El comportamiento del público ha sido una gran 'dolor de cabezas' para los estudios de marketing y publicidad también. La Escuela de Columbia, por ejemplo, llegó a la conclusión de la importancia de los grupos primarios (amigos, familiares, cercanos) en las conductas de compra y voluntad de votación política. Por su parte, Yale hizo hincapié en que el valor de un acto persuasivo estaba en un buen comunicador/a y la existencia de un mejor mensaje.

En el webinar de la semana pasada (09/04/2020), titulado "Crisis Communications & Empathetic Marketing", el especialista en comunicación estadounidense, Derek Danziger, planteó un punto de partida interesante: la diferenciación entre comunicación de crisis y comunicar en tiempos de crisis. En este sentido, nos preguntamos ¿cuáles debieran ser las recetas para comunicar adecuadamente sobre la pandemia del coronavirus?

En comunicación no hay recetas, la realidad nos golpea fuerte con efectos más bien no deseados, lo que el investigador canadiense René Jean Ravault llamó 'efecto boomerang' o perverso del comunicar, y lo que yo defino como 'ir por lana y salir trasquilado'. Ejemplos de un boomerang 'golpeando' de vuelta el rostro de personalidades públicas después de campañas o dichos requiere un análisis aparte. Por lo tanto, lo que recomiendan los/as expertos/as para 'comunicar en tiempos de crisis' es ser transparente para ser creíbles, estar seguro de lo que se dice a través de informarse bien, no sobre-comunicar o saturar con información a los/as usuarios/as, generar empatía y compasión en la gente, y repetir información.

En este último aspecto me quisiera detener, pues se piensa que la propaganda más exitosa de todos los tiempos es la que ha generado la Iglesia Católica, a propósito de Semana Santa. La propaganda Fide (o Fidei), nacida en 1622 de mano de los jesuitas, como Sacra Congregatio para la Difusión de la Fe o para la Evangelización de los Pueblos tuvo una única estrategia: implantar la fe católica entre los paganos y herejes, y ha sido exitosa por casi 398 años.

Claro, el 'lado oscuro' de la fuerza también ha hecho lo suyo, porque su táctica ha sido "El mejor truco realizado por el diablo fue convencer al mundo de que no existía y así… desaparecer" (Sospechosos habituales, 1995). Esperamos, entonces, que la gente se convenza de la gravedad de la crisis y desarrolle una conducta responsable consigo mismo y los/as otros/as.

Y la idea fuerza de nuestra 'propaganda fide' en estos momentos debe ser: "quédate en casa".

Dra. Francis Espinoza F.

Académica UCN

La falta de empatía: el virus sin vacuna

"He propuesto aumentar las penas a quienes incumplan la cuarentena obligada con cárcel".
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Hoy me arriesgo a decir que más del 90% de la información que circula en los medios, en redes sociales y en las conversaciones con los compañeros de trabajo, familiares o amigos, se refieren a la pandemia por coronavirus, respecto a sus consecuencias actuales y futuras.

El mundo se ha paralizado en el único tema posible: Covid19, el nuevo virus que por primera vez afecta a todo el planeta, desconocido y sin vacuna nos ha dejado expuestos y angustiados. En un intento de reaccionar de la mejor manera posible, la sociedad completa -desde la realidad de cada hogar- intenta paliar los efectos quedándose en casa, ayudando a sus vecinos, elaborando y compartiendo sus planes para hacer llevadera la cuarentena, sin saber cómo ser más útiles en el dolor y desamparo de muchos.

Esta semana sólo en Antofagasta se informaron 149 contagiados. Carabineros de Chile y en general las instituciones, están en la calle controlando las vías públicas y desplegando servicios. Por su parte, la FACH está preparada para trasladar respiradores e insumos donde sean necesarios. ¿Para qué vamos a hablar de los trabajadores y trabajadoras de la salud que entregan toda su energía para salvar vidas y vencer la curva? ¿Es necesario recordar otra vez la ardua labor de quienes salen a la calle y se encargan de nuestra alimentación, transporte, limpieza, etc, que nos proveen de cierta normalidad y así evitamos entrar en una espiral de pánico inútil e innecesario?

Sin embargo, vemos con dolor y preocupación que sólo el domingo pasado 65 personas no habían respetado la cuarentena y esta sólo es la cifra de un día en nuestra región, que si se multiplica en contagios, no es despreciable. A nivel nacional casi 2 mil personas retenidas.

De qué sirven todos los recursos y energías invertidas si incomprensiblemente hay personas que van acompañadas o en familia a realizar compras al mercado central de Antofagasta o a la feria de las pulgas de calle Pantaleón Cortés y algunos -ajenos al problema- se mezclan sin distancia, sin mascarillas, sin protección. De qué sirve todo el trabajo de un país completo cuando en redes sociales vemos grupos violentos atacando a Carabineros e incumpliendo el toque de queda.

He propuesto aumentar las penas a quienes incumplan la cuarentena obligada con cárcel y se han impuesto mayores multas, propuesta que ha encontrado buena acogida en el Gobierno y en los diputados de la Comisión de Constitución, quienes han puesto en tabla este proyecto y esperamos que se apruebe con urgencia. El virus de la falta de empatía no se puede curar por más medidas que tome el Gobierno, ni por más multas y más leyes impulsadas en el parlamento.

Juntos podemos vencer esta pandemia siempre y cuando estemos comprometidos con el mismo fin: salvar la vida de otro, probablemente la de un desconocido. Por eso es vital comprender y viralizar el #QuédateEnCasa.

José Miguel Castro,

Diputado de la República