Armando Chirveches
Era el año 1920 cuando hizo su aparición en Mejillones el escritor, político y pintor boliviano Armando Chirveches, exiliado y que permaneció un año en este puerto. Entonces escribió la novela "A la vera del mar", centenaria novela de Mejillones, la primera y casi única que vio la luz durante el siglo XX en este puerto. Es una pieza notable de la literatura local, ya que pincela un mundo del cual casi no hay referencias: el Mejillones de "los locos años 20". Tiene otro mérito singular: su protagonista femenina es una hermosa inglesa de "ojos verdes de mar", claro que no es rubia como la que cantó Gamelín sino colorina.
El libro está escrito desde una perspectiva tradicionalmente boliviana, con el reproche por la pérdida del mar. Su autor es un hombre de mundo, educado en Estados Unidos y en Europa, por lo cual no incurre en el discurso incendiario ni panfletario, sino se sitúa en una postura como por sobre los demás. El texto relata la historia de amor entre el ingeniero boliviano Félix Fernández de Oviedo y la inglesita Jenny Stopp. El primero alto funcionario del Ferrocarril que vive en los "chaleces" y ella hija del magnate salitrero que tiene en Mejillones sus instalaciones de embarque. Vive en un elegante galeón llamado "De Ros". Parece evidente que el embarcadero de salitre es "Buchanan Jones" y el "De Ros" nada menos que el "Chata Liffey".
En su relato Chirveches describe que donde hoy están los campings Codelco se hallaban antiguos cañones. También detalla que subiendo la ladera está el "Cementerio boliviano", donde aún en 1920 hay cruces. Exactamente en ese lugar se ubicó el "Cementerio de Grau".
Son muchas las referencias que entrega este libro. Habla de la Ley del Guano de 1842, del izamiento de la bandera chilena en el islote de Punta Angamos en 1846 y de la acción de la "Esmeralda" en 1847.
Armando Chirveches se marchó de Mejillones en 1920 con destino a Paris, donde publicó "A la vera del mar" en 1926. A los meses se quitó la vida producto de una depresión, por no dejar descendencia. Tenía 45 años. No obstante, en Mejillones cada vez cobra más fuerza su obra.
Wilfredo Santoro Cerda