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Contratos de clase mundial

"Los contratos del siglo XXI deben ser entendidos como el resultado del esfuerzo conjunto de las partes". Julio Cerna Sepúlveda, Empresario, director Asociación de Industriales de Antofagasta
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Lo mejor que puede pasarnos como empresas es adjudicarnos un contrato, obviamente, pasando las etapas del proceso: posibilidad de ser invitados a participar, estudio de antecedentes, visitas a terreno, presentación de oferta, consultas, aclaraciones, negociación, hasta llegar a la adjudicación. Es un complejo proceso, son las reglas del juego, las que se supone son las mismas para todos los competidores.

En columna anterior indicaba que muchas empresas quedan atrapadas en El Valle de Sísifo; es decir, en el trabajo esforzado pero inútil al final del día, pero ¿qué nos lleva a estas esperanzas frustradas cual ratones y niños seducidos por la música del flautista de Hamelin?

Varias razones explican esta realidad, pero un problema de base está en la general asimetría en los contratos y, muy en particular, en la siguiente cláusula referida al término anticipado del contrato: "La Empresa podrá dar por terminado el Contrato, en cualquier momento durante la vigencia, previo aviso por escrito al Contratista, sin expresión de causa alguna ni derecho a indemnización de ningún tipo para el Contratista".

Para las pymes esta cláusula no es negociable y, firmado el contrato, las partes no serán iguales en su relación comercial. La pyme estará expuesta al peligro de decisiones unilaterales que el cliente no necesita explicar, transformándose en una relación de naturaleza fáctica, donde el argumento puede ser cualquiera que le dé una pátina de legalidad, para que parezca que no es arbitrario, pero que en definitiva le dan el poder total del contrato, pudiendo llevar a un proveedor a la precarización continua por el miedo a la aplicación de la mentada cláusula.

Los contratos del siglo XXI debe ser entendidos como el resultado del esfuerzo conjunto de las partes y, el documento resultante no debería ser interpretado con mayor severidad en relación con una de las partes con respecto a la otra, solo así se pueden construir relaciones de largo plazo, mutuamente beneficiosas y empresas robustas.

"Llegaron a una gran montaña, y con una seña, esta se abrió mostrando un mundo lleno de juegos, dulces y felicidad eterna. Todos los niños corrieron, y cuando estuvieron dentro la montaña, esta se cerró atrapando a todos menos a uno, que usaba muletas y al caminar más lento se había quedado rezagado del resto. Aquel niño, al ver como desaparecían todos se escondió, y esperó a que el flautista se fuera. Tras esto, el niño regresó a Hamelin y contó todo lo ocurrido a los adultos. El pueblo acudió a la montaña con palas y picos intentando abrirla, pero por más esfuerzo que hicieron, no lo lograron". (Del cuento El Flautista de Hamelin)

Los contratos en una industria que pretende ser de clase mundial deben ser también de clase mundial.

Intoxicados de ideología

Cuando todo -cualquier cosa- termina en pugnas ideológicas, entre izquierda y derecha, deberíamos reconocer que estamos en un problema... Bastante grave. El bien común, la persona es la que debe estar en el centro. Hay cosas de la izquierda y otras de la derecha que funcionan bien, probemos, intentemos el encuentro. Marcar la diferencia no le sirve a nadie.
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Que la política es relevante, ha quedado más que claro en estos meses de crisis social y pandemia. Ciertamente la labor de quienes la ejecutan -buscar el bien común- es fundamental, sobre todo en momentos tan complicados como los que vivimos.

A saber, la conversación política enfrenta visiones ideológicas diversas con el fin de llegar a consensos básicos para el desarrollo futuro de la sociedad, evitando la violencia y el derramamiento de sangre en la búsqueda de ese objetivo.

Así hemos concluido que la democracia como sistema es una buena manera de resolver aquello, un espacio donde colisionen opciones diversas para que se imponga la mejor fundada. El diálogo entre gobierno y oposición es lo que termina mejorando las leyes que nos gobiernan y en consecuencia, los efectos positivos sobre la sociedad.

Sin embargo, Chile parece sobre excitado respecto de la construcción ideológica, al punto que parece convertirse en una nación intoxicada de lo mismo: de ideologías que pugnan en todos los frentes, los más insólitos, olvidándose del bien común, para solo buscar el poder.

Así no es extraño o raro (y ciertamente nefasto, habría que añadir) que incluso un fenómeno tan delicado como el COVID-19 se convierta en un campo de batalla entre unos y otros, donde no existe la colaboración, sino solo el enfrentamiento permanente.

Y aquello no es exclusivo de autoridades y parlamentarios, sino que parece estar enquistado en la sociedad nacional, cuestión aún más preocupante.

A Chile le ha hecho daño este exceso, el país parece cada vez más dividido entre buenos y malos y así difícilmente pueden conseguirse resultados.

Lo ideológico no puede hacerse primar, incluso sobre la vida, como algunos lo pretenden. La vida y sus misterios nos muestran una y otra vez que esta es mucho más grande y amplia que hipótesis y teorías.

La política es muy relevante, pero esta debe observarse y practicarse para avanzar, no para andar solo clavando banderas. El ser humano es el centro, no nuestras ideas y convicciones, por relevantes que nos parezcan.

Svetlana Stalin

Es necesario e inevitable nacer de nuevo, y esto es lo que logró Svetlana al bautizarse, nacer de nuevo mediante el bautismo. Sergio Lagos Luciano,, Pastor evangélico
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Hoy recordé un momento en el tiempo que leí hace mucho, relacionado con la hija de Iósif Stalin, el dictador ruso. Vino a mi zigzagueante memoria un flash de recuerdo. Sucedió, creo en 1962, Svetlana Stalin se bautizó en la Rusia marxista, en secreto en una pequeña iglesia cristiana en clandestinidad. La iglesia estaba prohibida.

Dudosa al ingresar al prohibido lugar, reveló titubeante, que era hija del dictador, temerosa que su presencia en aquel lugar ahuyentara a los escasos participantes, preguntó si por ser hija de Stalin podía bautizarse. Recordemos que Stalin ha sido uno de los más crueles dictadores de la humanidad, en el momento de la confesión de Svetlana, era de origen público las atrocidades que había cometido su padre, y pensó que por ser quien era, no podía ser bautizada.

El pastor que dirigía el grupo le respondió que Dios le amaba aunque fuera hija de Stalin. "Dios te ama aunque seas hija de Stalin" Al leer esta respuesta un estremecimiento recorrió mi cuerpo y alma entera, acrecentando mi más profunda esperanza y agradecimiento a Jesús por su inmedible sacrificio en la cruz. "Dios nos ama" Svetlana pensó que por la pesada herencia que cargaba, por los graves pecados de su padre, no era digna de obtener el perdón de Dios, su padre había exterminado a gran parte de su familia materna. Ignoro si perseveró en la fe de Jesús, sólo sé que años después protagonizó uno de los incidentes diplomáticos más graves, en plena guerra fría entre la ex Unión Soviética y Estados Unidos.

Svetlana Stalin había escapado de Rusia, y solicitado asilo político, terminando sus días en los Estados Unidos. No recuerdo exactamente, la historia de Svetlana, pero no olvidé las palabras del Pastor: "Dios te ama aunque seas hija de Stalin".

Lo que no olvido son las sagradas palabras de Jesús, en el evangelio de San Juan capítulo tres, es muy claro en enseñar que el bautismo es necesario, y que no tiene límites, nos revela una verdad que parece simple y sencilla de entender, pero la historia y la situación actual del mundo, nos muestra lo contrario. Jesús lo dice, es necesario e inevitable nacer de nuevo, y esto es lo que logró Svetlana al bautizarse, nacer de nuevo mediante el bautismo creyendo y confesando a Jesús como su Señor y Salvador.

Jesús nos aclara que el pecado que impide el perdón de Dios y la salvación no son los pecados y la forma torcida de vivir, o la herencia de maldición de nuestros antepasados, sino que lo que pierde al ser humano y que impide el perdón y de saborear en el alma, el indescriptible amor de Dios, es la falta de fe en Jesús.

No imagino mi rostro al pedir el bautismo, pero imagino el rostro de Svetlana en aquel lugar secreto y prohibido, confesando y bautizándose en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.