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Core financiará iniciativas para prevenir contagios

ANUNCIO. Fondo especial contará con $500 millones para las mejores ideas.
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El Consejo Regional (Core) destinó 500 millones de pesos para la creación de un Fondo de Iniciativas de Interés Regional que financie actividades de carácter social que ayuden a prevenir o mitigar riesgos de contagio, en especial entre la población más vulnerable.

Normalmente estos recursos eran destinados al Concurso de Medio Ambiente, pero este año, debido a la pandemia de coronavirus, se optó por darles este nuevo uso.

El consejero regional Ricardo Díaz, quien preside la Comisión de Salud y Medio Ambiente, explicó que la pandemia cambió las prioridades y por eso se optó por la redestinación.

Díaz invitó a las agrupaciones que normalmente postulaban al fondo a que esta vez piensen en cómo generar actividades que prevengan el contagio del COVID-19.

La Región de Antofagasta contará con tres instituciones, según cantidad de habitantes y fondos por comunas, que se encargarán de capacitar y entregar los elementos necesarios para ayudar a los habitantes a combatir y prevenir contagios del coronavirus.

Recursos

La consejera por la Provincia de El Loa, Sandra Pastenes, integrante de la Comisión de Salud y Medio Ambiente, precisó que es necesario adecuar el destino de los recursos para ir en ayuda de quienes no pueden auto protegerse.

"Si pedimos conductas adecuadas, tenemos que proporcionar los medios para esos efectos", manifestó.

En cuanto a la modalidad de distribución de estos recursos a nivel regional, la consejera manifestó que los 500 millones de pesos deberían repartirse según la cantidad de habitantes y necesidades que tenga cada comuna.

El consejero regional Atilio Narváez, comentó que esta iniciativa intenta ayudar a las personas vulnerables.

"Queremos brindar a las personas que más lo necesitan capacitaciones con profesionales del área de la salud, nutricionistas, etc., para que adquieran los conocimientos necesarios para el autocuidado. Pero obviamente eso no es suficiente, por lo mismo, además, de las capacitaciones, les daremos los implementos necesarios como vitaminas y alimentos especiales para que puedan reforzar el sistema inmune", anunció.

Podrán postular al fondo instituciones privadas sin fines de lucro y con dos años de vigencia. Las postulaciones deben realizarse vía carta dirigida al intendente Edgar Blanco, adjuntando todos los detalles.

"Mis hijos me echan cartas por debajo de la puerta"

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Iza Gómez es enfermera de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), del HRA, hace 16 años. Pese a vivir pandemias como el H1N1 (en 2008), dice que jamás pensó que podría experimentar una situación como la actual. Iza tienen tres hijos, de 5, 8 y 11 años, y son ellos su principal preocupación. Por eso, a los pocos días de la emergencia comenzó a organizar su casa, tomando las precauciones necesarias, aunque eso signifique, no estar en contacto con ellos ni con su esposo.

"Llegó un punto en que fue necesario plantearle a mi esposo lo que estaba sucediendo y que lo mejor que podía hacer era separarme de ellos. Así que organizamos todo y me aislé en mi habitación. Esto ha sido lo más difícil, anexo a la carga emocional que nos ha traído como funcionarios. Todo es complicado, hacer las tareas, explicarles todo desde lejos a mis hijos. Los extraño y los necesito mucho. Extraño el beso de buenas noches y el de buenos días, extraño abrazarlos, y sobre todo, siento una angustia enorme cuando escucho a mi hija más pequeña llorar en la puerta porque quiere abrazarme, que me extraña. Me echan cartas por debajo de la puerta, donde dicen todo lo que me aman y extrañan".

Iza emocionada pide a las personas entender "lo grave que es esto". Agrega que es necesario tomar consciencia de lo está pasando y respetar la cuarentena. No exponerse.

"Quise seguir esta carrera para poder ayudar"

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La kinesióloga Yasna Ibacache lleva seis años trabajando en la Unidad de Pacientes Críticos del HRA. Según relató, si bien el miedo y el estrés es constante, su vocación (la cual descubrió siendo una niña) le impide tirar la toalla.

"Ha sido complejo todo, pero más que nada por el estrés, la carga sicológica de saber todo lo que significa estar ahí (en el servicio), saber que si haces algo mal te puedes contagiar y también contagiar a tu familia es fuerte", advirtió la profesional, quien junto a su pareja, también kinesiólogo tienen un hijo de tres años. "Pero no puedo parar de hacer esto -continuó-. Lo que me motiva a seguir es ayudar, por eso quise estudiar esta carrera y ser como ese kinesiólogo que me ayudó con mi asma cuando tenía apenas siete años. Gracias a él, supe lo que quería ser".

Debido a los turnos no siempre puede estar con su hijo, pero se las arregla. "Me las trato de ingeniar para jugar en la casa. Vivo en departamento, por lo que no es mucho el espacio para un niño de tres años que quiere andar todo el tiempo corriendo y jugando, ellos tienen demasiada energía".

"Tengo que cuidarme para cuidar a mi familia"

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Katherine Ruiz Plaza es una enfermera de 30 años, que hace tres se desempeña en la Central de Esterilización del HRA. Vive con su madre (también funcionaria del hospital) y su hija de siete años. Su área de trabajo es una de las más críticas del servicio, puesto que por ahí pasa todo tipo de implementos quirúrgicos infectados con el virus.

"Nosotros en la central de esterilización procesamos todo el material que se produce en la atención de pacientes. Entonces estamos frente a material contaminado con un montón de microorganismos todo el día. Somos una unidad crítica, si no funcionamos, no funciona el hospital", dijo la mujer.

Ruiz también toma precauciones para disminuir el riesgo de llevar el virus a casa. Se cambia ropa, zapatos y se hace un aseo prolijo. Los besos y abrazos con su hija están prohibidos hasta que salga de la ducha. "Ha sido un poco engorroso, mi hija igual quiere abrazarnos y besarnos, y ahí tenemos que decirle que se espere un ratito. Ella sabe que no tiene que bajar cuando llegó a la casa, hasta que me bañe y cambie ropa. Tampoco le doy besos, lo cual es bastante fuerte. Uno tiene que cuidarse demasiado para cuidar a su familia".

La profesional considera que el momento actual es súper complicado, también para la familia, y en especial para los hijos.

"Tuve que dejar de dormir con mi hija"

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La enfermera Iris Araya Escobar, de 35 años, cumple labores en la Unidad de Tratamiento Intensivo (UTI) del HRA hace nueve años. Una de las acciones de prevención que tuvo que aplicar con su hija fue dejar de dormir con ella, situación que, reconoce, le dolió y sigue doliendo.

"Tengo una hermosa hija de cinco añitos que tiene TEA y, por ende, es súper estructurada, y me ha costado mucho que ella quiera dormir solita en su pieza (…) hasta antes que esto comenzara, dormíamos juntas, pero dada la contingencia, tuvo que irse a su pieza, y esa fue la medida que más me dolió, porque siempre le dije que no íbamos a dejar de dormir juntas hasta que ella solita quisiera hacerlo", precisó.

La profesional explica que el miedo es inevitable, aunque se tomen medidas. El simple hecho de saludar a los suyos ya puede ser un factor de peligro. "Te da miedo que se vayan a contagiar por tu culpa, más cuando a veces faltan algunos insumos, lo que te hace sentir un poco desprotegida", explica.

Cuando a Iris le toca salir de su turno de 24 horas, descansa tres días, entonces su tiempo es para su hija. "Hago actividades con ella y aprovecho de hacer yoga porque te sirve en todos los sentidos. Para recargar energías, para estabilizar el ánimo. Con eso intento compensar el tiempo que no estamos juntas. Ahora como la modalidad de estudio es por internet, también aprovecho de ayudarla. Creo que, pese a la carga laboral, me siento más cerca de mi hija", reflexiona.

Al igual que el resto de sus colegas de la UTI, celebrará el Día de la Madre de una manera distinta. Es lo que exigen las circunstancias.