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Digitalización de los negocios pequeños

Por paradojal y difícil que parezca, este momento es una enorme oportunidad para modernizar gran parte de nuestra economía y mejorar su productividad. La transformación, la adaptación, son capitales para el futuro, a riesgo de desaparecer, pero los pequeños negocios de Calama, Mejillones, Antofagasta y de cada comuna, requieren auxilio de expertos.
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Las transformaciones que tendrá la pandemia en nuestros comportamientos son de una magnitud insospechada: ya lo estamos observando en nuestros empleos y forma de relacionarnos, de comprar, de interactuar con otros. Las prácticas no son las mismas, porque vivimos tiempos diferentes, como tantas veces en la historia humana, pero que habíamos olvidado en las décadas recientes, más caracterizadas por la paz y la bonanza.

Algo relevante es que aquellos que piensan que cierta normalidad, o las vidas que tuvimos hasta hace algunos meses, serán posible de conseguir en algún momento, están equivocados. El mundo y sus acciones no volverán a ser lo mismo -ya no lo son- y eso es porque la manera en que estamos comunicándonos, intercambiando ideas y cosas no es similar.

Los empleos están sufriendo con severidad esta transformación, en particular el comercio que vende productos y servicios. Hay uno -el grande- que está preparado para ello, porque tiene un sitio web, porque tiene la experiencia acumulada y los equipamientos para ello, pero no así los locales pequeños y medianos, que basan su negocio en la venta cara a cara.

De estos casos tenemos miles en nuestra región: desde panaderías, fruterías, venta de calzado, restaurantes, hasta librerías y bazares de todo tipo.

Para este segmento, la transformación es fundamental, es de vida o muerte, pero requieren ayuda para avanzar en tales desarrollos. Corfo, Sercotec, o alguna otra oficina de gubernamental capacitada, debiera avanzar más rápidamente en un plan que permita fortalecer la capacidad técnica de estos emprendimientos de los cuales dependen miles de familias.

Por rudo y paradojal que parezca, este momento es una enorme oportunidad para digitalizar gran parte de nuestra economía, modernizarla y mejorar la productividad. Pero haciendo más de lo mismo no sirve, hay que abrirse a la posibilidad de hacer las cosas de otra manera.

El momento es ciertamente complejo y desafiante, el buen ánimo y creatividad serán fundamentales. El quejarse no sirve y no ayudará a salir adelante.

Lo bueno y lo malo

"Opciones para apoyar a empresarios hay varias, pero ¿cuántas de ellas son una alternativa real para las pymes?"
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Nos estamos acostumbrando a analizar los desafíos que nos propone esta crisis, pero nos detenemos poco a pensar en las trabas que ha generado para muchos su manejo, o siendo más positivos, en la oportunidad que nos brinda para valorar lo que tenemos. Para las pequeñas y medianas empresas, la pandemia ha tenido de dulce y de agraz.

Partiendo por lo favorable, porque lo merece, hemos sido testigos del enorme valor que tiene nuestra fuerza trabajadora local, pues ante todas las medidas que surgen para controlar la expansión del virus, contar con un recurso humano enraizado en la zona, ha sido fundamental.

Si bien valoramos los esfuerzos de corporaciones que se preocupan por sus colaboradores, y que incluso han contratado vuelos chárteres para movilizarlos, queremos poner nuestro foco en aquellos que no necesitan desplazarse, pues pese a vivir muchas veces postergados, se han mantenido arraigados acá. Son ellos quienes están manteniendo activa una industria, que será clave para la reactivación de nuestra economía a nivel nacional.

Pero, por otro lado, no podemos pasar por alto las incertidumbres que vive nuestro sector. Opciones para apoyar a empresarios hay varias, pero ¿cuántas de ellas son una alternativa real para las pymes?

Vimos con expectación como se entregó a la banca la administración del Crédito COVID-19, y hoy vemos con desilusión como tiene a 75 mil empresas sin poder acceder a ningún financiamiento por estar en DICOM. Un motivo lógico para muchos, claro, pero ¿cómo podemos negarle un crédito a una pyme que aún no se recupera de las consecuencias de la crisis social?

Sin ánimos de victimizarnos, vemos con tristeza como grandes compañías se acogen a alternativas que les dan solvencia, mientras los pequeños, que con esfuerzo levantamos a nuestra comuna y país, estamos teniendo cada vez menos de donde sostenernos. En momentos de crisis, debe existir mayor flexibilidad.

Ante los dilemas planteados, no podemos dejar de preguntarnos, ¿se valora en Chile el aporte de las pequeñas empresas y sus trabajadores? Nos gustaría tener una respuesta favorable inmediata, pero en cambio, continuamos esperando que en el contexto de crisis en que nos encontramos, se comprenda todo lo que contribuimos, y esa respuesta pueda ser definitivamente un sí.

Alfonso Sánchez Díaz,

Presidente CChC Calama

Un nuevo contagio

"Hay una cuestión humana que todo individuo tendría que tener en cuenta: dejar de esperar que otros se amolden a nuestros deseos". Francisco Javier Villegas, Doctor en Didáctica
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En los difíciles días que llevamos con este virus, o como queramos denominarle, y con toda la suma de noticias y comentarios que hemos escuchado, y seguiremos escuchando, desde diversas ópticas, es momento, también, para ilustrarnos de aquellos súbitos impulsos y actos de voluntad de muchas personas que, en medio de la crisis, han provocado sucesos de generosidad o instantes de humanidad más allá de todo este colapso. Porque hay motivos infinitos para sentirse orgulloso de que aún quedan gestos irreductibles y actos humanos a toda prueba que pareciera jamás podríamos encontrar.

Por tanto, tenemos personas que, motivadas por su valor y su pericia o bien por su espontaneidad, hacen resplandecer los altos atributos de la solidaridad y de la ayuda mutua, para ir superando estos tiempos de pandemia, a pesar de la falta de medidas apropiadas, recursos o sueldos dignos. Por ejemplo, la colaboración entre personas de un vecindario o barrio, ya sea haciendo cosas por otros, comprando las cosas de primera necesidad o brindando apoyo; las atenciones de médicos, enfermeros o personal auxiliar, llenas de generosidad, en diversos servicios hospitalarios, que en muchos casos están en precarias condiciones y con miedo a tener brotes de contagio; el quehacer indispensable de todas las personas que brindan servicios de limpieza o de retiro de basura exponiéndose al peligro de contagiarse con el virus. O el esmero de quienes ofrecen una mano a aquellos que no tienen cosas o alimentos o bien, la deferencia de quienes atienden desde su trabajo, o teletrabajo, una acción que va en directa ayuda de otros seres humanos.

En realidad, las acciones hermosas, en medio de la crisis y de la adversidad, han propiciado instantes de unión en las personas, a pesar del distanciamiento social.

Aunque la pandemia parece estar destruyendo los anhelos de solución, y los países y las sociedades esperan que los gobiernos y los benefactores, si es que existen, atiendan las llamadas de auxilio de la población, nosotros tenemos que recurrir a salvar la dignidad humana más allá de toda expectativa equívoca, como se ha dado, y más allá, también, de este modelo de nefasto desarrollo.

¿En qué estriba, entonces, liquidar o terminar con la pandemia? Tal vez, la clave se encuentra en difundir esos gestos y las muestras de solidaridad como también el reconocer a esas personas que están en la denominada línea de fuego, en los hospitales, que arriesgan su vida cuidando enfermos ya que, como sabemos, hay falta del equipo necesario para atender o porque existen precarias condiciones para enfrentar la pandemia del virus. Esto, entonces, no es de records ni tampoco de cuanto se puede obtener o de la mala fe porque no nos gusta una opinión. Sin embargo, estas observaciones no pretenden perderse en el deseo o en la esperanza exagerada, pero inherente a esta situación, sino que buscan distinguir los impulsos y actos de voluntad total hacia el ser humano que realizan, de manera honesta, personas que han transformado la indiferencia en empeño generoso y fraterno. Es deseable, entonces, que se disemine un nuevo contagio. Un contagio maravilloso: mirar los jardines de los gestos solidarios de esas miles de personas que en el mundo transportan la naturaleza de la sensibilidad a toda prueba. El éter del virus, entonces, puede llegar a su término.