¡Llegó "Chacabuco"!
Hace unos días, un canal de TV mostró un documental sobre el naufragio del vapor "Itata", doloroso episodio acaecido el 28 de agosto de 1922. La tragedia cobró la vida de 480 pasajeros y solo sobrevivieron 30 personas. La prensa no dudó en denominar el siniestro como "El Titanic chileno" y la comunidad nacional se vio estremecida ante la magnitud de tan fatal acaecimiento. El vapor tenía un largo historial: llevó las tropas chilenas en el desembarco de Pisagua y vivió un complicado incidente al ser destinado a traer armas para la revolución de 1891, cuando la Armada impulsó el derrocamiento del presidente Balmaceda. Ese aciago día, desde la costa se avistó la tragedia y vía telegráfica, se ofició al Intendente de La Serena, quien, a las 17 horas informó a la comandancia de la Armada, para que procediera según sus protocolos de rescate. Las naves de la armada, se hallaban invernando en Tongoy, por lo que se daba por descontado que el zarpe de algún buque sería de inmediato, para recoger sobrevivientes náufragos.
Pero nada sucedió así. El comandante del destructor "Chacabuco", informó que solo tenía carbón para sus ejercicios navales y que -en el mejor de los casos- saldría al día siguiente. Así lo hizo, llegando al sitio del suceso veinte horas después de la tragedia. Navegó por el sector, avistó restos náufragos y cadáveres, pero no recogió ningún cuerpo y regresó a Coquimbo en horas de la tarde. El público, ansioso y expectante, esperaba que a bordo vinieran sobrevivientes, restos de los ahogados o algún testimonio de la tragedia. Pero no fue así y la nave y su tripulación, fueron recibidos en medio de silbatinas y rechiflas, en gesto de desagrado por su indolente e inhumana actitud. Chile entero reprobó lo obrado por dichos marinos, cuya mala acción los coquimbanos y serenenses no olvidaron jamás.
Desde aquel tiempo, un atraso, llegar tarde, a deshora, se reconoce como "Llegó Chacabuco". La frase quedó como un estigma… Y hasta el día de hoy, coquimbanos y serenenses longevos, la aplican cuando alguien llega "a la hora del cuete".
Jaime N. Alvarado García, profesor normalista, escritor