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87 años de Rotary Club Chuquicamata

Hoy, recordamos a aquellos hombres de formación interior, atentos a ayudar al prójimo .
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Rotary Club Chuquicamata celebra hoy ochenta y siete años d vida, tras haber prendido esa luz al servicio desinteresado, haciendo carne su lema: "Dar de Sí, sin Pensar en Sí". En la búsqueda de una mejor forma de vida, ha elegido durante todo este tiempo, a hombres buenos provenientes de la comunidad, los ha preparado y guiado por la senda de las virtudes y calidad valórica, con la única finalidad de que éstos, por medio de su accionar, la justicia, la prudencia, el amor, la fe, la esperanza, la caridad, lleguen hacia nuestros hermanos más vulnerables de la comunidad loína.

Rotary Club Chuquicamata desde su nacimiento un 9 de junio de 1933, ha sido conducido por hombres visionarios, quienes cifraron sus esperanzas e inquietudes en él, y no se equivocaron. Los resultados han sido más fructíferos, la cimiente ha germinado con creces, transformándose en el tiempo, en un frondoso árbol de realizaciones, cuyo tronco fuerte y sólido, suspende enormes ramas de frutos sanos y de alta calidad.

Hoy, recordamos a aquellos hombres de formación interior, atentos a ayudar al prójimo, que decidieron, entonces, la fundación de Rotary Club Chuquicamata, que constituyera a fortalecerlos en su empeño fraternal y de sapiencia. Chuquicamata, era tierra de trabajo, se sudaba y se sangraba. Pero, no podía descenderse su vida superior. Para cooperar a este celo-los primeros rotarios-que decidieron educar, sirviendo en cuanto conviniese a esta tierra generosa de "Sol y Cobre".

Rotary Club Chuquicamata-en sus comienzos- fue así, un conjunto de personas buenas y riqueza espiritual, a laborar en nuevos cauces los que no salen de la tierra, los que fortalecen por dentro y habilitan para el bien de nuestros semejantes.

Grandes personajes de notable calidad, hombres de selección, vestidos con luces de eternidad y humildad acudieron a la cita-bello era el propósito y grande la idea. Eran ilustres cruzados del ideal de servicio. Decimos con unción los nombres de Fernando Cisternas, Dionisio Abarca, Rogelio Bravo, Segundo Flores, Alejandro García, Herbert Hoges, Alfredo Jilly, Alejandro Lazcano, Irby Woodol, Atilio Felippine, Williams Fletche, José Ibarra y Máximo Lorenzen.

¡Qué ejemplo más sublime de desinterés personal! ¡Qué voluntad más absoluta de servicio! ¡Qué nobleza más pura de alma!, la que nos ofrecieron estos grandes hombres, estos grandes rotarios chuquicmatinos.

Arturo Mardones Segura

Rotary Club Chuquicamata

La conmutación de trabajadores en pandemia

"Es momento de exigir una nueva compensación por las externalidades negativas con las cuales vivimos". Giovanni Rivera Tapia, Ingeniero Comercial
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Hace tiempo que los académicos de la región vienen estudiando los efectos económicos, sociales y culturales provocados por la llegada constante de trabajadores en busca de oportunidades laborales, sin residencia en nuestra zona; fenómeno conocido como conmutación.

Algunos estudios locales demuestran (en especial los realizados por el Observatorio Laboral de la UCN) que la perdida de recursos económicos, sólo en conceptos de consumo, es equivalente a casi seis veces del presupuesto asignado al fondo Nacional de Desarrollo Regional, FNDR.

El prinicipal argumento esgrimido para no contratar mano de obra local, es la falta de trabajadores calificados requeridos por la industria minera.

Otro motivo, sería que el salario de reserva, es decir, aquel por el cual las personas están dispuestas a trabajar, es mayor a otras regiones. Con esto, la contratación de trabajadores de otras localidades con un menor salario genera un impacto positivo en el rubro minero y un incentivo para aquellos que buscan nuevas oportunidades en la región.

En tiempos de pandemia, este hecho resulta inquietante. Hemos visto, especialmente en Calama, como el traslado de trabajadores provenientes de regiones con una alta tasa de contagios (Metropolitana, Valparaíso y Biobío, generan en la opinión pública gran preocupación, debido a que los protocolos de fiscalización no serían suficientes para garantizar el control de esta fuente de contaminación.

Si la conmutación no fuera un fenómeno tan grande (uno de cada cinco trabajadores no pertenece a la región), las empresas mineras hoy podrían operar casi en un 100%. Hoy, por el contrario, los sindicatos mineros están solicitando operaciones con dotación mínima y evaluar los turnos de 14x14 por lo perjudicial de este sistema para la salud de los trabajadores.

Es por este motivo que la empresa cuprífera de todos los chilenos tiene una oportunidad histórica de revindicar lo "mal vecino" que ha sido en las últimas décadas en Calama, y ponerse a la altura de los nuevos tiempos: Ser cuidadoso con el medio ambiente; y trabajar en conjunto con la comunidad, privilegiando la contratación de mano de obra local, tanto para ellos como para sus empresas contratistas.

Es momento de exigir una nueva compensación por las externalidades negativas con las cuales vivimos. La comunidad loína quiere sentir que las mineras son nuestros aliados y no enemigos. Con el compromiso de todos, podremos resguardar el bienestar de nuestros habitantes, la estabilidad económica y el crecimiento del país.

Un momento de confusión

Sería apropiado declarar que no sabemos mucho del presente y del mundo que viene. Prepararnos más y poner ánimo en saber nos hará menos ciegos. Tampoco sabemos el mundo que vendrá tras la pandemia que hoy nos golpea. No sabemos qué efectos vienen en la educación, la economía, la salud, las relaciones personales. Todo puede ser distinto.
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No sabemos. Tal vez sería tiempo de asumir que desconocemos muchas cosas, de nosotros mismos, de los otros, de la sociedad y, por supuesto, de lo que vendrá en el futuro.

En tiempos de tanta incertidumbre, nuestro ser y cuerpo tiende a buscar refugio en las certezas anticipando lo que puede venir, pero la mayoría de las veces las respuestas son erradas o su hipotética contundencia no nos ayuda mucho. Además, hay mucho de ilusión en demasiadas respuestas.

Sabemos, por ejemplo, que ocurrirán terremotos, hay investigaciones avanzadas que proyectan dónde podría suceder y hasta estiman las posibilidades de daño, pero desconocemos precisamente cuándo y en qué magnitud sucederán.

Nuestro afán de control perece a ese nivel de detalle.

Sabíamos que en Chile había un malestar, que el endeudamiento privado iba en aumento, que irritaban mucho los casos de corrupción, que enfrentábamos una progresiva destrucción de la imagen simbólica de las instituciones, junto a un avance del individualismo, un retroceso de las ideologías, pero nada de esto -hechos que se vieron como factores aislados- permitió saber lo que ocurriría a partir del 18 de octubre de 2019 (y que sigue suspendido).

Y tampoco sabemos el mundo que vendrá tras la pandemia que hoy nos golpea. Habrá una vacuna, pero no sabemos cuándo estará disponible, a qué costo y para quiénes.

Menos luces tenemos respecto de cuánto cambiará la educación, la economía, las relaciones sociales, el trabajo, el turismo, el ocio, la tecnología, sabemos que todo mutará pero no hacía dónde ni cómo, apenas que el cambio será cada vez más veloz y profundo mientras más tiempo permanezca en nuestras relaciones cotidianas.

¿Sabemos menos que antes? No, sabemos más, pero se asemeja a una paradoja por el momento de atomización y heterogeneidad que hacen más difícil la búsqueda de consensos y posibles soluciones.

No sabemos, pero hay que estar tranquilos, si investigamos y colaboramos, para lo cual se requiere conversar y escuchar más. No hay otra manera.