Crisis de confianza
"Así nos sorprendió la pandemia, dogmatizados con carátulas de lo bueno y lo malo, que no nos permiten separar la paja del oro". Pamela Ramírez, Directora ejecutiva Corporación Proa
La confianza es el valor más noble que rige las relaciones humanas. El creer, es una capacidad imprescindible para desarrollarnos, superar los temores, vencer la mediocridad, un impulso a ser y hacer desde la esperanza y el bien común.
A inicios de los 90, como país creímos que un mejor futuro era posible: menos pobreza, mejor distribución económica, educación de calidad, salud y vivienda dignas. Habíamos recuperado la democracia y todos los sueños eran posibles.
Consignas más, consignas menos, ahora eran los buenos quienes llevaban la batuta. Así comenzamos a cimentar nuestra vida política sobre un abismo. Tras una etapa de diplomáticos acuerdos, pronto caímos en la ley del empate y la política se redujo a simple marketing, salvo honrosas excepciones.
La justicia social se extravió en el camino y el estallido apenas es un referente de tantos sueños truncados en la incapacidad del mundo político de hacer concesiones que permitieran establecer políticas de Estado.
Así nos sorprendió la pandemia, dogmatizados con carátulas de lo bueno y lo malo, que no nos permiten separar la paja del oro. Con la sensación de un sálvese quien pueda, incrédulos de un todos y todas. Si hasta el leguaje parece fragmentarnos.
Aun peor, como buenos latinoamericanos, vamos a destiempo hasta en la forma del hacer. El liderazgo como lo entendíamos hace una década, ya no tiene cabida. El hacer y por tanto el solucionar de hoy requiere trabajo en equipo, miradas múltiples y un enfoque sistémico.
La credibilidad y el sentido de comunidad lo perdimos en décadas de "buenos y malos". Ello no se recuperará en un periodo. Pero la forma de liderar hoy puede marcar la diferencia en la vida o muerte cada uno de nosotros.
Sin altura de miras, sin sentido de comunidad, sólo lograremos hundirnos en la miseria. No hay justificación posible a la mezquindad, qué más evidencia que la gran factura que hoy nos pasan todas esas fallas consolidadas en el tiempo a vista y paciencia de todos.
La más crítica, la educación, el comprender, analizar y no requerir recibir todo deglutido. Luego la salud mercantilizada, la precariedad del trabajo, el déficit habitacional, la segregación urbana y aún más asociada al requerimiento de transporte.
Todo ello hoy nos está costando vidas humanas.