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Alegrías a pesar de todo

"La economía por sobre la vida se transforma en el slogan de los oportunistas y mercaderes". Dr. Carlos Haefner, Instituto de Gestión de Industria UACh
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En este presente que nos agobia y que hace recordarnos en cada acto de nuestra cotidianeidad la sensación de que vivimos en una situación ineluctable, se agiganta aquellos momentos de vida que nos parecían triviales que podían ser transables por cuestiones más gravitantes que sentíamos que nos daban un sentido más profundo de la existencia; como el tener. Tal vez nunca comprendimos cabalmente la importancia y el valor asignado al ser como alguna vez nos enseñó Eric Fromm, pero al cual no le prestamos demasiada atención. Por cierto, ello es fácilmente demostrable porque nuestra existencia se concibe en base a una lógica económica pragmática la cual queda reflejada en un modo de vida orientado hacia el consumo y el hedonismo de lo fugaz. Quien no tiene no es. Hemos definido la felicidad y las razones del convivir en función de la cosificación de los valores. Y ello se ha convertido en la vara con la cual mide el valor de todo lo humano.

La economía por sobre la vida se transforma en el slogan de los oportunistas y mercaderes que bajo la protección de análisis cuantitativos nos hacen ver que no somos capaces de ver la realidad que ellos ven con claridad absoluta, y de paso nos hacen sentir egoístas por demandar protección social de los más vulnerables de un modelo de económico que ha persistido incólume ante la mirada cómplice de la élite política "conservadora" y "progresista" del país.

En este presente en que se falsea la realidad empleando mil artilugios estadísticos, económicos y de lecturas interesadas de los resultados y alcances reales de nuestra pública, se hace más perentorio e irremediablemente necesario que descubramos el mundo a través del ser en el mundo, es decir de la existencia en sí misma, como nos planteara el controvertido filósofo alemán Heidegger.

Nuestro vínculo con nuestros entornos es el que nos define. Por ello, es tan relevante que ante un grotesco escenario de superfluas teatralidades por el bien común que pregonan los representantes de nuestra polis debemos poner en perspectiva una búsqueda de la autenticidad de la existencia que nos vuelva a acercar al sentido primigenio de la comunidad perdida. Vale decir aquellas pequeñas cosas que nos dan felicidad, seguridad y pertinencia. Como nos reafirma con profunda vitalidad el antropólogo Marc Auge son las pequeñas alegrías que nos dan la felicidad. La felicidad del instante.

Cuando nuestra realidad del presente es tomada por asalto por los noticieros y matinales que exudan versiones oficiales y buscan culpables de las desfavorables estadísticas muy lejos de los dueños del poder, en nuestra cotidianeidad - en la de los más vulnerables - aflora el verdadero sentido de lo humano. Dicho sentido se expresa cada día en comedores solidarios, en el cuidado de ancianos pobres, en el apoyo barrial mutuo tan necesario y urgente por la ausencia del estado en muchas poblaciones pobres del país. Las pequeñas alegrías se viven en el abrazo esperanzador y gratificante que un vecino le da aquel trabajador que debe concurrir a su puesto de trabajo porque un empresario desvergonzado lo amenaza con su continuidad laboral.

Las pequeñas alegrías son las que nos dan vida porque aprendemos a extraer del presente las experiencias que esté nos puede dar y, ellos nos permite ilusionarnos que de las vivencias y relatos del presente nos permitirán construir un futuro mejor para todos /as en una sociedad en que la dignidad se haga costumbre.

Duros momentos para la región

El virus no da tregua. Otros 317 contagios en 24 horas confirman que la tormenta no ha pasado y que se necesita un mayor esfuerzo para superar la crisis. Es cierto que el momento actual dificulta pedir esfuerzos mayores, pero no queda más que hacerlo. Son momentos duros que exigen el máximo de cada uno de nosotros. No podemos fallar.
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Antofagasta, Mejillones y Tocopilla cumplen hoy su primera semana en cuarentena con un desafío urgente: redoblar los esfuerzos para que la cifra de contagios de coronavirus por fin decrezca, lo que no se ha logrado a la fecha.

La capital regional sumó ayer otros 102 casos, mientras que Mejillones y Tocopilla anotaron 11 y 3, respectivamente. Calama, la cuarta comuna de la región que se mantiene en confinamiento total (en su caso hace tres semanas), sumó otros 173 contagios y enfrenta un reto incluso mayor.

La capital loína es una de las más afectadas del país por el virus y su red de salud ya sufre un peligroso colapso que ha obligado al traslado de pacientes a ciudades como Antofagasta, Arica, Copiapó e incluso Los Ángeles, en el centro sur del país.

Otras comunas de la región, como San Pedro de Atacama, María Elena y Sierra Gorda también experimentan alzas de contagios, configurando así un escenario que desde todo punto de vista asoma tremendamente complejo y exigente.

La región vive un momento crítico. La pandemia se instaló con fuerza y aún no da pie atrás. Los equipos de salud están sobrexigidos o sencillamente colapsados y las medidas, pese a ser las que los expertos consideran indicadas, aún no surten el efecto deseado.

Es cierto que el momento actual dificulta pedir esfuerzos mayores, pero no queda más que hacerlo. Durante meses, la ciudadanía, los equipos de salud, las autoridades, todos, hemos sentido la angustia, la incertidumbre y el miedo de enfrentar un escenario nuevo, del cual no tenemos referencias. Otras experiencias límite del pasado llegaron a nosotros como relatos de nuestros padres o abuelos, y por lo mismo son de alguna forma "conocidas", pero esta no. Nadie que esté vivo -o muy pocos para ser precisos- habían enfrentado antes un trance similar, y eso lo transforma en una vivencia más aún desconcertante... pero no es el momento de bajar los brazos, al contrario, es tiempo de sacar fuerzas de flaquezas y perseverar. Hagamos un esfuerzo aún mayor por ser solidarios, responsables y resilientes. Son momentos duros que exigen el máximo de todos.

Un debate impostergable

"Por eso el momento constituyente es una oportunidad que no podemos desperdiciar".
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Desde octubre de 2019 vivimos un momento conducente a un proceso histórico. Y es que la frase "Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto" no puede ser más cierta. Efectivamente, como lo ha denominado mi amigo, el pediatra Iván Silva, el "Big Bang Social" nos sacó ronchas con muertes, heridos, daños a la propiedad pública y privada, inseguridad, atentados al orden público y todas las demás pruebas de que este proceso no era un artificio en el discurso de unos políticos tratando de sacar ventaja espuria respecto de otros políticos. No, ya no era eso. Esta era una cachetada en la cara transversalmente propinada a todos esos que se habían servido de nuestro poder y también contra aquellos que actuaron como encubridores o, cómo era que les decían, cómplices u observadores pasivos. Los que aparecían en matinales dando cátedra de políticas públicas sin saber cuánto vale el kilo de pan o los precios de la locomoción colectiva. Los mismos que se peleaban para las cámaras y después veraneaban juntos en familia.

Por eso el momento constituyente es una oportunidad que no podemos desperdiciar. Nos da la posibilidad de reformular y garantizar con profundidad derechos que hoy son más bien declaraciones de voluntad. Los Derechos Fundamentales serán uno de los temas que captará atención y debate en la mesa de constituyentes. La salud como derecho real y garantizado, lo mismo que la educación, la seguridad social, la inclusión de la paz, la vivienda y el agua como derechos fundamentales será un tópico que no dejará indiferentes a los convencionales constituyentes.

Es la ocasión para concretar el reconocimiento constitucional a los pueblos originarios y debatir la plurinacionalidad del Estado de Chile, el momento de modernizar el Estado y la Administración Pública, generar procesos profundos de regionalización, con autonomía y recursos que permitan una real participación de los ciudadanos de las diversas regiones y comunas de nuestro país en el desarrollo y progreso económico, social y cultural que, con buena voluntad, responsabilidad, eficacia, eficiencia y respeto, seguramente experimentará este nuevo Chile.

Luis Patricio Villaseca

Abogado