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Diálogos y acuerdos para una reactivación sostenible

"Hemos sido enfáticos en señalar lo importante que es priorizar a nuestras empresas y trabajadores locales".
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Pese a querer mantener un pensamiento positivo, debemos reconocer que la crisis económica en que nos adentramos, es preocupante. Lo deja en evidencia el reciente Informe de Macroeconomía y Construcción (MACh 53), que muestra a nuestro sector como uno de los que se ha visto más afectado por los sucesos del último periodo.

No obstante, hoy podemos asumir un rol protagónico en la superación de la crisis, considerando que las expectativas de inversión y empleo, están puestas en la pronta concreción de proyectos en carpeta, y en el desarrollo de nuevas iniciativas en el mediano y largo plazo. Aunque claro, para que este plan se concrete, resulta urgente prestar atención a ciertas consideraciones.

Entre ellas, necesitamos resguardar la sostenibilidad de las empresas, por la vía de ampliar o implementar nuevos mecanismos de acceso a financiamiento. Al mismo tiempo, debemos pensar en un plan de desconfinamiento, cuando la realidad nos lo permita, que proteja a nuestros trabajadores, e inicie en breve proyectos de rápida ejecución.

Sin embargo, como gremio tenemos claro que no habrá reactivación posible, si no se generan acuerdos y no se congregan voluntades. Más que nunca necesitamos mantener un diálogo constante, que nos permita articularnos y trabajar en conjunto desde distintos sectores, en la búsqueda de acuerdos que promuevan el bien común, y lo más importante, que se sostengan en el tiempo.

En este marco, y por el compromiso que tenemos con los habitantes de La Provincia de El Loa, hemos sido enfáticos en señalar lo importante que es priorizar a nuestras empresas y trabajadores locales, en el desarrollo de cada iniciativa. Lo hemos manifestado a nivel comunal, provincial, ante las distintas secretarías regionales ministeriales, e incluso esta semana lo solicitamos explícitamente al Ministro de Obras Públicas, en una reunión en que participamos como gremio.

No queremos seguir liderando los índices de desempleo ni los de contagios, porque siendo la ciudad que más aporta a la economía del país y que trabaja con los más altos estándares de seguridad, sabemos que no lo merecemos. Por eso celebramos la pronta puesta en marcha de proyectos como la doble vía Carmen Alto- Calama, que sumado a los cerca de 7 millones de UF en inversión, se traduce en la generación de más de 450 empleos en su periodo peak.

Si bien ese tipo de noticias son las que todos queremos oír y generar, ¿cuánto más positivo sería saber que para su ejecución, se garantizará la contratación de mano de obra local? En esa vía, están volcados hoy nuestros desafíos.

Alfonso Sánchez Díaz

Presidente de la CChC Calama

La pandemia y el centralismo

"La pandemia ha arrojado aún más luz sobre el sistema chileno híper centralizado, y ha revelado un vacío en el orden nacional". Hugo Benítez, Médico
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Incluso el defensor más vehemente del gobierno actual, probablemente está luchando en este momento para proporcionar una evaluación positiva del desempeño del gobierno durante la pandemia de coronavirus.

En el mejor de los casos, ha sido mal dirigido y mal informado; demasiado tarde para el cierre de las ciudades, demasiado vago en la lista de propuestas durante estos meses. El resultado ha sido en el peor de los casos, peligroso, con demasiados muertos. Una y otra vez, el gobierno ha reinventado la rueda, creando sistemas improvisados que funcionarían mucho mejor a nivel local si fueran originados en la región y, luego no han podido comunicar, transmitir información y confiar en los especialistas para cumplir. El centralismo ha prevalecido sobre el sentido común.

La pandemia ha arrojado aún más luz sobre el sistema chileno híper centralizado, y ha revelado un vacío en el orden nacional, lo que demuestra que no existe una práctica de decisión conjunta y ha confirmado que las regiones no tienen acceso a la toma de decisiones en las políticas públicas.

Desde el contexto central no ha habido lugar para una participación en acciones compartidas, lo que demuestra que dejar de lado las regiones era una practica institucional establecida.

La necesidad de centralizar es, en muchos sentidos, sensata. Hay muchas cosas que debe hacer un gobierno nacional: reunir grandes recursos y usar su autoridad para imponer cambios de emergencia que solo él puede hacer. Pero esto dilapida un concepto importante en una epidemia como esta: que no es uniforme. Es nacional, de hecho, global, pero también es local. Esto es más obvio en países como Chile y otros países latinoamericanos, donde los brotes de Covid han sido muy variables en sus territorios, con algunas áreas apenas tocadas, mientras que otras son grandes zonas críticas. En nuestra Región de Antofagasta, una característica notable de la crisis actual ha sido el grado de ausencia del gobierno central y local sin lograr proveer adecuadamente a las personas en aislamiento. Finalmente, los grupos locales, utilizando las redes sociales y otras plataformas, han debido organizarse en ollas comunes y en un comercio paralelo de subsistencia. Y lo más grave ha sido el inadecuado resguardo de las mineras que han continuado utilizando miles de trabajadores.

La debilidad del gobierno local también es notable; a pesar de los esfuerzos de algunos líderes locales y de devolución de algo de dinero extra, se suman décadas de falta de fondos, la ausencia de poder de las regiones y, más recientemente, un bajo precio del cobre, han encontrado región muy débil para enfrentar esta pandemia, sumado a una acción única impuesta para todos desde Santiago, es una respuesta torpe a nivel local. Tampoco han desarrollado algo que es crucial: una respuesta específica local a la pandemia, algo que un gobierno regional adecuado y empoderado podría haber usado para abordar la crisis de manera más eficiente. Esto una de las cosas que debería surgir de esta crisis, una reconsideración del equilibrio entre lo central y lo territorial.

Nueva fase de la pandemia

Los casos de contagiados van a la baja en la región y el país, pero esto no significa soltar todas las restricciones de una vez; el cuidado individual será fundamental. Es fundamental que las autoridades regionales y locales sean muy claras en los mensajes que se entregan a diario a la ciudadanía. La amenaza sigue ahí, invisible. Solo la consecución de una vacuna será una solución definitiva.
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Entrada ya la segunda quincena de julio, el país parece estar saliendo de los peores momentos de contagios de coronavirus y su letalidad asociada; una especie de luz al final del túnel es el que comenzamos a ver, aunque aún estamos lejos de cantar alguna victoria.

Las cifras de infecciones están experimentando una caída hace poco más de un mes en el país y un par de semanas, en el caso de la región, según el reporte del Ministerio de Salud y aquello es lo que hace abrigar algunas esperanzas, en medio de un contexto que ha resultado lamentable para el país.

Casi 340 mil infectados y cerca de 9 mil fallecidos, nos dejan entre los peores del mundo.

Qué gatilló este descalabro es algo que con el tiempo quedará más claro, pero parece obvio que una mirada muy relajada, llamados contradictorios ("nueva normalidad" y "retorno seguro", de los cuales se hizo cargo el propio Presidente Sebastián Piñera) y una suerte de uso político, por parte del gobierno, fueron asunto que pesó mucho.

A lo anterior hay que sumar cierto relajo de la población. Hubo un segmento importante que no entendió y ha comprendido la relevancia del confinamiento

Sin embargo, no es el momento de relajos. La pandemia ha demostrado una enorme contagiabilidad que encima se ve incrementada por una respuesta inmune acotada. Basta un cluster, que alguien no cumpla con los requisitos o sólo que la gente se descuide, para que el virus se esparza y termine por tensionar la red asistencial de salud, con el peligro cierto de hospitales colapsados y personal de salud sobreexigido.

Por ello es fundamental estar alertas: Antofagasta está entre las regiones más golpeadas por esta crisis que ha desnudado muchas fragilidades y abrió otras tensiones distintas a la sanitaria, con un alto desempleo y una inédita destrucción de empresas, especialmente de servicios.

Es fundamental que las autoridades regionales y locales sean muy claras en los mensajes que se entregan a diario a la ciudadanía. La amenaza sigue ahí, invisible y hasta no contar con una vacuna, el problema estará reapareciendo de manera recurrente.