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Daniela Catrileo: "La ternura es altamente política"

La amistad, la segregación por pobreza y raza y la búsqueda de los orígenes son algunos de los temas que atraviesan la escritura de "Piñén" (Libros del Pez Espiral).
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La poeta y escritora Daniela Catrileo nació en 1987 y estudió Filosofía en el ex Pedagógico.

Con tres relatos interconectados debuta Daniela Catrileo (1987) en la narrativa. Las historias podrían leerse como cuentos o novela, pues marcan el tránsito de una vida con evidentes similitudes a la suya: mujer, periférica y mapuche.

Reconocida poeta, el año pasado recibió el Premio Municipal de Santiago por "Guerra Florida", un libro de poesía que ya tenía elementos narrativos. Aparece también el concepto de "amistad entre mujeres" como valor fundamental. Antes Catrileo publicó el poemario "Río herido" en distintas editoriales.

Desde la periferia de la capital hasta el sur de Chile, la protagonista de "Piñén", Carolina Manque (apellido que significa cóndor en mapudungun) enfrenta la vida con la inconsciencia de la infancia. Pero pronto va formando su identidad y fortaleza frente al entorno.

El lector puede ver las constantes amenazas que sufre la protagonista: abusos familiares, violencia, acoso masculino y medicación, entre otras. "Piñén" es un relato de formación duro pero esperanzador.

Patricia Espinosa, crítica literaria de LUN, consideró que "Piñén" "…constituye un tremendo aporte a la escasa narrativa no oral mapuche producida por mujeres". Porque poetas mapuches hay, de muy buena calidad, pero con este libro Catrileo ocupa un lugar antes vacío para su comunidad. Y lo ocupa a su manera, sin renunciar a los recursos líricos. Se lanza así: "Es como si su historia me trajera el polen de los días nublados".

Catrileo asumió la prosa de esta manera: "De pronto sentía que tenía una deuda con las personas que conozco desde niña. Con las amigas, los compañeros, los vecinos. No es lo mismo para esas personas leer un libro de poesía que uno de narrativa. Es un lenguaje más cercano. Es devolver la mano a historias que no habíamos leído pero que estaban ahí".

Cada uno de los tres relatos marca una etapa. El primero es "¿Han visto como brota la maleza de la tierra seca?". Es el que muestra la infancia. Este apareció para Daniela Catrileo "con una imagen, que fue una conversación con mi mamá que me contó que en el pasaje habían matado un chico, que estaba en una disputa por drogas. Era un compañero de cuando era chica. Me dejó noqueada la noticia, pero hay varios compañeros que tuvieron un destino similar. A partir de esa conversación busqué lo que recordaba de él y otras cosas para hablar de la infancia en los blocks".

Los blocks son los blocks de San Bernardo, donde se crió la escritora hasta cambiarse a Santiago en los años de universidad. Hoy es profesora de Filosofía.

Volver sola a casa

El segundo relato, "Pornomiseria", muestra los abusos silenciados que se dan entre las familias, o el riesgo de ser una mujer joven y volver sola a casa. La autora puntualiza: "Es de la experiencia de convertirse en ser mujer. Escribí con denuncias reales. De amigas y de una Universidad. La vida de una es la historia de otra".

El último texto, "Warriache", revisa la amistad y las raíces, comenta Catrileo: "Sale de la ternura, de la mapuche urbana, con las historias de amigos y amigas que viven en Santiago, a partir del pie forzado de la amistad y la familia. Un relato

de los mapuches que nacimos en la ciudad en una diáspora".

-Se lee autobiográfico.

-Una de las cosas que más me gusta -y al mismo tiempo me atemoriza- es que los personajes se reconozcan a sí mismos en las historias. Ha sido interesante que mucha gente que conozco desde niña ha leído el libro.

-¿Y cuál ha sido la reacción?

-A mi familia más cercana me da un poco de miedo preguntarles directamente. Amigas de mi mamá y sus compañeras de trabajo me han dicho que se han reído y emocionado. A una tía le dije que recordara que es ficción. Cuando hablaba con una amiga, me decía si tenía miedo que me leyeran. Mis papás fueron los primeros lectores de mis diarios.

-¿Qué te hizo pasar de la poesía a la prosa?

-La prosa no me es lejana. Escribo diarios de vida desde muy chica, también crónicas o ensayos. La narrativa es parte de esas otras escrituras que no había publicado en formato libro.

-¿Los diarios los piensas publicar alguna vez?

-Hay algunas cosas que son más publicables que otras, como los diarios de viaje o historias que van apareciendo por el ojo que mira. Hartas crónicas nacen allí.

-No es una situación metropolitana la de los personajes de "Piñén".

-Me da un poco de risa eso, tengo amigos y familia en el sur que me dicen "la santiaguina". Uno habita Santiago pero nunca me he sentido santiaguina. Es la periferia de la periferia. Viajar a Santiago siempre implicaba una hora y media, es como viajar a Valparaíso. Donde vive mi mamá y mi papá no llega el metro, con el Transantiago hay que hacer tres combinaciones. Un lugar que siempre ha estado abandonado. Lo vemos más con la pandemia.

-Te debe costar llegar más ahora.

-Estoy encerrada.

-¿Has escrito en esta pandemia?

-He pasado varios momentos. He tenido que seguir trabajando, soy profesora, así que trabajo en las clases desde mi casa. Estoy estudiando al mismo tiempo, tampoco ha parado eso. Sobre la escritura, me costó escribir más en la revuelta que ahora. Pensé que me que iba a pasar algo similar, pero me obligué a trabajar. Seguí con los diarios, retomé un proyecto de novela incipiente. Lo he logrado a ratos mejores que a otros. Tengo una obligación de seguir trabajando porque a mi papá siguió trabajando también, salía a la calle. No voy por el camino de ser productivo, pero sentía que me daba vergüenza interrumpir mi vida, siento que es un lujo interrumpir la vida. La escritura es mi oficio, no puedo separar mi vida de la escritura.

-En "Piñén" las protagonistas se rebelan a lo impuesto. ¿Consideras esa rebeldía excéntrica o masiva?

-Ya no es excéntrica. Ahora que trabajo con adolescentes es algo común, que tiene que ver con una edad común. Es cuando afloran otras necesidades, miedos y rabia. Es una forma de revuelta interna. Hay una edad en que esas cosas generan movimiento en el cuerpo, es un fuego interno que quiere emerger. Con la gente que me relaciono conversamos esas cosas. Tienen que ver con los espacios que crecimos. Ser mapuche y ser mujer. También hay otras cosas importantes que destacar, como la precariedad con respecto a la salud mental. Hay varias menciones al "empastillamiento" como una forma de generar control en ciertos cuerpos. La mayoría de los estudiantes a los que les hago clases están sometidos a más de tres pastillas para poder vivir, rendir o trabajar. Se ha naturalizado, es difícil encontrar gente que no se discipline así para la salud mental.

-En una de las partes inquietantes del libro la protagonista casi pierde su centro por el consumo de esas pastillas.

-Ahora estás más extendido. Cuando fui adolescente no era muy distinto a ese mundo. También los lugares de salud pública, los tratamientos farmacológicos. Después se fue expandiendo nada más. Al principio era como un murmullo, nadie quería hablar de esas cosas, pero ahora ha ido detonando, al punto que hoy una persona que está tomando antidepresivos o fluoextina no parece extraña.

-El racismo es otro elemento que desarrollas.

-Me interesaba ahondar mucho en el racismo, que la gente piensa que se inició con las migraciones afrodescendientes. El racismo es una estructura que ha marcado bastante el acontecer del Estado chileno. Las cosas que vivimos nosotros con esto son microhistorias y cuando uno tiene amigos mapuches nos damos cuenta que son más comunes de lo que pensábamos. Lo que se conoce como la Pacificación de la Araucanía es levantar un país con intereses racistas y económicos. Me interesaba que fuera un elemento del libro, me interesaba que estuviera vinculado a las precariedades sociales.

-A veces la ficción alcanza profundidades que la no-ficción no alcanza.

-Hay cosas que han ido saliendo de memorias historiográfica a partir de las diásporas de 1930, cosas que han hecho varias intelectuales mapuche. La idea de narrar es distinta, quiero que el libro sea una motivación para todos los que quieran escribir sus historias.

-Además, se rescata el valor de la amistad entre amigas, algo poco común en la literatura.

-La amistad es política, es tu familia de alguna forma, es la comunidad. Me gustan las historias de amigas que se cuentan a sí mismas, porque la memoria de la una es la escritura de otra. Quería trabajar específicamente la idea de dos mujeres que fueron amigas de la infancia y cómo se van desarrollando y cómo los temas las van cruzando. La ternura es altamente política.

catrileo Ganó el Premio Mustakis por "Niñas con palillos" y el Municipal de Literatura 2019 con "Guerra florida".

Por Cristóbal Gaete

"Me daba vergüenza interrumpir mi vida, siento que es un lujo interrumpir la vida. La escritura es mi oficio, no puedo separar mi vida de la escritura".

Alvaro de la Fuente

viene de la página anterior

"La mayoría de los estudiantes a los que les hago clases están sometidos a más de tres pastillas para poder vivir, rendir o trabajar. Se ha naturalizado".