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Andrés Gomberoff se da una vuelta por el universo

El físico y escritor chileno desentrañó en "La música del Cosmos" nueve variaciones sobre temas científicos y tecnológicos que trazan una partitura desde Pitágoras hasta las estrellas de neutrones. Entremedio están Los Beatles, Prince y Jimi Hendrix.
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"La música del Cosmos" (Debate) se lee y se oye. Se trata de un recorrido por ciertos fenómenos sonoros y su manifestación física, así como por avances de la ciencia y algunas nuevas tecnologías. Todo, con el soundtrack de canciones que cubren un amplio espectro musical: desde "Oh Superman" de Laurie Anderson, pasando a "Purple haze" de Jimi Hendrix, además de "Una blanca palidez" de Procol Harum, y una balada de Prince con una disonante nota Fa.

El también autor de obras como "Einstein para perplejos" y profesor de la Facultad de Ciencias de la UAI e investigador del valdiviano Centro de Estudios Científicos, dice que la actividad académica online lo ha mantenido muy activo desde marzo, cuando se confinó en Santiago junto a su familia. Sobre el Covid-19, cree que todavía es muy temprano para tener conclusiones, pero lo que más le ha impresionado es la capacidad de adaptación que poseemos las personas. Aún recuerda la última paella que se comió con unos amigos, hace varios meses ya, antes del confinamiento. Por ahora, lee a Cayuqueo y escucha a Bob Dylan y el concierto para piano en Sol Mayor de Ravel.

Indiscutible melómano se formó -desde niño- a punta de abonos que le regalaban sus padres para que asistiera a la Orquesta Sinfónica.

"Mi casa era muy musical, pero nadie tocaba instrumentos. Recuerdo el descubrimiento de los Beatles como algo marcador y fundamental", acota sobre sus primeros acercamientos a la música. Y se le nota el amor por los cuatro del Liverpool en este libro, con bastantes alusiones a los Beatles, partiendo por el epígrafe donde recuerda un vinilo de "Rubber soul", que doblado por el sol, daba un salto repentino en "Drive my car", efecto que se adhirió a su recuerdo de esa canción para siempre.

-¿Cuál es tu disco favorito de los Beatles?

-Creo que "Revolver" es el disco que más me impresiona. Es un gran salto, una obra maestra que, como la mayoría de las obras maestras, se gestó sin pensar que lo sería, sin tomarse demasiado en serio.

-¿No hay nada en tu corazón para los Rolling Stones?

-Es divertida esa dicotomía. Nunca fui tan fan de los Stones quizás, justamente, porque mi gusto musical se forjó en torno a la música clásica. Los Stones vienen del rhythm&blues norteamericano. Lo notable de bandas como los Beatles, los Beach Boys y el llamado rock progresivo de los 70, es cómo hicieron suya la herencia de la música orquestal europea, transformando el rock para siempre.

-¿Te costó mucho hacer la selección musical?

-No me costó tanto, porque la música no está allí porque sea mi favorita o porque yo quiera hacer un análisis musical de ningún tipo. Son canciones que

El científico es académico de la facultad de Ciencias de la UAI e investigador del Centro de Estudios Científicos de Valdivia.

Cuando era niño, Gomberoff asistía a la Orquesta Sinfónica con los abonos que le regalaban sus padres.

me gustan y que genuinamente me han hecho pensar en fenómenos científicos. O viceversa, canciones en las que naturalmente he pensado a partir de un fenómeno físico. Por supuesto dejé afuera muchos temas, tanto científicos como musicales. Ya habrá tiempo para volver a ellos en el futuro.

-¿En qué formato escuchas música?

-Debo confesar que aunque tengo una colección de vinilos y CDs, que me gustan tanto por estética y sonido, finalmente lo que más uso son las aplicaciones de streaming. Son una adicción por facilidad, contenido infinito y recomendaciones.

-Puesto a elegir, ¿qué prefieres? ¿ Instrumentos de cuerda, viento, percusión, sintetizadores?

-Soy un enemigo de los rankings. El corazón humano es suficientemente grande como para acomodarlos a todos. De hecho, cuando mejor suenan, es cuando suenan juntos.

-Tu listado me trajo una canción desconocida: "Sleep" de B. Fleishmann. Cuéntame más de ella.

-En su momento fue una sorpresa para mí también y me atrapó. Yo no era un fan de la electrónica, pero en los 90 era uno de los géneros que más sonaban, por lo que era difícil de ignorar. Principalmente se trataba de música para bailar, muy rítmica y minimalista. En algún momento cayó en mis manos "Pop loops for breakfast", el primer álbum de B. Fleischmann, de 1999. Era un género al que llamaban IDM (sigla en inglés para "música inteligente para bailar"). Se trata de música cuyas raíces están en las pistas de baile de las fiestas electrónicas, pero que no fue compuesta con ese fin.

-¿Qué otro disco publicó Fleischmann?

- El 2003 publicó "Welcome tourist", otro gran disco que incluye "Sleep", la primera canción con voz humana que le conocí. La letra, además, era tan absolutamente hermosa. De una pureza y simplicidad alucinante. En el libro, cuando cuento la historia de Joseph Fourier y los componentes fundamentales del sonido musical, recordé de inmediato el comienzo de la canción. El sonido que se percibe es muy puro, en el sentido de contener pocos de estos componentes fundamentales. Al analizarlo con un software pude darme cuenta que efectivamente, no era un sonido totalmente puro como el de un diapasón, pero contenía apenas dos de estos tonos puros definidos por Fourier. La pureza del sonido era un reflejo del texto y una gran justificación para contar la historia.

Llena de pasión

Para el autor la ciencia y la tecnología avanzan en una especie de carrera de postas, con muchas búsquedas inciertas y alguna dosis de azar.

Gomberoff precisa que "la ciencia es una actividad profundamente humana. Existe esa falsa impresión que la ve como algo automático, árido y metodológico, pero la realidad es radicalmente distinta. La ciencia está llena de pasiones, ideologías, derrotas y accidentes azarosos".

El científico vaga libre por los confines de su mente como el artista por los pliegues de la suya: "Encontrar preguntas e inventar respuestas es intelectualmente la parte más difícil y la más divertida" afirma Gomberoff.

-La historia de la transmisión radial me pareció conmovedora. ¿Es una tecnología que nos sigue acompañando de manera inalterable?

-Claro que sí. Los clásicos no pueden pasar de moda. Desde el punto de vista tecnológico, las ondas de radio se siguen reciclando en las tecnologías de la comunicación de las maneras más ingeniosas y las observamos en el universo de modo natural. Grandes telescopios observan señales de radiofrecuencias que llegan desde las profundidades del cosmos. En el libro, por ejemplo, se cuenta la historia de Jocelyn Bell y el descubrimiento de los pulsares usando este tipo de instrumentos.

-¿Qué nuevos horizontes hay en el espectro radial?

-El espectro radial sigue siendo el mismo, pero el modo en que se utiliza cambia. Durante los últimos 20 años se han desarrollado el WiFi, el Bluetooth, y las tecnologías de telefonía celular G3, G4 y ahora G5.

-Cierras el libro negándote a un mundo donde la supremacía sea la de la experiencia robótica y el big data.

-Ciertamente el futurismo ha existido siempre y sus aciertos han sido bastante exiguos. Desconfío mucho de los análisis futuristas que piensan un mundo controlado por máquinas. Creo que es muy ingenuo extrapolar la curva del progreso científico y tecnológico. Si bien las máquinas pueden emular e incluso mejorar algunas de las tareas que hace el ser humano, no se desprende que en poco tiempo podrán hacerlas casi todas.

-Prefieres creer que nuestra naturaleza es mucho más interesante y profunda

-Difícilmente imaginamos qué cosas haremos en el futuro. La historia es no lineal e impredecible. Mira como una partícula microscópica nos tiene por meses encerrados. Imaginemos lo que imaginemos, probablemente estaremos equivocados. Si de imaginar se trata, prefiero pensar un mundo en que los humanos siguen componiendo música, escribiendo novelas y formulando teorías científicas. Me parece estéticamente apropiado. Y como trato se subrayar siempre en el libro, la estética es una de las más importantes guías de la ciencia.


"La música del cosmos"

Andrés Gomberoff

Debate

272 páginas

$14 mil

Por Amelia Carvallo

"Revolver es el disco que más me impresiona. Es un gran salto, una obra maestra que, como la mayoría de las obras maestras, se gestó sin pensar que lo sería".

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"Debo confesar que aunque tengo una colección de vinilos y CDs, que me gustan tanto por estética y sonido, finalmente lo que más uso son las aplicaciones de streaming".

"El espectro radial sigue siendo el mismo, pero el modo en que se utiliza cambia. Durante los últimos 20 años se han desarrollado el WiFi, el Bluetooth, y las tecnologías de telefonía celular G3, G4 y ahora G5".