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Que el lenguaje sexista no retorne a los estadios

"Basta de utilizar el lenguaje sexista para alentar a equipos, haciéndole creer a nuestras niñas que haber nacido mujer es motivo de insulto o debilidad". Gabriela Bustos Pereira, Comisión de Género Colegio de Periodistas de El Loa
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Conscientes de que el lenguaje crea realidades, son muchos los colectivos y comisiones de género en las hinchadas del fútbol chileno que han impulsado iniciativas para acabar con el machismo en los estadios, y es que basta ver cómo el género femenino es utilizado para denostar a un rival "débil", para comprender la gravedad de una problemática totalmente normalizada.

Cánticos tildados de inocentes e incluso folclóricos, son el fiel reflejo de la violencia hacia la mujer en muchas áreas, pero pese a lo potenciado que se ven en la tribuna de un espacio masculinizado por excelencia, parecieran carecer del repudio suficiente para ser erradicados.

Hoy en que el fútbol está pronto a reanudar sin público en los estadios, tenemos la oportunidad de reflexionar en torno al tipo de retorno con que soñamos, porque así como hemos aprendido a valorar el contacto físico al que estábamos acostumbrados antes de la pandemia, podríamos analizar qué aspectos o conductas definitivamente no necesitamos.

Dicho análisis se vuelve más urgente durante los últimos meses, donde la crueldad de la violencia ejercida en contra de mujeres nos ha sacudido y conmocionado. Pero, aunque ello implique una lección ¿qué tanto las rechazamos? Si bien pareciera que todos y todas concordamos en lo repudiables que son los abusos ¿acaso no es despreciable también normalizar discriminaciones y utilizar la "violación" como sinónimo de triunfo en la cancha? ¿No lo es también silbar a un portero simulando acoso para desconcentrarlo?

El que el fútbol y sus entornos hayan sido predominantemente masculinos podría explicar, mas no justificar, la repetición de lógicas patriarcales donde la mujer ha sido marginada. Pero ¿por qué seguir acatando una violencia estructural, y simplemente asumir que el lenguaje misógino será un rival más tras cada partido?

Basta de utilizar el lenguaje sexista para alentar a equipos, haciéndole creer a nuestras niñas que haber nacido mujer es motivo de insulto o debilidad, basta de replicar discursos machistas, homofóbicos y hegemónicos heredados, basta de normalizar que palabras como "madre" sean sinónimo de ofensa y vergüenza. Y, en definitiva, basta de discriminación y expresiones misóginas en los estadios porque pasará el COVID-19 y volverá el fútbol, pero tras las lecciones aprendidas en términos de respeto y equidad ¿cómo espectadores estaremos preparados?

Regreso a clases

Alcaldes y familias tienen temores fundados respecto a un retorno seguro para los estudiantes. Habrá que asumir que el retorno es hoy muy incierto. Si bien el coronavirus parece tener una baja peligrosidad en los menores, ellos son un activo potencial de enfermedad para otros grupos de riesgo, cuestión que debe tenerse presente a la hora de decidir.
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No han sido días fáciles para el mundo de la educación producto de la pandemia. Universidades, liceos, escuelas y colegios han visto completamente alterados sus desarrollos al enfrentarse a un escenario inédito para el cual nadie estaba preparado.

Desde marzo contamos casi seis meses de los efectos del COVID-19, lo que para el sector educacional se ha traducido, en aquellos que pueden, implementar clases telemáticas y entrega de guías.

Es bien evidente que no hay nadie que se sienta cómodo con la modalidad, los menores no están aprendiendo todos los contenidos necesarios, cuestión obviamente explicada por las dificultades de un asunto inmenso.

Al respecto, queda la convicción de que ninguno de los alcaldes de la región está por proponer el regreso físico a clases y debiéramos sumar a muchas familias que tiene dudas de todo tipo. Con toda honestidad debe reconocerse que se trata de juicios fundados. Hoy por hoy, no están las condiciones para tener clases seguras, tanto por el nivel de contagiados, como porque los establecimientos no tienen las infraestructuras necesarias para evitar las infecciones.

Por cierto, los efectos económicos son inmensos. Las corporaciones educacionales municipales y sostenedores privados están padeciendo los rigores de subvenciones restadas, mientras se mantienen los gastos fijos.

Es obvio que no se vive una situación ideal para nadie. Sin embargo, deberemos asumir que un regreso -al menos este 2020- parece casi imposible y no sabemos cómo y cuándo podría producirse el retorno.

En el caso de los infantes de edad preescolar o primeros años de edad escolar, la situación es más difícil por las propias características de los menores. Hacen imposible trasladarle una responsabilidad de auto cuidado.

Si bien el coronavirus parece tener una baja peligrosidad en los menores, ellos son un activo potencial de enfermedad para otros grupos de riesgo, cuestión que debe tenerse presente a la hora de tomar cualquier decisión. Los rebrotes ocurridos en otras naciones también son un punto relevante a considerar.

En esa perspectiva, el sector, apoyado por el gobierno y toda la comunidad educativa, esto es profesores, padres y apoderados, deben tratar de hacer lo posible para la mejor entrega de contenidos en las condiciones actuales. Esto es lo que hoy, con certeza, tenemos a la mano.

Salario mínimo y medianos y pequeños negocios

"Un incremento del salario mínimo a la línea de la pobreza tiene un impacto en la subsistencia de los medianos y pequeños negocios". Claudio Román, Licenciado en Antropología Social. Socio fundador de TrustMe Capital
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Existe una conversación donde siempre los economistas y los líderes de las grandes corporaciones siempre están de acuerdo, a la hora de hablar de medianos y pequeños negocios; el salario mínimo.

Cada vez que se habla de incrementar el salario mínimo, existe una oposición consensuada entre los "expertos" y los líderes de las grandes corporaciones. La oposición se fundamenta en el supuesto impacto negativo que haría quebrar a la mayoría de estos negocios. Puesto de esa forma, los argumentos "técnicos" parecieran del todo válidos.

Pero si profundizamos a entender qué está detrás de la supuesta preocupación por los medianos y pequeños negocios (MPN), veremos que en el fondo lo que hay es una preocupación por no modificar la estructura del sistema económico actual y las altas tasas de retorno de inversión que obtiene el sistema financiero a través de la concentración del capital y las altas utilidades de las grandes corporaciones.

Todo sistema económico opera dentro de un contexto social y cultural, en Latinoamérica y en particular en Chile y México, observamos mercados altamente concentrados, con baja competencia y muchas barreras de entrada.

Dado lo anterior, la subsistencia y crecimiento de los MPN es toda una odisea, porque enfrentan tres grandes dificultades simultáneamente; las grandes corporaciones presionan a sus proveedores a bajar sus precios, el sistema financiero presta a sólo un grupo pequeño de empresas y a tasas de interés poco viables para estos negocios (dada la falta de historial crediticio y clasificación el riesgo) y tienen vedada la inversión de capitales privados e institucionales, el Estado sólo presta ayuda a muy pocos negocios y excluye a la inmensa mayoría por razones ideológicas (desde la izquierda por su poca simpatía al emprendimiento y desde la derecha para no generar competencia a las grandes corporaciones).

En este contexto, es fácil entender que el impacto de un incremento del salario mínimo a la línea de la pobreza tiene un efecto directo sobre las grandes corporaciones. El modelo económico y el contexto hacen de la maximización de utilidades el propósito central de las grandes corporaciones en los mercados poco competitivos que dominan, más allá de las buenas intensiones de la Responsabilidad Social Empresarial.

Este objetivo se logra sacando competidores (o coludiéndose con algunos) y bajando al máximo los precios de los proveedores y pagar al máximo de plazo (un caso icónico es Walmart. En su inmensa mayoría los MPN el principal costo que tienen es el factor humano, dado ello se ven obligados a sostener el factor trabajo en niveles mínimos para poder lograr los precios que les exigen las grandes corporaciones.

Un incremento del salario mínimo a la línea de la pobreza tiene un impacto en la subsistencia de los medianos y pequeños negocios, pero también en la cadena de valor de las grandes corporaciones, lo cual seguirá siendo así, si no terminamos con los privilegios que tienen éstas últimas.

Preocuparse realmente por la viabilidad de los MPN no es mantener a los salarios de trabajadores bajo la línea de la pobreza, es combatir la falta de competencia de los mercados dominados por las grandes corporaciones y liberar el acceso a la inversión y crédito.