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Jugando a la güija con Emily Dickinson por WhatsApp

Un irreverente debut literario es el de "Vacío temporal" (Libros de la Mujer Rota), la primera y autobiográfica novela de Carla Vargas, una principiante que se atreve a conversar con los muertos.
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La protagonista del libro "Vacío temporal" escrito por Carla Vargas le envía un mensaje a su escritora favorita mediante una sesión de espiritismo.

Una pieza revuelta es la primera imagen que se lee en "Vacío temporal" (Libros de la Mujer Rota). Todo, regado de vómito después de un carrete imparable con alcohol y drogas de diseño de por medio. Despertar es tocar fondo para la protagonista, una joven profesional - sin nombre- que vive en Santiago, trabaja en lo que sea y vive lejos de la casa de sus padres.

La novela está basada en la propia biografía de la autora, Carla Vargas (Rancagua, 1994) periodista titulada en la Universidad de Chile que odiaba ir a clases. Entre trabajos que son tan libres como precarios, se suma el caos de los horarios y las parejas sexuales. Para alejarse de esa vida capitalina, se retira a Machalí, pueblo donde lucha por dejar el alcohol, combatir la ansiedad, la culpa, la inestabilidad, la caída del pelo y el deseo de encontrar el amor de un padre en una pareja. Para "limpiarse" hace un detox, se deja santiguar por el viejo sanador del pueblo y anota en una libreta sus reflexiones e ideas sobre cómo salir del túnel. De su propio túnel autodestructivo.

Carla Vargas -la autora reclutada por Los Libros de la Mujer Rota- tiene sólo 25 años, pero no vive en un completo drama, para nada. Es el humor el que libera al libro de esa carga. "Vacío temporal", su primer libro, se lo toma con calma en un retiro verdadero que vive en Machalí, en la casa de sus padres donde pasa la pandemia. La historia nació en el taller literario que imparte Claudia Apablaza, editora de Libros de la Mujer Rota. En este debut literario aparecen Susan Sontag y Emily Dickinson, autora norteamericana con la que Carla Vargas juega una especie de güija por WhatsApp. Allí, entre mensajes que van y vienen, se cuela uno de los poemas clásicos de la norteamericana, el legendario "Poema 288". Y mientras lo crea, o intenta crearlo, la autora chilena, que "no es nadie" la interrumpe con mensajitos. El poema original, de la Dickinson es este:

"Soy nadie. ¿Tú quién eres?

¿Eres tú también nadie?

Ya somos dos entonces. No lo digas:

lo contarían, sabes.

Qué tristeza ser alguien,

qué público: como una rana

decir el propio nombre junio entero

para una charca admiradora.

La elección de Dickinson no es casual. La autora estuvo enclaustrada en la provincia, en la casa de sus padres, donde la contemplación y la soledad le hicieron abandonarse a la poesía y también a las cartas, su único contacto con el mundo exterior.

Carla Vargas se nutrió de la poesía de Dickinson al punto de "meterla" como personaje en su primera novela. Su padre - el padre de Carla Vargas- leía mucho, habían libros en su casa para elegir: Ray Bradbury, George Orwell, "lecturas de papá", como dice la joven autora. Pero para hacer lo contrario de lo que se esperaba de ella, hasta séptimo básico, no leyó ni una gota. Hasta que se topó con "El diario de Ana Frank" y no pudo evitar leer con frenesí: Desde "Crepúsculo" y "Los juegos del hambre" hasta Roberto Bolaño, Susan Sontag, Sylvia Plath y Amélie Nothomb.

La protagonista de "Vacío temporal", la chica sin nombre, se aferra al teléfono para sobrevivir. En la trama aparecen amuletos, hechiceros y robos hormiga en grandes tiendas. Como trofeo guarda las etiquetas con el precio de los productos: luces, faldas, perritos para la ropa, lentes, sostenes, estuches, exprimidores, macetas, pantalones pitilllo, polerones, jardineras y un vinilo de los Días Extraños de The Doors.

Carla, por su parte, dice que no robaría: "Tengo una filosofía de vida más minimalista, que ya no va con robar". Sólo lo haría si necesitara comer: "Ahora pienso que da mal karma

robar por robar".

- "Robaría pan o unos aros"- dice desde Machalí, con la misma contradicción que se lee en todo su libro.

-¿Cómo trabajas lo verdadero y lo falso en la auto-ficción?

-Muchas veces el punto de partida es real, experiencias reales que se van transformando. Trabajo según lo que funcione mejor. Hay cosas que son cien por ciento ficción.

-¿Cómo se tomaron tus amigas y amigos estar en el libro?

-Hablé con ellos, sabían, tengo su permiso. Siempre les pregunto.

-¿Te han censurado alguna vez? ¿Te han dicho "esto mejor no…"?

-No, no me han dicho eso nunca.

-¿Llevas algún amuleto contigo, como la protagonista?

-¿La amatista? La tengo, pero ahora está en Santiago. No me he comprado otra. Realmente la usé un tiempo para dormir, la ponía bajo la almohada, me funcionaba. Cuando ya no me costaba dormir perdí la costumbre, era solo tener la piedra. Yo vivo en Santiago y ahora estoy pasando la cuarentena desde marzo en Machalí. Se me quedó todo, porque cuando empezó la embarrada yo fui a la playa con mi familia, finalmente no pude volver a Santiago, me quedé con lo que tenía.

-Hay una parte de tu novela en la que whatsappeas con Emily Dickinson. ¿Con qué escritora chilena fallecida harías hoy lo mismo?

-Con María Luisa Bombal.

-En tu prosa ocupas mucho punto seguido. ¿Cómo nació esto? ¿Tienes algún referente? ¿Tendrá algo que ver con que estudiaste periodismo?

-No sé si referente explícito, es más algo que se dio naturalmente, siempre se me dio escribir así. Tal vez viene del periodismo, no lo sé.

-¿Cuál es tu opinión de los talleres literarios?

-Solo estuve en el de Claudia (Apablaza). Me sirvió mucho, como la mitad de la novela tal vez, o un poco menos la trabajé en el taller. Todas las semanas tenía que llevar un texto para leer, estaba en la obligación de escribir, y me servía mucho el feedback. Todas comentaban mis textos. Los talleres ayudan a los escritores principiantes como yo. Ayudan a encontrar la voz narrativa, el estilo tal vez.

-Se trabaja la contradicción. Después del carrete de espanto, pizza con piña. Una elección polémica además.

-A mí ni siquiera me gusta.

-¿Y por qué la elegiste?

-No sé, se me ocurrió y la dejé.

-La contradicción de la protagonista, ¿la trabajaste así o es una manera de pensar?

-Es una manera de pensar.

-¿Has tomado mucho alcohol en esta pandemia?

-A veces en video-llamadas con amigos. Al principio tomaba más con mi familia. A mi mamá, le gustaba que le hiciera tragos preparados y ahí tomaba un poco. Pero ahora no estoy tomando hace harto tiempo. No me llama la atención, me da lata.

-Igual es más aburrido tomar en la casa.

-Sí.

-Escribiste de Machalí. Pocas veces ha aparecido en la literatura.

-No he leído toda la literatura de la Sexta Región, quizá también aparece en algo y no tengo idea. Pero por eso quise usarlo. Obvio porque lo conozco y soy de acá. No es muy común que se use Machalí en la literatura.

-En "Vacío temporal" hay muchos recuerdos. ¿Utilizas todo o dejas algo privado para ti?

-Ambas cosas. Me gusta el recuerdo, siempre estamos recordando cosas, todo el día. Pero también hay asuntos privados. Uno selecciona de qué escribir y de qué no. Todo el día, cualquier cosa evoca un recuerdo, aunque sea chico.


"Vacío temporal"

Carla Vargas

Libros de la Mujer Rota

147 páginas

$9 mil

Por Cristóbal Gaete

"No he leído toda la literatura de la Sexta Región, quizá también aparece (Machalí) en algo y no tengo idea. Pero por eso quise usarlo. Obvio porque lo conozco y soy de acá, de Machalí".

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"Me gusta el recuerdo, siempre estamos recordando cosas, todo el día. Pero también hay asuntos privados. Uno selecciona de qué escribir y de qué no. Todo el día, cualquier cosa evoca un recuerdo".