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Chinita, ¡mi hogar es tu Santuario!

"Contigo, queremos ser constructores de una nueva sociedad, liberados de esta pandemia que ha desnudado nuestras pobrezas espirituales y materiales"
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Estamos a dos días de la fiesta de la natividad de la Virgen María, la celebración de la «flor más hermosa» de nuestra Iglesia loína, y de este basto desierto, que se viste de colores, danza y se emociona, ante la mirada de esta «Chinita» que derrite con sus ojos, y el silencio con que nos ve desde su digno porte en medio nuestro. Guadalupe de Ayquina, quiso quedarse en una quebrada silenciosa y fecunda, en medio de la aridez de nuestro desierto. Desde que jugaba con el pequeño Casimiro Saire, hasta hoy, ha sido testigo de nuestras penas y alegrías, nos ha mostrado a su Hijo que está acurrucado en los cálidos brazos de su mamá, y que, desde ese rincón hermoso y cálido, escucha nuestras oraciones.

Para regocijarme y exponer las grandezas de María, y junto a ella, la más excelsa hija de la Iglesia Católica, llenarme de alegría y como ella, exponer el más bello canto de acción de gracias por las maravillas de Dios, en la vida de nuestra gente...

Junto al salmista uno se pregunta: «¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?» (Salmo 8) que has dado a la madre del redentor, el ser compañera generosa de la obra de tu Hijo. Que con mirada transparente nos has conquistado el corazón que late al unísono, entre caminatas de largo aliento, para llegar a tu Santuario, con mochilas cargadas de dolores y de esperanzas, ¿una simple hazaña? No, ciertamente no. ¿Qué tienes Madre, que has conquistado corazones de niños, jóvenes y ancianos que danzan su vida entera, como lo hizo una vez el rey David, ante el Arca de la Alianza? Junto a ti ¡se está bien!... como en el Tabor de la vida, la fiesta de Ayquina, es como el recreo necesario para rearmarnos y bregar la dura vida que aquí, en esta zona árida de nuestra patria, nos toca vivir.

Junto a ti ¡se está bien!, para refrescar las fuerzas que se necesitan para convertirnos en los discípulos y misioneros que el Señor requiere, para conquistar los corazones que por la gracia del bautismo han sido elegidos para la vida eterna, pero que durante el año van ajándose y perdiendo su brillo. Junto a ti, nos rearmamos, santa Madre de Dios, para retomar los ideales de santidad que requerimos para transformar el mundo en el que vivimos, y para hacerlo más amable y noble, caritativo y solidario. Contigo, queremos ser constructores de una nueva sociedad, que liberados de esta pandemia que ha desnudado nuestras pobrezas espirituales y materiales, sabemos que nos procurarás el vino de la nueva alianza, que ha sido derramada por tu Hijo Jesucristo, mostrándonos cuánto nos ama y quiere impulsarnos a nuevos horizontes como persona y sociedad. Sí, ocho de septiembre, ya va amaneciendo… y por eso decimos: ¡Viva, María! Yeste año expresamos: Chinita, ¡mi hogar es tu Santuario!

Óscar Blanco Martínez

Obispo de Calama

Plebiscito oportunidades y limitaciones

"Esta misma demanda es necesaria formularla al interior de la región porque Antofagasta no es toda la región". César Trabucco, Sociólogo
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Sin lugar a dudas el próximo 25 de octubre Chile tiene la gran oportunidad de tomar una decisión que determinara las grandes líneas que definirán las normas de convivencia básicas que nuestra sociedad quiera darse para regular lo que entre todos llamamos nuestra arquitectura política.

Este evento, de la mayor significación democrática, como todo suceso de estas características ofrece oportunidades y amenazas dependiendo del cristal desde donde se le mire y de las acciones que desde esa perspectiva surjan como necesarias y deseables si se desea una carta que garantice nuestro futuro de acuerdo a lo que las mayorías definan y no a partir de lo que algunos iluminados decidan.

Una gran limitación para nuestro futuro lo constituye el paradigma centralista que opera en todos y cada uno de nosotros como una cuestión ya estructural y que se traduce en que, por ejemplo, para resolver estratégicamente el chantaje permanente a la democracia que ejerce el gremio de los camioneros haya surgido naturalmente el tema del tren y el cabotaje. Hoy, ya un insigne gestor de las demandas regionalistas hablo de un tren al sur y hasta La Serena por el norte, siendo el paradojalmente, diputado por el distrito 6 de la Región de Atacama.

Seguramente en su planteamiento cayó en el juego del análisis economicista de las rentabilidades y los dogmas de oferta y demanda sin considerar que el tema del tren nacional es un tema político estratégico que supera a los análisis del relato economicista que avalan que Chile hacia el norte llega hasta La Serena.

Por otro lado nuestra universidad estatal regional está realizando un interesante esfuerzo de socialización respecto de temas constitucionales y hasta hoy solo han aparecido distinguidos académicos de la capital sin considerar la gran masa crítica de distinguidos constitucionalistas regionales formados en nuestras universidades y que están en condiciones, me consta, de formular demandas constitucionales en beneficio de la región y que los capitalinos consideran absolutamente inviables. Ya lo han dicho.

La discusión constitucional que se avecina realizada por la convención constituyente es el momento y el lugar adecuado para formular nuestras legítimas demandas en torno a descentralizar. Perder esta oportunidad en consideración a otros intereses es farrearnos la posibilidad, en conjunto con las otras regiones del país, de dotarnos de una carta magna que dé cuenta de nuestra diversidad territorial y el derecho de los ciudadanos que las habitamos a gozar de un futuro mejor.

Esta misma demanda es necesaria formularla al interior de la región porque Antofagasta no es toda la región es solo su centro político administrativo y no olvidarlo es el primer ejercicio necesario para ir dejando atrás el paradigma centralista.

Una crisis a la vista

El momento de nuestra región es más complejo que el mero efecto de la pandemia; hay aquí elementos que han develado una crisis más profunda y radical. El desempleo de 13% (31% en realidad), los más de 17 mil infectados de COVID-19, las siete mil familias viviendo en campamentos, no son hechos aislados, están relacionados, tienen causas fundantes.
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Los números macro que hoy ostenta la Región de Antofagasta podrían ser leídos como la consecuencia obvia de años de malas gestiones, liderazgos débiles, el resumen injusto para un territorio con una enorme musculatura, pero deficiente en tejido social y una débil carta de navegación.

Más allá de la coyuntura de la pandemia, y antes del estallido social, la región comenzó a soportar una ramplonería permanente y sistemática, solo disfrazada por dos fenómenos puntuales que han marcado las décadas recientes: la enorme inversión privada en minería y el súper ciclo de precios del cobre, que entregaron empleos y recursos en una escala inédita.

En ello descansó el Estado que dejó de cumplir su labor, algunas empresas, las cuales aportan muy poco o nada a la comunidad y los liderazgos locales, que deambulan entre la falta de sentido común, la incapacidad para lidiar con los problemas, una ausencia de ideas y una torpeza abrumadora.

¿Cuantos años lleva en espera el parque Borderío de Calama? ¿Cuál fue el último gran proyecto desarrollado por la Municipalidad de Antofagasta?

La violencia experimentada a partir del 18 de octubre inaceptable por cierto- es más profunda de lo que se cree. No tiene que ver, como algunos creen con grupos infiltrados o cosas por el estilo, sino que son el signo inequívoco de un modelo de desarrollo regional colapsado y sobrepasado que debemos asumir como tarea.

La tasa de desempleo de 13% (31% en realidad), los más de 17 mil infectados de COVID-19, las siete mil familias viviendo en campamentos, cada uno de los hechos violentos sufridos, no son hechos aislados, están íntimamente relacionados, tienen raíces similares, causas fundantes que las explican.

El momento en el que estamos sigue siendo una oportunidad para todos. Para cimentar el futuro, aprovechando las oportunidades que hay, pero relacionándose de manera distinta. Hacer más de lo mismo no servirá y no creará sentido comunitario; se requiere otro trato con la ciudadanía que está al margen de los éxitos conseguidos y no tiene sueños que sirvan de objetivo.

Hacerse cargo de ello, conversar, buscar acuerdos y salir adelante, es lo único que tenemos a mano para enfrentar meses que serán complejos, pero que podemos salvar si comenzamos a trabajar en serio.