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"Mi familia es lo que más me enorgullece"

IDENTIDAD. Homero Caldera Latorre, abogado, secretario del Tercer Juzgado Civil de Antofagasta.
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Homero Caldera Latorre nació en San Felipe, vivió casi cinco décadas en Santiago, pero la vida le tenía reservada una etapa importante en Antofagasta, ciudad de la cual -dice- ya se siente parte, pese a haber llegado a ella "de casualidad".

Los últimos 14 años ha trabajado como secretario del Tercer Juzgado Civil, extendiendo una larga carrera en el Poder Judicial, donde es uno de los funcionarios más antiguos en ejercicio.

En lo personal es casado, y tiene cuatro hijas, una de ellas periodista.

¿Cómo llega a radicarse en Antofagasta?

-De casualidad. Yo era auxiliar de la justicia en Santiago y luego de haber servido 43 años postulé para un cargo en el Poder Judicial en Antofagasta y fui nombrado. Y ya llevo un poco más de 14 años en esta ciudad, que la conocí en otros términos. No la encuentro parecida ahora a como era cuando llegué, las veredas estaban todas deterioradas, las personas se caían. La calle frente al Hotel Antofagasta, me refiero a Avenida Balmaceda, no existía en los términos que está ahora.

¿Qué fue lo que más le impresionó del norte?

- Yo sabía bastante de la situación minera del salitre. Cómo se trabajaba con el sistema shang y fue maravilloso para mí conocer, por ejemplo, las oficinas Santa Laura, Humberstone y también la oficina Chacabuco. Estuve en el teatro, visité otros lugares y lo que más me impresionó fue que en una muralla de lo que parecía una habitación, en grande, estaba dibujada una iglesia, porque se nos contó que ahí hubo prisioneros políticos.

¿Qué sentimientos ha desarrollado por el norte en estos años?

-Más bien, recuerdos. Cuando he ido, por ejemplo, a Hornito y hacia el lado del balneario Juan López, me hago una pregunta en forma divertida: ¿Qué ando haciendo yo en este norte? Me imagino los carretones, las mulas, los calicheros, los hombres que trabajaban en las salitreras. Veo cómo quedó el terreno y eso me causa mucha admiración, y al mirar los cerros los comparo con los de la Quinta Región, echando de menos el verde, pero me han llegado a encantar muchísimo todos los cerros de distintos colores y formas que existen en esta región.

El clima es maravilloso, dicen que antes era un verano permanente, que la gente se bañaba todo el año en la playa, lo que no ocurre en la actualidad, pero aún así todo el mundo se vanagloria de este clima, sobre todo los que llegamos desde el sur, como dicen.

¿Qué se siente haberle dedicado tantos años al Poder Judicial?

-Una satisfacción muy grande. Ingresé al Poder Judicial en 1964. No cualquiera está tanto tiempo. A lo mejor soy uno de los últimos que impone aún en la Caja Nacional de Empleados Públicos y Periodistas, Canaempu, y, por qué no decirlo, creo ser el funcionario judicial más antiguo de Chile.

Siempre he sido bien calificado en la llamada Lista Uno, la mejor. Yo no sé qué haría si me fuera de esta actividad, la extrañaría mucho, pienso.

¿Cuál es su mayor tesoro, lo que más lo enorgullece?

-Mi familia es lo que más me enorgullece. Que está compuesta por mi cónyuge, Hilde Pfeiffer Castillo, que también es abogado, a quien admiro y adoro, y por mis cuatro hijas: Margó (kinesióloga); Constanza (periodista), Valentina (profesora de Educación Física) y la menor, Pía, que está terminando su carrera de Derecho, a todas las quiero por igual.

A la periodista la admiro sobremanera, leo todas sus notas. Espero, con ansiedad en la mañana la llegada del diario para leer sus notas.

¿Qué opina del Chile actual?

-Que no es el Chile en el que yo nací. Es otro Chile. Cuando me hablan de la educación, yo siempre me eduqué en educación pública con doble jornada de mañana y tarde, en el Liceo de Hombres Dr. Roberto Humeres Oyanedel , donde cursé toda mi educación pre-universitaria, esto es, kindergarten, preparatoria y humanidades, donde estuve interno y mediopupilo, sin pagar un peso. Entré a la Universidad de Chile y no cobraban nada. Y teníamos un servicio médico de los alumnos gratis, y si teníamos problemas económicos había en la Escuela de Derecho una asistente social. Recuerdo que en algún momento tuve necesidad, ya que no venía de una familia de fortuna, de irme a una pensión y la Universidad me financió el año, y luego cuando egresé pregunté cuánto debía, me dijeron que nada. ¡qué distinto es ahora!

¿Qué consejo daría para ser feliz?

- Tener la intención de serlo. La felicidad es gratis, es tomar con alegría todas las cosas. Decir cuando despierto en la mañana, sea o no creyente, en una religión: otro día Señor, porque no hay nada más lindo que nacer todos los días. Dormir y despertar con alegría. Salir de la casa con alegría, sin regañarse. Irse alegre, no llevarse la amargura de la casa para allá, sino que la alegría de la casa, y la alegría del trabajo a la casa también.