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Desconfinamiento: la paradoja del reencuentro

"Desde esta perspectiva, la conducta social también aparece como amenaza, ya que es la principal fuente de contagio". Dra. María Elisa Molina, Directora Unidad de Investigación en Procesos Relacionales y Psicoterapéuticos (UNIR) UDD
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En el proceso de desconfinamiento, el motor principal es volver al trabajo y, en relación a los vínculos humanos, es poder encontrarse con los otros, los más cercanos, en un espacio de afecto. Volvemos a nuestros espacios laborales centrados en nosotros mismos, en nuestro espacio privado y protegido: la mascarilla, la distancia social, la preocupación de evitar el contacto directo, nos hace permanecer en un espacio psicológico con fronteras más firmes que antes y poco flexibles. Ahí seguimos estando en un lugar íntimo con "máscaras" que nos ocultan y nos mantienen aislados. Eso tiene un impacto psicológico, porque lograr el objetivo de reconectarnos se nos hace difícil, ya que la tendencia más básica es a permanecer en ese espacio privado donde estamos a salvo.

La presencia del miedo. Lo percibimos como parte del clima, como si lo sintiéramos en el ambiente. Necesitamos reencontrarnos protegidos. Eso nos confunde. Si me acerco mucho, el otro se aleja, y no sé si lo he incomodado o su alejamiento es un gesto de molestia y rechazo. Nos confundimos frente a cómo interpretar los nuevos signos.

Surgen direcciones y necesidades distintas. Se plantean nuevos significados, respecto del valor de la calidad de vida y los sentidos de seguridad y protección. Aparecen ambivalencias en nuestras formas de sentir, de pensar y dudamos. Los efectos de la pandemia Covid-19 se suman a otras percepciones de amenazas: terrorismo, cambio climático, asaltos, la crisis económica y social. Esto favorece que surjan prejuicios, cansancio de lo vivido, la adaptación, la sensación de estar reaccionando a un nuevo entorno cada día. Desde esta perspectiva, la conducta social también aparece como amenaza, ya que es la principal fuente de contagio.

Entramos en una paradoja del reencuentro: queremos correr a abrazarnos, pero el virus nos ha aislado en la búsqueda de la sobrevivencia. El lugar donde somos contenidos y nos sentimos seguros son nuestros grupos de pertenencia. En ellos confluyen bienestar y seguridad. Eso implica desarrollar un sentimiento de "nosotros" de grupo donde se genera colaboración y confianza.

Entonces el concepto reencontrase nos genera ambivalencia. Cómo se vive en esta nueva etapa, cómo construimos la experiencia de conexión, en circunstancias en que la vivimos en tensión. Necesitamos replantearnos nuestras interacciones porque, más que antes, son fuente importante de bienestar para los que participamos. Esto es un gran desafío porque lo que nuestros cuerpos comunican a diario es "quiero mantener distancia contigo". Pero para reencontrarnos como comunidad necesitamos construir una nueva dirección y contradecir lo que nuestros cuerpos están comunicando.

El concepto de industria

"Como se puede leer en ningún momento la palabra industria llama a la contaminación o destrucción de ecosistemas". Danilo Hernández Ulloa, Director Ingeniería Civil Industrial e Ingeniería Industrial Unab
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Tengo la percepción que la palabra industria, en esta generación y algunas de las pasadas, resuena como una expresión no grata para gran parte de la sociedad, sobre todo para aquellos que estamos viviendo las consecuencias de una revolución industrial que no consideraba en su quehacer el medioambiente y los ecosistemas como parte "viva e interactuante" de un nuestro territorio y planeta.

Es sabido que el crecimiento o desarrollo industrial, con todas sus variables y constantes, promueve la activación económica y personal mejorando la calidad de vida de los ciudadanos, pero a su vez estimula significativas transformaciones en el entorno social y ambiental, algunas con impacto positivo, pero muchas que ocasionan un desequilibrio, contaminación, calentamiento Global, velocidad del cambio climático, entre otros, en la conexión de los distintos ecosistemas que se configuran en un solo punto, la tierra.

Según el texto obtenido de etimologias.dechile.net "La palabra industria viene del latín industria, vocablo formado por el prefijo indu- (en el interior) y la raíz del verbo struo (construir, apilar, organizar, fabricar), con el sufijo de cualidad -ia. Actualmente designa preferentemente a todas las actividades humanas destinadas a la obtención y transformación de todas las materias naturales, con vistas a la obtención de bienes trasformados de consumo. Pero en latín significó primero "aplicación y laboriosidad" y al mismo tiempo "ingenio y sutileza", muchas veces "artificio solapado que uno trama en el interior de su mente."

Como se puede leer en ningún momento la palabra industria llama a la contaminación o destrucción de ecosistemas y entornos, todo lo contrario, nos incita a trabajar desde el interior (lo interpreto como conocerse y gestionarse a sí mismo, nuestros procesos) e igualmente a construir y organizar aplicando ingenio y sutilezas a todas las actividades humanas para la transformación… para las transformación de las manera en que nos relacionamos, compartimos y colaboramos, para la transformación de los procesos y la gestión del conocimiento, para la transformación de consumidores en usuarios, pero sobre manera para la transformación de una economía línea a una colaborativa y circular, entre muchas otras cosas que debemos cambiar para un desarrollo industrial y económico sostenible.

La invitación es a tomar la palabra industria en su aspecto más positivo, provocando el bienestar de toda la sociedad y de las personas, flexibilizando y adaptándose a una industria 4.0 y una sociedad que interactúa con Inteligencia artificial, maquinas inteligentes y robots en una sociedad 5.0 donde la persona es el centro del desarrollo y en la que nadie se quede atrás.

Sobrepeso y obesidad

Es evidente que la pandemia ha complicado la actividad física de toda la población; la responsabilidad individual y familiar es fundamental. El sobrepeso en niños menores de 5 años en Chile, es de 9,3% (el cuarto en Sudamérica), mientras que en la población adulta (mayores de 18 años) la tasa es de 28%, la segunda en esta parte del continente.
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La cuarentena y las medidas que se han adoptado desde marzo de este año para que las personas no salgan de sus casas con el fin de no exponerse a contagios con el coronavirus, han impactado también la salud, tanto física como mental. Si bien estas acciones van en el sentido de resguardar la vida de las familias, han limitado asimismo la actividad física, ya que no se han adoptado hábitos de reemplazo, como realizar ejercicios dentro de la casa.

Y es probable que los menores de edad sean uno de los segmentos más golpeados por esta inacción, a lo que debe agregarse la mayor propensión a comer en exceso, con lo que se ha agravado la condición de sobrepeso y obesidad.

Hace unos días se dieron a conocer los resultados de la "Encuesta de consumo de alimentos y ansiedad durante la cuarentena por covid-19 en Iberoamérica", que arrojó que el 44% de los chilenos aumentó de peso durante las primeras semanas de cuarentena. En el resto de los países, Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay, Paraguay, Panamá, Costa Rica, Guatemala, México y España, el aumento de peso fue de 38,5% promedio. En nuestro país, el sondeo consideró a 1.722 personas de todas las regiones y fue liderado por Leslie Landaeta, nutricionista, doctora en Biomedicina y profesora investigadora de la Universidad de Las Américas.

El sobrepeso y la obesidad tienen impacto directo en enfermedades como la diabetes, patologías cardiovasculares e hipertensión, que se encuentran entre las que provocan más muertes. En el caso de las mujeres, involucra irregularidades en su ciclo menstrual y las que presentan obesidad, pueden gatillar resistencia a la insulina, afectando la ovulación y sus posibilidades para lograr un embarazo efectivo. Los informes de los Servicios de Salud confirman que hoy se ven más adultos jóvenes con problemas cerebrovasculares, situación que antes era impensada.

Las restricciones impuestas por la pandemia no han hecho más que agravar aún más la situación de sobrepeso de los chilenos, por la mayor ingesta de calorías y la poca actividad física, algo que exige consciencia y educación por parte de las familias.