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Irregularidad: 12 clubes del fútbol chileno ya cambiaron al DT en 2020

SIN CONTINUIDAD. Sólo en la última quincena se produjeron siete cambios en bancas de equipos que juegan en Primera A y B. La carencia de políticas deportivas explica el mal pasar de la actividad.
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Que en el fútbol mandan los resultados es una afirmación inextinguible y que se aplica en todas las ligas del mundo. Pero quizás el mal momento de Chile a nivel continental en los torneos de clubes se explica también por la comprobada incapacidad de mirar a los clubes desde una perspectiva de política deportiva, más allá del proyecto inmediato o la meta a fin de año.

Podría decirse que este es el mejor momento como para instaurar esas políticas, más cuando el principal ingreso económico viene desde la televisión por cable y no del exigente hincha en las graderías.

Pero los clubes siguen jugando a la ruleta, con apuestas que siempre terminan explicando los malos resultados. El mejor ejemplo es el de la última semana. Gualberto Jara en Colo Colo, el argentino Patricio Graff en O' Higgins, Francisco Bozán en Deportes La Serena, Luis Landeros en Santiago Morning, Víctor Rivero en San Luis y Jürgen Press en Deportes Valdivia dejaron sus puestos por malas campañas y desavenencias con directivas que les quitaron el piso.

No hay que mirar tan atrás para reconocer los casos de Marco Antonio Figueroa en Cobreloa, Jaime Vera en Deportes Iquique, Germán Corengia en Coquimbo Unido, que también salieron anticipadamente de los clubes.

Se suman dos casos, que dejaron procesos a medias aunque allí no hubo despido. Deportes Copiapó se quedó sin Héctor Almandoz que partió a cubrir el puesto dejado por su compatriota Juan Manuel Azconzábal en Antofagasta. Más allá de la oportunidad, también aparece el factor de la capacidad de los clubes nacionales para retener y extender procesos en el tiempo.

Cobreloa

El caso de Calama es absolutamente decidor. Desde que la directiva que dirige Walter Aguilera asumió en 2016 y dejando fuera a los interinatos respectivos -César Bravo y Rodrigo Meléndez en 2016, el propio "Kalule" en 2018 y Nelson Soto en la actualidad-, el club ha contratado a cinco entrenadores.

Carlos Rojas fue el primero y se fue después de tres partidos, José Sulantay estuvo cerca del ascenso pero se terminó yendo por diferencia con los directivos, Rodrigo Pérez fue despedido tras una rueda y Víctor Rivero decidió "abandonar el buque" al no contar con el sostenido respaldo de su proyecto.

A eso se suma el primer adiestrador minero en la serie B, el argentino César Vigevani, quien se terminó marchando en medio de un camarín con públicas indisciplinas y un total descontrol de su función.

Incluso, antes de la llegada de esos entrenadores pasaron otros nombres como probables. Miguel Riffo, Mario Salas, Luis Marcoleta, Miguel Ponce y hasta Jorge Aravena desfilaron por la pasarela de probables. ¿Un denominador común? Todos tenían proyectos distintos, al igual que los que terminaron viniendo a calzarse el buzo naranja. Es decir, una falta de política deportiva para encontrar un perfil común.

El último fracaso, con MAF a la cabeza puso a pensar a la comisión de fútbol, en donde su presidente, Adrián León asumió el mea culpa y hasta afirmó que "quizás llegó el momento de que le demos respaldo a un proceso de dos años, en donde al entrenador que venga le podamos decir que cuenta con una columna vertebral de jugadores con cierto perfil para Cobreloa". Es decir, armar la base en Calama y no dejar que el nuevo DT sea quien arme el equipo desde cero, finiquitando jugadores y cometiendo el mismo error de todos los años.

Una idea que requiere de un especialista en la industria: un gerente técnico.

"Hemos estado conversando la opción de que llegue una persona que nos asesore permanentemente desde ese cargo y es algo en lo que el directorio está de acuerdo", dijo el presidente de la institución, Walter Aguilera. Una decisión que aunque tardía -después de cinco años-, podría comenzar a mejorar el panorama.

Riesgo

En caso de que Cobreloa no logre ganarle a San Luis de Quillota, mañana en el Zorros del Desierto, no se descarta que, al igual que Colo Colo en 2020 -con la salida de Mario Salas y Gualberto Jara-, puedan incluso apuntar a un tercer entrenador en el año, dejando a Nelson Soto de vuelta en las series menores de la capital.

"No me presiona porque siento que los jugadores han tenido una respuesta desde que me tocó asumir y porque en caso de que no me toque continuar, la directiva ha sido muy clara en presentarme la oportunidad que era por cuatro partidos y después de eso evaluar mi continuidad", dijo el entrenador interino.

Algunos hinchas aprueban otro cambio y el medio especializado parece estar en contra de una eventual salida de Soto. Pero, ¿es el tema del entrenador el verdadero problema del club?

El ejemplo más citado por los directivos en Calama y en otras instituciones con crisis deportiva es el de Universidad Católica. Y el error de muchos es citarlo como un "proceso".

Lo del actual bicampeón del fútbol chileno está lejano a ser un proceso y efectivamente obedece a una política deportiva instaurada por su timonel, Juan Tagle y su gerente técnico, José María Buljubasich, uno que cometió varios errores en la elección de nombres en un inicio.

La UC cambió tres técnicos en los últimos dos años -se cae la teoría del renombrado "proceso"- pero encontró a un reemplazante que siguió la línea de trabajo y renovó los títulos, además de mantener un promedio de seis a siete refuerzos. Promoviendo futbolistas de casa. Eso es seguir una ruta establecida y a largo plazo sin desviarse del camino.

Y allí hay política deportiva, con perfiles y formas de trabajo definidas. Algunos, aún están a tiempo de establecerla y proyectarse a mediano plazo.

9 entrenadores tuvo Cobreloa desde que descendió a Primera B. Si no gana mañana podría seguir incrementando la lista.

5 técnicos tuvo la UC en los últimos cinco años ganando ocho títulos. Procesos que se enrielan en una política deportiva.