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"Hay que valorar la vida y la familia"

ANTOFAGASTINIDAD. Briggith Calderón González, periodista.
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Briggith Calderón González llegó a Chile a mediados de 2003 desde Bogotá, Colombia, y hace poco logró la nacionalidad chilena, lo que la llena de orgullo.

Esta periodista, que se hizo conocida en la televisión local por su llamativo acento y sus agudas entrevistas, tiene dos hermanos, y una hija pequeña a quien adora. "Ella no solo es la expresión del amor más profundo, sino la fuerza de vivir y la explicación de todos mis esfuerzos día a día", explica.

Briggith emigró hace años al mundo privado, donde sigue ligada a las comunicaciones, pero en una faceta distinta.

¿Cómo llegas a Antofagasta y por qué eliges quedarte?

- Llegué por amor de juventud, me casé con hombre muy bueno, pero al cabo de tres años descubrimos que no teníamos proyectos en común a largo plazo. En ese periodo, me desafié a buscar trabajo y auto valerme. Hice funciones de secretaria en un taller mecánico, telemarketing y digitadora en una multitienda, y en paralelo tocaba puertas de radios, diarios y canales locales.

Hasta que en 2004 resultó. Entré a canal VLP y trabajaba con adrenalina, porque traía la costumbre y experiencia de dos cadenas nacionales de noticias donde me desempeñé por 4 años en Colombia. Eso me abrió puertas. Al cabo de un año, cuando cubría una nota policial en la PDI, la editora de TVN Red Antofagasta me preguntó si estaba dispuesta a ser free lance para cobertura después de las 18 hrs., fines de semana y reemplazos. Entré. Mi acento al principio les complicaba, pero luego lo apreciaron. Fueron 7 años hermosos.

¿Qué aprendiste en esa etapa de tu vida?

- Aprendí que el rigor y la ética son primordiales, que empatizar con las necesidades y quejas del otro moviliza a buscar soluciones y comprometer a públicos y privados, que la televisión es una vitrina valiosa no sólo de forma individual sino colectiva, que el tiempo no se puede desperdiciar y que es muy importante rodearse de buenas personas, que te aporten, te quieran y te ayuden a ser mejor cada día.

¿Qué es lo que más te gusta de Chile y del norte?

- La gente porque tiene tesón, fuerza, trabaja mucho, se sobrepone siempre. He tenido amigos fieles y acogedores siempre. También el clima, porque no es extremo frío ni extremo caliente, y las lluvias son infrecuentes, leves y exquisitas. Los paisajes, que en mi perspectiva pasaron de ser simplemente desérticos costeros a ser infinitos en riqueza y bellos matices.

¿En lo personal, cómo te ha afectado la pandemia?

- Trajo incertidumbre y temores. Mi mamá vino en febrero a visitarme y su estadía se alargó cinco meses a causa del covid. Mi hermano debió abandonar Iquique y debí apoyarlo trayéndolo a mi casa. Gestioné sus cupos en un vuelo humanitario en julio pasado y fue desgarrador verlos partir.

Se me ha hecho muy difícil conciliar los oficios de casa, el trabajo remoto, las clases virtuales y la protección emocional de todos los míos. Me ha dado angustia y estrés intentar enfrentar con éxito y paciencia todo esto. Pero cuento con el papá de mi hija, que es extraordinario junto a su mamá.

¿Cómo crees que será el mundo cuando esto pase?

- Me parece importante el aprendizaje sobre el valor de la vida y la familia. La pandemia volcó la mirada a lo esencial y no a lo material. Nos hizo conocer mejor a los hijos y disfrutar las sencillas cosas en el hogar. Admiro la inmensa capacidad de los trabajadores de mantener operativas a las empresas, las decisiones de éstas con medidas oportunas y sostenidas de seguridad y salud, la solidaridad de los vecinos con tantas ollas comunes, la nueva valoración al personal médico, de aseo y atención de emergencias. Todo eso es un aporte al mundo que deja esta pandemia.

¿Cómo te definirías a ti misma?

- Intensa y apasionada. Entregada como mamá. Amante de la familia. Buena amiga. Tan valiente como sensible. Perceptiva, exigente conmigo y con los cercanos. Rigurosa y comprometida con el objetivo. Directa y concreta. Enemiga de la mediocridad y la lentitud.

¿Cuáles son tus sueños no cumplidos?

- Muchos, pero no puedo ser egoísta, así que los metí al congelador por un tiempo hasta que pueda ver mi niña batir sus propias alas y no sentir culpa de dedicar mi tiempo a otra cosa. Algunos de esos sueños son estudiar en una universidad de Santiago, viajar en plan romántico por más de un mes, regalarle otra vivienda a la abuelita paterna de mi niña.

¿Dónde te imaginas en diez años?

- Creo que estaré en Antofagasta aunque tengo un profundo deseo: que mi hija estudie afuera cuando termine el colegio. Si ella también se arriesga y permite que la acompañe, lo haré. Haré todo para que sea explote sus capacidades, se sienta plena y feliz. De lo contrario espero tener mi propio emprendimiento y vivir de él, tener una casa con un jardín bello, amplia terraza y habitaciones. Quiero vivir mis días con más serenidad y calma. Me encantaría estar casada con el mismo hombre con quien comparto mi vida hace más de cinco años.