Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Espectáculos
  • Clasificados
  • Servicios
  • Deportes
  • Contraportada

Las Cantineras: las Camaradas del 2° de Línea

E-mail Compartir

La historia de las cantineras que pelearon junto a Eleuterio Ramírez está avalada por relatos y fotos, pero no fueron incluidas en las listas de Revista de comisario.

En una de las fotografías tomadas a la oficialidad se aprecian dos mujeres, siendo este un dato irrefutable de su existencia, aunque solo aparecen en libros el mismo día en que fueron quemadas en un pequeño rancho donde se encargaban de curar y cuidar a los heridos.

Molinare en su libro sobre Tarapacá, nos dice; "Y en Tarapacá, ¿quién podrá jamás contar esta batalla sin tener que dedicar capítulo aparte a las cantineras del 2° Línea?

¡Pobres mujeres que allí murieron, quemadas unas, muertas otras en medio del fragor de la batalla por homicida bala, cuando cumplían abnegada y caritativa misión!

En el Segundo, cayeron tres de estas bravas camaradas; la Juana, la Leonor González, y la María la Chica."

Pues bien, todas estas heroicas mujeres, se batieron como leonas en la acción del 27 de noviembre y tres de ellas rindieron su vida al pié de la bandera de Chile.

La María, La Chica, era una mujercita muy bonita; bordeaba los 20 años; pequeñita, muy blanca, de pelo negro y ojos tamañazos y oscuros como ala de cuervo, se hacía notar por su agradable trato y por la más atrayente simpatía que se puedo imaginar. Murió al lado del Capitán Gárfias; al día siguiente, don Federico Garretón, la encontró muerta con una venda en las manos, en actitud de curar al Ayudante don Diego, que estaba tendido a su lado; ¡traidora bala sorprendió en su santa misión a María, La Chica, que así morían aquellas abnegadas vivanderas!

Y así como cayó en el campo, en plena lid, La Chica, a Leonor González la quemaron.

Puede ser que se refiera a ellas como camaradas y no cantineras, pues no alcanzaron a ser incorporadas por Eleuterio Ramírez oficialmente al 2°, pues según relatos de la única sobreviviente de esas valerosas chilenas, las incorporaría justo cuando recibieron la orden de expedicionar a Tarapacá.

La muerte del comandante impidió la justicia a las mujeres, pero no el olvido de sus conciudadanos.

Un hombre sólo muere cuando se le olvida...

Mauricio Pelayo, Historiador