Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Espectáculos
  • Clasificados
  • Servicios
  • Cartelera y Tv
  • Deportes
  • Contraportada

"Sueño con un Calama dorado y precioso"

IDENTIDAD. El destacado profesor, académico y exdiputado Mario Escobar aboga por la descentralización loína.
E-mail Compartir

Lo suyo es hoy casi una anhelada vuelta de la vida. Las aulas que vieron forjar la carrera del profesor de educación física de la Universidad Católica de Chile -sede Talca- y magister en educación de la Universidad de Antofagasta, Mario Escobar Urbina -68 años, cuatro hijos y tres nietos- lo tienen hoy desarrollándose como director de la escuela 21 de Mayo de Calama.

Su carrera, marcada por la formación, la política y también el fútbol -que define como sus grandes pasiones- lo trajeron al norte en 1984. "Llegué primero a Antofagasta y cuando termina esa etapa estaba entre volverme a Santiago o buscarme un trabajo en la zona. Y es el alcalde Nalto Espinoza quien me ofrece un puesto en la corporación de cultura y turismo en 1990. Ese año llegué a Calama y decidí no moverme más de esta tierra bendita", asegura.

¿Y en qué momento de tu vida se forja el interés por la educación?

Tiene mucho que ver con el profesor de educación física que tuve en el colegio, Maximiliano Flores, que fue entrenador de la selección campeona del mundo de caza y pesca en Iquique y que ocupó incluso un cargo muy importante en el comité olímpico. Y cuando tuve que postular a la universidad puse medicina, derecho y educación física, que eran las tres carreras que me motivaban. Y quedé en Talca...

Mucha gente conoce tu trabajo en corporaciones o en puestos políticos. Pero, ¿y el aula?

Cuando me titulé llegué a hacer clases a mi colegio que hoy ya no existe, después en el Liceo de La Reina, con un grupo de esos alumnos ideales para trabajar porque los echaban de todos lados. Y estando en Antofagasta mezclaba funciones como encargado de asuntos estudiantiles en la Universidad del Norte con clases de vóleibol y natación. Después, recuerdo mucho mi etapa en el Inacap, donde hice clases casi en todas las carreras. Yo me defino como un profesor medio loco, soy lo menos cuadrado que tú te puedas imaginar como profesor Me encanta fomentar cosas, desde que aprendan a leer hasta que aprendan a casi todas las carreras. Tengo un gran recuerdo de esa época y de los alumnos a los que tuve a cargo en esos años.

Y la política, en qué momento llega a tu vida...

Primero, reconozco que de alguna forma me crié en ese mundo, porque yo vivía con mis abuelos maternos junto a mis padres y mis seis hermanos. Llegaba a almorzar y el abuelo escuchaba sagradamente a Luis Hernández Parker e Igor Entrala. Y me fui empapando de eso. Después tuve un tío que fue candidato a regidor y sin que nadie me dijera, me fue gustando. Y ya en la universidad se me da la oportunidad de entrar al tema del gremialismo en una época muy convulsionada, por allá por 1970.

Después no te desligas más de la política...

No, me desvinculé. Hice clases hasta que estando en el liceo me dicen que me van a rebajar las horas y ahí me acerqué a mis amigos. Nunca me interesé y me desaparecí del mapa. Todos esos amigos de esa época como Luis Cordero o Andrés Chadwick estaban en puestos importantes. Ellos me llaman para venir a Antofagasta. Y así se fue dando...

Con esa red de contactos, nunca pensaste en volver a la capital...

Es que acá tengo todo. Mis amigos, el coro de la iglesia, Defensor El Loa donde juego y dirijo a la serie de Años Dorados... Esta tierra me ha dado oportunidades incluso en los peores momentos de mi vida, que son cuando se acaba mi matrimonio o cuando fui diputado -2002 al 2006- que fue una experiencia traumática pero me queda el recuerdo de mucha gente a la que pude ayudar y que hasta el día de hoy me lo recuerda.

Te quedaron cuentas pendientes con esa trayectoria política que se cortó tan abruptamente...

Se corta por un juicio en el que me vi involucrado por esas mañas sucias de la política y porque reconozco, fui un poco desordenado también. Me involucraron en un tema que incluso el consejo de defensa del estado en Antofagasta se desestimó pero en Santiago parece que estaba todo "cocinado". Hoy puedo decir que es una etapa de la vida de la que me arrepiento de haber vivido porque me hizo muy mal. Pero acá estoy, feliz, haciendo lo que me gusta gracias a la gestión del alcalde Daniel Agusto que confió en mí para ocupar este cargo que me motiva todos los días para seguir aportando a hacer crecer esta escuela.

Cuando se está en política es fácil caer en discursos locales de años como el Loa Región o el desarrollo de Calama que no se produce porque los recursos no quedan acá. ¿Qué te pasa con esas banderas de lucha?

Yo fui quien partió con esa idea de Loa Región que después fueron tomando otros políticos de la zona y qué bien que lo hagan. Siempre pensé en que la región debía ser una que englobe a las provincias que cruza el río Loa, es decir, incluyendo a Tocopilla. No sólo necesitamos despegarnos de la centralización de Santiago, como el lugar donde se toman las decisiones sino que acá, también vivimos una centralización marcada porque las decisiones se toman en Antofagasta. Y hay que desprenderse de esa dependencia que nos impide crecer más.

Como profesor estás en la encrucijada de formar a una generación que hoy quiere cambiarlo todo...

Siento que se han perdido muchos los valores que nos enseñaron nuestros padres y abuelos. Vivimos en una sociedad marcada por el eslogan publicitario y político, sin espíritu crítico real y manejada por el mensaje de tipo publicitario que muchos no se dan cuenta cómo lo siguen como borregos sin analizar el todo. Y eso es peligroso.

¿Sueñas con un Calama más desarrollado?

Soy muy optimista con eso. Creo que trabajando juntos se puede lograr ese sueño de un Calama dorado, precioso. Hay mucho que hacer, todo tiene que ver con los recursos, es cierto. Pero sueño con mi ciudad con mayor cantidad de parques, de instalaciones de alto rendimiento como en otros países para potenciar una ciudad como destino turístico y deportivo. Se puede, sólo se requiere de voluntad y trabajo.