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Testimonios: los menos visibles, pero indispensables para que todo funcione

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Almacenes, deliverys, farmacias, producción de agua, energía eléctria, minería, cajeros de supermercados.

Entre tantos otro oficios y profesiones, hubo algunos que nunca han parado de atender, como los citados antes, pese a las restricciones propias de la pandemia.

Se trata de roles absolutamente fundamentales para el funcionamiento de las ciudades, aunque muchas veces poco visibles. Como la recolección de basua, o la limpieza de las calles, tareas que también se han seguido desarrollando, pese a los inconvenientes. Ninguno puede hacer teletrabajo, lisa y llanamente deben asistir a sus puestos de trabajo, sobreponiéndose a los miedos y complicaciones, extremando los cuidados para no contagiarse y enfermar a sus seres queridos.

Estos son diez testimonios recogidos en terreno.

"Atiendo a todo el mundo"

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"Carol Parraguez es antofagastina, de padres chuquicamatinos. Su padre se desempeñaba en la oficina de la Chilex, además de ser un famoso puntero izquierdo. Allí conoció a su esposa, con la que después se trasladó a la capital regional. La familia se instaló en una casa- almacén ubicada en la intersección de calles Coquimbo, Matías Rojas y Salvador Reyes, que era propiedad de una familia yugoslava y ellos continuaron con el giro. Después pudieron comprar la propiedad, en la que crecieron las tres hijas. Es obvio que sus días calmos cambiaron con el covid; sin embargo, no ha dejado de atender, pese a los miedos y dificultades. Carol se levanta temprano, espera la llegada del pan fresco y comienza con las tareas de ordenar, hacer el almuerzo y atender la gente. "Obviamente da miedo tengo que atender a todo el mundo y a veces puede ser una persona asintomática y no la puedo discriminar. Escuché de vecinos que enfermaron y me recordaba las veces que vino a comprar, entonces me preocupaba mucho. La gente debe cuidarse, debemos ser conscientes y respetar las normativas".

Carol, Parraguez, Almacén

"Esto no es algo ficticio"

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"Walter Alday de 51 años perdió un amigo por el covid hace pocos meses. Así que el jefe de la Unidad de Desalación Aguas Antofagasta, sabe del peligro de la pandemia. Estudio ingeniería Civil Mención Química en la UA y trabaja hace 5 años en la sanitaria, luego de desempeñarse en distintas empresas de la región, siempre vinculado al tratamiento de aguas. Está casado y tiene tres hijos, por lo que adoptaron varias medidas para evitar posibles contagios, a lo que se sumó los protocolos seguidos por la empresa . Reconoce que pasó por momentos de gran preocupación y alarma mientras observaba el avance de la pandemia por todo el planeta, sin embargo debía seguir trabajando, pues tiene una tarea fundamental con el funcionamiento de la desaladora de Antofagasta. "Esto no es algo ficticio, es algo real y las personas deben tomar conciencia, mantener los autocuidados. Hay que escuchar a las autoridades y cuidarse", apuntó.

Walter Alday, Desaladora de Aguas, Antofagasta

"Hay que tomar conciencia de la gravedad"

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"María Ignacia Cortés Vargas nació en Iquique y hace 11 años, desde que cumplió 18, trabaja en minera Centinela, a cargo e uno de los camiones de transporte (hasta 320 toneladas de material). Su vida no es sencilla. Junto a su pareja -también en el rubro minero- tienen una hija de 4 años en La Serena, a la que ven cada siete días. María ignacia apunta que desde temprano comenzó a tomar resguardos para enfrentar las dificultades de esta enfermedad, lo que también se llevó a cabo en la empresa. "Al principio fue un poco difícil acostumbrarse a desinfectar permanentemente los equipos o al uso de mascarilla, sin embargo es absolutamente fundamental para resguardar mi salud y la de quienes me rodean. Está muy complejo y hay que escuchar lo que dicen los médicos, hay que tomar conciencia de que esto grave. Hay que pensar en la gente".

María Ignacia Cortés, operadora de camión minero en Centinela

"Voy a seguir trabajando"

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"Rosa Jett -personal de aseo de las calles- nació en la oficina Vergara en 1956 y poco después sus padres se fueron a Calama hasta que luego llegaron Antofagasta. Ella tenía ocho años cuando llegó a la capital regional. "Nunca pensé que lo del coronavirus y va a ser tan grave. Me preocupo mucho del aseo personal, ando con alcohol gel, me ando lavando las manos, ando siempre con mascarilla, así que no me dio miedo de enfermar. Nunca dejó de trabajar -lo ha hecho por 35 años- salvo el periodo en que la empresa la obligó, por su edad, a quedarse en casa, cuando los contagios estaban en el nivel más grave. Entra a las siete de la mañana a trabajar, pero sale a las seis desde su casa. "Este trabajo es indispensable aunque mucha gente no se da cuenta, algunos me dicen cosas feas, me echan a un lado y a veces me siento mal, porque este es un trabajo como ualquiera, le estoy limpiando a ellos mismos. A veces he recibido humillaciones, gente que me mira feo, como me hacen el quite, pero no me hago problema".

Rosa Jett, personal de aseo público