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"Esta pandemia nunca borrará el dolor de aquellos que perdimos, pero nos entregará fortalezas"

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Solange Vallejo, enfermera, Gestora del Cuidado del Hospital Carlos Cisternas Calama

"Fue un año difícil en lo laboral, emocional y en lo personal. Esta pandemia primero nos pilló desprovistos de conocimiento y eso para el personal de salud fue fatal, ya que nosotros nos basamos en lo que la ciencia nos indica que es lo mejor para nuestros pacientes. En este caso no teníamos nada, no teníamos ningún estudio porque era un organismo nuevo y no sabíamos como actuar (...)tuvimos muchas pérdidas, tanto física como de alejamiento. Nosotros tuvimos que alejarnos de nuestras familias, porque éramos fuente de contagio. Tuvo mucho esfuerzo físico y emocional.

Esta pandemia nunca borrará el dolor de aquellos que perdimos, pero nos entregará fortalezas para lo que venga en el futuro. Yo creo que esta pandemia nos enseñó a todos a ser mejores personas, después de esto, nadie va avolver a ser la misma persona".

"La sensación que tengo después de casi ocho meses es que no bajamos nunca los brazos"

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"Nos dimos cuenta a fines de abril que este tema de la pandemia se venía complicada para muchas familia y que los niños que tenían el beneficio de un alimento a través de la Junaeb, no lo iban a tener a diario y que los adultos mayores habían quedado de lo primeros encerrados y había que ver si en su casa podían cocinar y alimentarse. Nos enfocamos en esa personas, primero los adultos, mayores, los niños y con el tiempo nos dimos cuenta de que la ayuda era necesaria para la familia en general y llegamos a tener 180 beneficiarios y hoy estamos con 130".

"La sensación que tengo, después de casi ocho meses, es que no bajamos nunca los brazos que pudimos sentir la confianza, el cariño de muchas personas que solidarizaron con la olla y que hasta el día de hoy seguimos remando para que mientras dure todo, tratar de sostener la olla y beneficiar a los vecinos".

Gioconda Viveros, Olla Común Junta de vecinos Los Balcones, Calama

"Las ganas están, pero hubo veces en que no pudimos llegar a todos"

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Margarita Castro, coordinadora "Olla Solidaria Juntos Podemos", Miramar Antofagasta

"Nosotros iniciamos el 6 de junio la olla común, ya que nuestro barrio tiene mucho adulto mayor y todos sabemos que los abuelitos son los más abandonados. Sabíamos que con este virus se venía fea la cosa, así que empezamos a prepararnos como familia, desde los primeros días. Mientras lo hacíamos pensábamos en las familias que no podían prepararse. Solo en nuestro grupo familias, hay dos familias con 8 y 6 niños y uno piensa en eso, en que a los niños y a los abuelitos no les falte. Pensar en ello es nuestra motivación".

"Lo más complejo ha sido conseguir los recursos para realizar las ollas. Mucha gente cree que en una olla común se cocinan al día 5 paquetes de fideos, pero es mucho más, nosotros hacemos raciones, por día de olla, con 25 paquetes de fideos, 25 salsas y por lo menos 3 kilos de algo para ponerle al lado". Las ganas de dar amor están, pero hubo veces en que no pudimos llegar a todos".

"Muchos vecinos llegaron al campamento después de perder sus trabajos, así que armamos la olla por necesidad"

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"Lo más difícil ha sido recolectar alimento, porque cocinar es fácil, el problema pasa por un tema de recursos. Nosotros empezamos la olla común poco después de establecernos (en junio), porque muchos vecinos tenían necesidad, habían llegado al campamento después de perder sus trabajos (...) hasta el día de hoy, desde el municipio no nos ha llegado nada (la municipalidad entregó 1 millón de pesos a la mayoría de las ollas comunes), supongo porque somos una toma reciente. Todas las donaciones que hemos recibimos es a través del club de la Lectura Rebelde, que a veces nos aportan algunos recursos. Lo demás es auto gestión de los mismos vecinos".

"Había bajado la demanda de la olla, pero ahora, con el comienzo de las restricciones vamos a tener a más vecinos en la casa, sin poder trabajar. necesitaremos mucho más recursos para sostener la olla. Lo malo es que esto se veía venir".

Gissela Martínez, presidenta del campamento Altamira, Antofagasta

"No llegamos a la situación de tener que decidir a qué paciente intubábamos"

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"Trabajo hace 6 años en la UCI y nunca nos esperamos lo que vivimos este año. Teníamos 17 camas y logramos abrir 27 más. Y eso requirió mayor personal, gente nueva. Entonces, aparte de la dinámica y el estrés de esto que era nuevo para nosotros, tuvimos entre todos -kinesiólogos, médicos, TENS - que empezar a enseñar a la gente que vino a ayudar para poder abrir camas y formarlos en el camino. Gracias a Dios somos 130 personas en la UCI y solamente uno se contagió con covid".

"Nunca nos faltaron los equipos de protección personal. Nunca tuvimos la situación de rechazar un paciente covid, ni tampoco tener que decidir a quién intubábamos. Pudimos hacer videollamadas con familiares gracias a la donación de tablets de una empresa. Con eso pudimos hacer contacto con familiares porque el aislamiento de pacientes es total".

Constanza Roa Meneses, enfermera UCI Adultos, Hospital Regional

"Nos unimos bajo la consigna 'cuando el Estado desaparece, la solidaridad florece'"

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"Desde marzo venimos trabajando las ollas comunes. Todo esto auto gestionado por cada uno de nosotros, mediante campañas en nuestras distintas redes, y siempre bajo la consigna de "cuando el Estado desaparece, la solidaridad florece". Cuando comenzó la pandemia y después la cuarentena y en en sí todas las restricciones, nos dimos cuenta que comenzó a haber mucha necesidad por parte de nuestros vecinos, quienes habían perdido sus trabajos".

"Otras de las cosas difíciles dentro de la organización de una olla común, y que incluso se convirtió en un desafío, fue conseguir la ayuda para cocinar. Poco a poco comenzamos a articularnos, hay más de 80 ollas en Antofagasta y siete son del macro campamento, y ha sido súper difícil conseguir, en el caso de nosotros, comida para 775 personas diarias".

Elizabeth Andrade, vocera del "Movimiento de Pobladores Vivienda Digna Arenales"

"Se vivía de verdad una historia de terror"

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"En enero ya se vaticinaba un año bien complicado y realmente fue fuerte física y sicológicamente. En emergencia siempre hemos estado a full, en el momento del peak fue una gran cantidad de pacientes, donde tuvimos que enfrentar muertes, personas con ventilación mecánica en urgencias, el hospital estaba casi a su 100%, entonces fue fuerte, porque tuvimos que lidiar con muchas cosas al mismo tiempo. También tuvimos que lidiar con colegas que estaban asintómaticos y se vivía de verdad una historia de terror, ya que después podrías venir tu. Hacerte el examen, salir negativo y sentir alivio, pero a la vez seguir muy asustados. Entonces es un cansancio muy fuerte y solo esperamos que no empiece esto nuevamente de esta forma. La segunda ola es inminente asique ya nos estamos volviendo a preparar".

Carlos Téllez, médico, Unidad de Urgencias Hospital Carlos Cisternas de Calama

"Somos una de las ollas más grandes de Calama, llegamos a repartir 320 raciones"

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Claudio Ramírez, Olla Común, Barrio Ecológico Quetena, Calama

"Al principio fueron momentos muy difíciles y nosotros éramos invisibilizados y nos pilla la pandemia de brazos cruzados como a muchos chilenos. Nosotros somos una comunidad que estamos a 7 kilómetros de Calama y vivimos el día a día, debido a esta situación empezamos a hacer cacerolazos, empezamos a que nuestras autoridades competentes nos visibilizaran para que realmente llegara ayuda a nuestros campamentos".

"Somos una de las ollas más grandes de Calama en la que llegamos a repartir hasta 320 raciones, dos días a la semana y estoy muy feliz y muy contento por la solidaridad y el amor de muchos calameños, realmente se pasaron, dejamos de ser invisibles y nos apoyaron también muchas empresas (...) hay unas palabras de sor Teresa que dice "No hay mayor pobreza que la falta de amor ", nosotros realmente estamos felices porque recibimos mucho amor".