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Caminos de reconciliación

"El papa nos indica que, para llegar a este horizonte de reconciliación, se debe fundamentar sobre la base de la verdad".
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En el séptimo capítulo de la Encíclica Fratelli Tutti el papa Francisco aborda uno de los desafíos más relevantes al que está llamada la humanidad para superar las crecientes divisiones y que son causa de todas las formas de violencia e injusticias que experimentamos actualmente, porque venimos de una historia de enfrentamientos, de guerras civiles, de terrorismo, de matanzas étnicas, de enfrentamientos de todo tipo y que es necesario sanar para que sea posible construir una nueva comunidad.

El papa nos habla aquí de la verdad de la historia, porque es necesario saber qué es lo que sucedió y tener una visión justa sobre los conflictos del pasado para poder sanar las heridas. "Sólo desde la verdad histórica de los hechos podrán hacer el esfuerzo perseverante y largo de comprenderse mutuamente y de intentar una nueva síntesis para el bien de todos. La realidad es que «el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza"[209]. Nos habla de una "memoria penitencial" (226), una memoria que no se trata de ponerse uno la etiqueta de víctima para poder poner la etiqueta de culpable a los otros y eliminarles usando la violencia y la venganza, sino la memoria penitencial, en que cada uno reconoce su responsabilidad, los errores comunes y que es necesario corregir para construir juntos un futuro mejor.

El papa nos indica que, para llegar a este horizonte de reconciliación, se debe fundamentar sobre la base de la verdad. Y el camino es el diálogo y cuando habla de diálogo, se habla de encuentro sincero y verdadero entre las personas y entre los grupos; no se trata de una diplomacia vacía con declaraciones y documentos que buscan disfrazar la realidad y ocultar las responsabilidades que tienen los poderosos en la opresión de los débiles.

Nos habla de un diálogo que tiene como corazón el perdón, centro del mensaje de Cristo que nos enseña en el evangelio a perdonar 70 veces 7. Cristo que siempre ha ofrecido este camino de misericordia, que frente al abuso de poder ofrece el servicio, frente al tener y al acumular, llama a compartir y responder con una fraternidad abierta para todos …" hay algo que por ninguna razón debemos permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar. El perdón libre y sincero es una grandeza que refleja la inmensidad del perdón divino. Si el perdón es gratuito, entonces puede perdonarse aun a quien se resiste al arrepentimiento y es incapaz de pedir perdón", afirma.

El perdón, es el corazón del diálogo para reconstruir una nueva comunidad, perdón que incluye la justicia, no se puede imponer el perdón por una ley de memoria que obligue a perdonar a las víctimas. El perdón tiene que ser un don gratuito después de que se han aclarado las responsabilidades de las injusticias cometidas. Y sobre todo tienen derecho a la justicia los pobres que en sus reivindicaciones están pidiendo que se reconozcan sus derechos, pero además el perdón lleva aparejada la memoria de lo que ha sucedido, del dolor causado a las víctimas y de los causantes de la violencia para que reconozcan el mal que han hecho y así sea posible la reconciliación.

Oscar Blanco Martínez

Obispo de Calama

Nuestras ciudades

El deterioro de los espacios comunes es pasmoso: rayados, calles deficientes, plazas sin mobiliario, son la tónica, especialmente en los sectores más pobres. Tenemos que mejorar y corregir estos espacios, mejorando la belleza de los sitios comunes porque esta es la mejor manera de comenzar a desarrollar orgullo por vivir aquí.
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Muy a nuestro pesar debiéramos insistir en el concepto urgente de mejorar nuestras ciudades, tan deterioradas, con tan poco sentido de la estética, que terminan dando la impresión de cierto abandono por la falta de cuidado y despreocupación.

Hace poco detallamos la ausencia de belleza en aquellas obras desarrolladas por las personas, las que no hacen justicia al marco escénico que ofrecen cada una de nuestras comunas: las del borde costero, como Antofagasta, Mejillones, Taltal y Tocopilla, o las del altiplano como Calama y San Pedro de Atacama. Todas estas se encuentran en espacios naturales caracterizados por la magnificencia del mar, la cordillera, el cielo, el desierto, entre otros. Sin embargo, la desprolijidad a la hora de desarrollarlas, es evidente.

Nuestras ciudades, en particular los centros neurálgicos, están en un evidente deterioro con rayados muy anteriores al estallido social con plazas que tienen poca calidad, con calles repletas de eventos, falta de árboles y mobiliario urbano. Tal realidad sólo amplifica la sensación de estar en espacios que no son de nadie, que generan una escasa identidad y amplifican el descompromiso de las personas con su territorio.

Debemos recordar que una de las principales demandas de los ciudadanos de la región está relacionado con la calidad de vida de los espacios que habitan, en donde objetivamente hay déficit evidentes una falta de cuidado y belleza que terminan reproduciendo una violencia simbólica que, de paso, nos sirve para explicar lo acontecido a partir del 18 de octubre particularmente la capital regional.

Resolver los problemas individuales que cada una de las 600.000 almas que habitan la región de Antofagasta será imposible, sin embargo sí podemos avanzar en la solución de los habitáculos comunes que todos compartimos.

Esa es la clave para corregir el tipo de vínculo que tenemos al interior y puede ser la viga maestra que nos permita dar un salto en la retención y atracción de talento.

Tenemos recursos para ello pero nos falta la decisión y los planes concretos para desarrollarlo. Ojalá que esta sea una tarea para las muchas autoridades que serán electas a partir de los próximos meses: mejorar la calidad de vida de nuestro hogar mayor.

Smart City: ciudades sustentables

"El sector público, por su parte, espera entregar un mejor manejo del tránsito, mejores condiciones de vida". Claudio Torres, Regional Manager de D-Link
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El futuro de las ciudades actualmente apunta a la generación de centros urbanos cada vez más inteligentes, que cuenten con tecnología sofisticada para disminuir el gasto energético y que logre entregar seguridad a la comunidad. Asimismo, existe una mayor conciencia respecto a la lucha por la disminución de la huella de carbono que diariamente personas y empresas están dejando.

Una Smart City, o ciudad inteligente, incluye no sólo una mejora en la conectividad o tecnología, sino también una responsabilidad cívica por parte de las personas en generar una vida más sustentable. Es decir, se trata de tendencias que contemplan tecnologías de información y de comunicación para mejorar la forma en que se habita y se trabaja en ella de una manera sustentable.

Índices como el CIMI de IESE Business School, muestra que estas redes deben estar al servicio de la comunidad en aspectos como Capital Humano, Cohesión Social, Economía, Gobernanza, Movilidad y Transporte, Medio Ambiente, Planificación Urbana, Proyección Internacional y, por supuesto, Tecnología. Si bien se trata de una definición amplia en general, se espera que utilizando las redes de datos, se interconecten los diferentes servicios públicos como seguridad, salud, transporte, y educación -por nombrar algunos- de modo que puedan interactuar en conjunto para mejorar la calidad de vida de las personas que viven en una ciudad sin perder de vista el impacto sobre el medio ambiente. El sector público, por su parte, espera entregar un mejor manejo del tránsito, mejores condiciones de vida como espacios más seguros y limpios, para lo cual el sector privado debe desarrollar tecnologías que puedan ayudar al logro de estos objetivos utilizando más y mejores herramientas de manera eficiente, resilientes y seguras.

¿Cómo hacerlo posible? Hoy existen productos que permiten conectar a las personas con esta forma de plantear el futuro, como por ejemplo las casas inteligentes que cuentan con routers que ya no solo ofrecen conexión a internet, sino que permiten que el usuario obtenga una completa experiencia mediante su uso.

Si bien la comunicación de datos es primordial en una Smart City, también lo es la educación cívica. Temas como resiliencia de los servicios públicos o el esfuerzo por disminuir la contaminación pueden mejorar con la ayuda de los sistemas TI, pero no sirven de nada si la comunidad no se compromete con ello, y eso parte con Smart Citizens velando porque esos objetivos se cumplan, gestionando también con estas nuevas tecnologías su entorno más cercano, así temas de conectividad en el hogar que parecen fuera del espectro de una Smart City se vuelven en extremo relevante ya que son los ciudadanos los que interactuando entre ellos y con los servicios de la ciudad dan el verdadero carácter de Smart City a una ciudad.