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Baja natalidad en el país

El país exhibe una tasa de fecundidad que no alcanza a cubrir la tasa de remplazo y en consecuencia, la población envejece y hay menos jóvenes en edad de trabajar. Para 2050, los habitantes aumentarán en aproximadamente 2,8 millones, ascendiendo de 18,8 millones a 21,6 millones. Pero en ese mismo ejercicio el segmento de más 65 años será el 25% de la población.
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Contra todo pronóstico, el país presentó un incremento de poco más de 1% en la tasa de natalidad durante 2018, según datos del Anuario de Estadísticas Vitales del INE. Las cifras precisan lo siguiente: nacieron un total de 221.731 menores en el periodo, 2.545 bebés más que en 2017 (219.186), de los cuales un 14% corresponde a nacimientos de hijos de mujeres extranjeras en el país.

La cifra, si bien es marginal, pone fin a cuatro años de constantes indicadores a la baja en materia de nacimientos en Chile, donde la Tasa Global de Fecundidad (TGF) o número promedio de hijos por mujer llegó a un mínimo histórico de 1,6 nacimientos por cada madre que tuvo a su hijo en el país durante 2017.

Con todo, la cifra da cuenta que no se cumple la tasa de reemplazo (2,1 hijos por mujer), es decir, no hay nacimientos suficientes para incrementar la población.

Las estimaciones y proyecciones de la población en Chile 1992-2050 realizadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) explicitan el fenómeno: los chilenos somos cada vez más viejos, mientras la tasa de natalidad se ha reducido casi al mínimo.

Lo anterior plantea desafíos tremendos en políticas públicas y obras de todo tipo. Las pensiones son un asunto muy relevante, pero también la salud, la vivienda, la disposición de tiempo, ocio y entretenimiento para este segmento. Las ciudades deberán tener nuevos diseños, el transporte, entre otros.

En salud habrá que avanzar hacia la consecución de especialidades que serán cada vez más demandadas. Gerontólogos, especialistas en diabetes, en aspectos óseos, musculares, solo por nombrar algunos, simplemente porque el número de ancianos aumentará.

Chile será muy distinto a lo que conocemos. Y para advertir aquello solo basta recordar que la población nacional ya es muy diferente a lo que se registraba hace treinta o cuarenta años cuando las familias tenían tres o cuatro hijos.

El asunto es muy complejo y debe abordarse en todas sus dimensiones: desde cómo apoyar a las familias en sus gastos, hasta en cuestiones inmigratorias y ya no puede seguir perdiéndose tiempo.

Depresión en tiempos de pandemia

"Es fundamental normalizar episodios de estrés, ansiedad, cambios de ánimo e incluso depresión por aislamiento". Pedro Elster, Representante continente americano de Healphotonic
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Miles de personas se han visto afectadas de diferentes formas durante la pandemia que nos afecta desde hace casi un año. De acuerdo a datos que arrojó la segunda versión del Termómetro de Salud Mental, creado por la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) y la Pontificia Universidad Católica, dio a conocer que un 44% de los desocupados en Chile tiene problemas de salud mental en pandemia. Por otro lado, un 27% de quienes están con teletrabajo y otro 20% de los que trabajan de manera presencial también presentaron problemas a la salud mental, es decir, gran parte de la población se ha visto afectada por la crisis sanitaria mundial.

Es fundamental normalizar episodios de estrés, ansiedad, cambios de ánimo e incluso depresión por aislamiento o presión que genera la crisis. Sobre todo, personas que trabajan para llevar sustento económico a sus hogares y que deben evitar en lo máximo posible el contagio ya sea por ello o porque viven con adultos mayores, personas de alto riesgo o niños. En este sentido, una idea es que las familias puedan encontrar espacios dentro de su protección que ayuden a solventar el estrés.

En el caso de las personas que han llegado a tener depresión en tiempos de pandemia, además de poderse tratar con la medicina tradicional hay algunas complementarias que apoyan los tratamientos para salir adelante. Por ejemplo, existe un innovador método de sistema de secuencias biofotónicas que determina a nivel celular el problema que pueda tener la persona, ya sea depresión u alguna otra patología con el fin de encontrar una solución, activando las defensas del cuerpo para luchar orgánicamente contra la enfermedad. Es una estrategia de inmunidad natural que permite defenderse mediante dicha secuencia.

Todos debemos luchar por un mismo objetivo, entregar conocimientos y experiencias de las diferentes opciones tradicionales o complementarias para combatir a una pandemia que arrasa con niños, jóvenes y adultos, sin importar raza, país o estrato socioeconómico. Aportar de distintas maneras en los centros de salud de todo el país, para que todos podamos disfrutar de un Chile sin pandemia.

Huellas y animales (I)

"El territorio valdría solo si algunos se lo "adueñan", lo marcan, lo viven, lo "expresan". No hay territorio si no hay simbiosis, fusión". Cristian Zamorano Guzmán, Doctor en Ciencias Políticas
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Mayvonne Le Berre, reconocida geógrafa, define el concepto de "Territorio" como una porción de la superficie terrestre de la cual un grupo social se adueña para asegurar su sostenibilidad, su reproducción y por ende la satisfacción de sus necesidades vitales. Prolongando esta definición de "territorio", el filósofo Gilles Deleuze y el psicoanalista Félix Guattari van a introducir el concepto de "territorialidad" ¿Qué significa este último?

Partamos por su origen. Al observar a ciertos pacientes esquizofrénicos y autistas en la clínica donde trabajaba, F. Guattari pudo notar, durante los paseos cotidianos en los institutos donde eran tratados, que estos últimos al no poder hablar ni comunicarse, "marcaban" un determinado territorio haciendo y repitiendo siempre el mismo recorrido durante sus caminatas, en unas especies de idas y vueltas permanentes que se traducían concretamente a través de la aplicación reiterada de un idéntico esquema de trayecto. Por el intermedio de esa modalidad, los pacientes a través de las rutas y caminos que diariamente recorrían, trataban de delimitar un territorio, protagonizando un intento de tomar o recuperar la posesión y control del lugar en el cual ellos evolucionaban. Obviamente, este proceso de intento de recuperación del espacio, acá descrito, ocurría en un nivel que era más del orden de lo simbólico que de lo efectivo.

Inspirándose de estas observaciones, G. Deleuze escribirá en 1980: "el territorio es en realidad una acción que afecta los ambientes y los ritmos que 'territorializan' a este mismo. El territorio es producto de una 'territorialización' de los ambientes y ritmos. Resulta lo mismo preguntarse ¿cuándo asistimos a una "territorialización" de los ambientes y ritmos?; que preguntarse ¿cuál es la diferencia entre un animal sin y un animal con territorio?. (...) Precisamente, se debe saber que hay territorio solo cuando los componentes de dicho lugar dejan de ser direccionales para volverse dimensionales, cuando estos últimos dejan de ser funcionales para volverse expresivos".

Aplicando este prisma a Antofagasta, forzoso es constatar que desde ya numerosas décadas, este proceso voluntario de "territorialización" ha sido en gran parte abandonado. Ese imprescindible conjunto de acciones que emanan a su vez de un conjunto de actores que le entrega significado al territorio, son muchos más escasos y menos estructurados que en un tiempo pasado y cuando paradójicamente los recursos eran menores. Y los ejemplos que ilustran aquello son muy numerosos. Desde la vigencia, que ya no es, de una Escuela Normal en la ciudad (creación de patrimonio educativo, cultural y simbólico) pasando por las recordadas obras sociales fruto de grandes nombres de la zona que ya no son, para llegar a la escasez de obras concretas, como la construcción de una municipalidad, que no se repiten desafortunadamente lo suficiente (representación patrimonial de territorio), etc. Si no se hace una honesta introspección por parte de los actores involucrados que reconozca la clara repetición de acciones y políticas que son por lo esencial meramente funcionales y no funcionalistas, por lo demás solo en beneficio de algunos, y que no son para nada expresivas de una pertenencia, de una valorización y optimización de lo que es esta franja de tierra nortina, acá simplemente no habrá "territorio". Hoy, simplemente hay discursos y "proyectos de proyectos". De nada sirven los récords de extracción, las cifras macro económicas azules, los nombramientos de gente oriundas de la ciudad en los puestos de ministro y subsecretario de Minería, si la mayoría de estos hechos no se "territorializán". Y hoy, Antofagasta, en numerosos aspectos, parece una ciudad "des-territorializada". Es decir, somos por los que vivimos en esta zona, y según la semántica de Deleuze y Guatarri, "animales sin territorio".