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Al reencuentro con nuestras niñas y niños

"Ya sea de manera presencial o remota, nuestras niñas y niños seguirán aprendiendo.". Lidia Julio Torres, Directora regional Junji
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Cómo olvidar el primer día cuando debíamos volver a clase: preparábamos la ropa y los juguetes la noche anterior, pensando en nuestros amigos y amigas a quienes veríamos después de un par de meses de vacaciones de verano. Ahora, imaginemos la misma sensación de felicidad, pero multipliquémoslo por 10. Esa sensación la vivirán nuestras niñas y niños el 5 de marzo, pues después de un intenso año, por fin podrán reencontrarse con sus educadoras, técnicos, amigas y amigos.

Para que el reencuentro se realice de manera segura, en dirección regional de Junji creamos la Mesa de Retorno, la cual tiene como objetivo crear estrategias en áreas como: educación, construcción, seguridad, participación ciudadana, nutrición, entre otros, y que logren definir un plan de acción el que garantice el bienestar de los párvulos que requieran de asistir a los espacios educativos que estarán disponibles para atender presencialmente.

Lo anterior mencionado es un avance significativo a lo que retorno se trata, pues dejamos el espacio para que, las familias que lo requieran puedan acceder a la presencialidad educativa en nuestros jardines infantiles. Este plan de retorno será la brújula que nos ayudará a reaperturar nuestras unidades educativas durante todo el 2021, analizando caso a caso y comuna por comuna.

Sabemos que debido al covid-19 cientos de familias de nuestra región sienten miedo, poniendo en duda si llevarán o no a sus hijos e hijas al aula. Nosotros, como institución garante de una educación parvularia de calidad, queremos transmitir total tranquilidad al respecto. Comprendemos el miedo que puedan sentir, pero en nuestras unidades educativas, así como en dirección regional, trabajamos constantemente en implementar acciones que permitan un retorno efectivo, donde todos los profesionales han abordado los requerimientos de cada unidad educativa, para optimizar el uso de los espacios educativos.

A nuestra querida comunidad, queremos decirles que ya sea de manera presencial o remota, nuestras niñas y niños seguirán aprendiendo. Adaptamos los procesos de aprendizaje a la necesidad de cada unidad educativa y cada familia, dejando espacios para la conversación entre comunidades.

El 2020 fue un desafío en todo ámbito, sobre todo en la educación parvularia, pero nuestros equipos supieron hacer frente a la adversidad. Hoy, y durante los próximos meses, tengan la certeza que la Junji estará trabajando por nuestras niñas y niños, para que se desarrollen en plenitud, aprendiendo a través del juego, resguardando la seguridad y bienestar de ellos y la de nuestros equipos educativos.

La confusión

El mundo cambia de manera acelerada, sobrepasando largamente el anhelo del control, y es entonces que aparece la desorientación y la idealización del pasado. Entonces, que la sociedad tenga ciertos extravíos parece una consecuencia de la orfandad de ideas y la confusión de quienes deben ser capaces de construir y exponer nuevos caminos de bien común.
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Por estos días puede observarse un fenómeno llamativo y curioso, cual es la remembranza por líderes y tiempos pasados de toda estirpe y objetivos, lo que bien puede ser un efecto de las inconscientes dificultades que la sociedad tiene para entender y lidiar con el presente complejo que le toca vivir.

Así por ejemplo, ante la falta de certeza y orden hay grupos que extrañan el gobierno militar y la figura de Augusto Pinochet, otros reclaman la carencia de una estatura moral al estilo Patricio Aylwin y otros tantos la lógica y objetivos revolucionarios del gobierno de Salvador Allende.

En Estados Unidos están los viudos de Donald Trump, en Argentina los melancólicos del recientemente fallecido Carlos Saúl Menem y por cierto de Juan Domingo Perón y así puede seguirse.

¿Qué clase de fractura psicológica es la que ocurre para que extrañemos el pasado y lo idealicemos hasta el punto, incluso, de falsear los datos.? Esa respuesta deberíamos buscarla en las incomodidades del hoy, en nuestra escasa fortaleza para hacernos cargo de un momento delicado, ciertamente difícil, líquido, con cambios estructurales a nivel tecnológico, medioambiental, económico, societario, pero ante el cual no nos sirve quejarnos y menos idealizar y esconder los problemas de lo que ya fue.

Esta es como la imagen de un niño que llora porque hoy debe ir al colegio y asumir responsabilidades; o la de un joven trabajador que extraña el tiempo y las bondades de la adolescencia, donde no hay responsabilidades ni exigencias mayores.

Lo preocupante del hecho es que el reclamo proviene, muchas veces, de quienes deben liderar ciertos procesos y estudiar los fenómenos del presente para proyectarlos, corregirlos y mostrar sueños. Entonces, que la sociedad tenga ciertos extravíos parece una consecuencia de la orfandad de ideas y la confusión de quienes deben ser capaces de construir y exponer nuevos caminos de bien común.

Uno de los aspectos más críticos es que en este escenario ganan los extremos, es decir, aquellos que viven en los absolutos, ya sea despreciando la democracia o desatendiendo la importancia de aspectos fundamentales como la economía y la integración al mundo. Esa inocencia y candidez resultan fatales y es uno de los mayores peligros para las sociedades como la nuestra y las generaciones posteriores.

"Estamos subiendo a Jerusalén"

"Tenemos que dejar de examinar solo los errores, debemos procurar corregirlos con la misma nitidez con que los reconocemos".
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"Estamos subiendo a Jerusalén" es la frase del evangelio de Mateo (20,18), que el papa elige este año como lema de nuestro tiempo de cuaresma. Tiempo que se sostiene en los tres pilares del camino de la conversión: el ayuno, la oración y la penitencia. El papa nos dice: "La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia la persona herida (la limosna) y diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante".

Cuando Jesús les revela tres veces el futuro de su ministerio redentor a los apóstoles, que pasaba por su pasión, muerte y resurrección futura, éstos reaccionaron con mutismo, desconcierto y profundo rechazo. Es nuestra respuesta habitual, ante las "malas" noticias… pero aquí está precisamente la sabiduría escandalosa de Cristo ante el corazón humano, que quiere creer, pero sin esfuerzo; gozar, pero sin compromiso; queremos vida, pero sin muerte, y es por esto que los seres humanos, preferimos deshacernos del que nos molesta y nos acusa, desde su miseria y desde una vida llagada y supurante…

Hemos vivido muchas cuaresmas centrados en nosotros mismos, como si tuviéramos que hacer amargas penitencias para procurar unas perfecciones que muchas veces resultan ser meros egocentrismos "puritanos". La verdadera cuaresma debe descentrarnos de nosotros mismos y fijar nuestra mirada en el Señor. Nos olvidamos que este tiempo, es un período que nos prepara para una gran fiesta de gozo: la resurrección del Señor, inicio de nuestra propia resurrección. Y, si ponemos nuestra mirada en el Señor, miramos desde dónde nos interpela Jesús: los heridos y menesterosos de este mundo.

Por eso, la cuaresma se vive en oración, preguntándonos como nos enseñó san Alberto Hurtado: "¿Qué haría Cristo en mi lugar?", y buscando verdaderos caminos de caridad y desprendimiento. Vivimos llenos de encuestas, pero sin soluciones… el camino cuaresmal, nos invita a tomar decisiones fundamentadas en el auténtico amor al prójimo. Tenemos que aprender a descubrir, que Dios es un Padre providente, que nos procura lo mejor para cada uno, como lo hace un papá que ama a los suyos.

Tenemos que dejar de examinar solo los errores, debemos procurar corregirlos con la misma nitidez con que los reconocemos. Es decir, dejar de vivir una religión de las apariencias y pasar a ser personas buenas, que se desviven por los otros. Ya vislumbramos una nueva humanidad que está surgiendo, sostenida de los brazos redentores del Señor crucificado. Dejemos de mirarnos a nosotros mismos, y pongamos nuestra mirada y nuestros pies en el sendero de amor que nos abrió Cristo. Que María, nuestra Chinita de Ayquina, nos ampare con su manto de bondad y nos acompañe en este caminar.

Óscar Blanco Martínez

Obispo de Calama