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Apuntes para las clases online

Es conveniente generar espacios adecuados para que los niñas y niñas se sientan más cómodos con esta modalidad y no se torne en una mala experiencia. Una habitación con buena temperatura e iluminación (ojalá natural), y libre de interferencias es el mejor lugar para que los niños estudien. Cuidar las postura también ayuda a evitar problemas posteriores.
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Con el retorno de las cuarentenas a gran parte del país, los intentos de reactivar clases presenciales para los niños y niñas quedaron postergados, a la espera de un ansiado mejoramiento de las cifras sanitarias, todavía lejano.

Así, miles de familias enfrentan nuevamente el dilema de preparar a sus hijos para un periodo indeterminado de clases telemáticas, las que de por sí, está claro y bastante demostrado, no son las más adecuadas para lograr los objetivos educativos integrales que se buscan hoy en día.

En este contexto, expertos han adelantado algunas fórmulas que bien podrían servirnos a todos para hacer de esta experiencia obligada, algo más agradable y estimulante para los niños y jóvenes.

Uno de los primeros es generar espacios de estudio funcionales para los niños, lo cual implica elementos tan básicos como una silla adecuada, una buena temperatura e iluminación (ojalá natural), y un espacio donde las interferencias externas sean las menores posibles.

Gabriel Araya, kinesiólogo experto en ergonomía, académico de la Universidad San Sebastián, agrega que la pantalla debe estar a la altura de los ojos, para evitar inclinaciones que puedan generar molestias a nivel de cuello y hombros. Y sugiere también un buen apoyo de la zona lumbar al respaldo de la silla y que siempre exista contacto de los pies en el suelo.

El aporte de los padres en esta etapa también es importante, por lo que se sugiere estar pendientes de la participación de los niños y niñas en las clases, generar diálogos respecto a los contenidos y sus sentimientos con esta metodología, explicando siempre que se trata de una medida temporal, que nos permite aprender con seguridad, mientras las condiciones sanitarias impiden la presencialidad.

Otra pauta aconsejable es estimular el contacto con sus compañeros más allá de las clases, con videollamadas, juegos u otras actividades.

No debemos olvidar que para los niños el contacto con sus similares es parte esencial de la etapa de aprendizaje, por eso evitar su aislamiento detrás de la pantalla es siempre deseable.

Tolerancia

"La tolerancia es uno de los grandes anhelos espirituales de los hombres de buena voluntad".
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Cerebro y corazón deben mantener también la armonía para que el hombre sea lo que debe ser: hombre. Ni quietud ni guerra, Ni témpano ni incendio. La humanidad sufre hoy un proceso de deformación espiritual, debido precisamente al predominio del cerebro sobre el corazón.

El hombre se ha hecho razonador, calculador, cerebral, y por ello mismo, más intolerante que nunca. Prima en él la facultad de pensar sobre la dulce facultad de sentir. Y al extender su mano prefiere terminar la acción en el zarpazo, que es intolerancia, antes de ensayar una caricia, que es piedad.

Por eso, en nuestra modesta esfera debemos estimular todo aquello que importe la exaltación sentimental del hombre. Debemos anteponer a las maléficas especulaciones del cerebro, al servicio del odio, las sencillas virtudes del corazón, al servicio de la amistad, de la fraternidad.

Es necesario remozar otra vez el viejo jardín del amor, que se llenó de zarzas, para que resurja, sobre la maleza de los odios, la pureza de una rosa hecha verbo, recordando a los hombres la palabra eterna: ¡Tolerancia y amor sobre la faz de la tierra! Hemos creído siempre que es el progreso de la "mal técnica" lo que ha estimulado la intolerancia y el desdén por el derecho ajeno.

Nos va llevando cada vez más hacia el hombre de la caverna, musculoso, aguerrido, simiesco, que se extasiaba en contemplar sobre el espejo de las aguas serenas, su vigorosa estampa de victimario. Miremos aquel lejano pasado y miremos el presente. ¡Cuánto hemos avanzado para afuera! ¡Qué poco hemos progresado para adentro!

Y es que nos vamos olvidando de volver los ojos hacia ese mundo interior que todos llevamos en el alma. Nos vamos olvidando que nuestra existencia es breve, que es fugaz nuestro paso por este valle de lágrimas; nos vamos olvidando que la felicidad está en nosotros mismos, y de que el hombre que no sabe o no quiere buscarla en la paz, en la tolerancia, en la concordia, para bien suyo y de los demás, no es digno de vivir su vida, y no merece asistir siquiera a la romántica siembra del hermano bueno, que sueña y que canta la esperanza de días mejores.

La intolerancia fue la condición del hombre que más ha ensombrecido la historia universal. Fue y seguirá siendo a través de los siglos la causa fundamental de las discordias humanas. Caín, que no pudo tolerar ni comprender a su hermano, inicia la serie de los grandes intolerantes.

Dulcifiquemos el espíritu hasta hacerlo tolerante. La tolerancia es uno de los grandes anhelos espirituales de los hombres de buena voluntad.

El hombre que respeta y tolera las prácticas o creencias de sus semejantes, aun cuando choquen o pugnan con las suyas, es un hombre que da algo de sí, porque se somete a la secreta abnegación de aceptar en los demás la misma pureza en el sentir que a él lo inspira.

Ya que la tolerancia significa entonces dar algo de sí, digamos que la tolerancia es también altruismo. El altruismo es una virtud, que busca su nido en el corazón de todos los hombres. Para que haya unión y armonía entre los hombres, debemos comprendernos y respetarnos. Y volvamos siempre los ojos hacia la tolerancia, la virtud del respeto y del perdón.

Hacemos un llamado, que cada uno de nosotros se constituya en un pregonero de la tolerancia, para que resuene por todos los caminos el eco de este anhelo espiritual, capaz de iluminar las conciencias y de gestar una nueva humanidad, más virtuosa, más sentimental.

Arturo Mardones Segura,

Rotary Club Chuquicamata

Una vida sin violencia es posible

"Vivir con tranquilidad es un derecho humano fundamental protegido por leyes internacionales". Pamela Astete Chacón, Directora Regional SernamEG
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Acercarnos a comprender las bases que sustentan todo tipo de violencia es un trabajo posible de alcanzar desde distintas miradas. Una de ellas, la filosófica por ejemplo, postula que la violencia se manifiesta allí donde la ignorancia e impotencia imperan (Hannah Arendt, "Sobre la violencia"). Adentrándonos en la teoría de género, el estudio "Comprendiendo el ejercicio de la violencia de los hombres hacia las mujeres" de 2013, aplicado en Brasil, México y Chile, determinó que los hombres con menor nivel educacional tendían a cometer violencia física hacia la pareja con más frecuencia (42,4% en Chile); y que aquellos hombres que en la infancia fueron testigos de violencia hacia la madre ejercieron más violencia de género en su etapa adulta (47% en Chile).

Como SernamEG trabajamos sobre la base que la violencia de género, siempre y cuando no alcance los extremos del ejercicio del poder de un hombre sobre una mujer, puede aprenderse y desaprenderse. Es por ello que en la región poseemos un Centro de Reeducación a Hombres que Ejercen Violencia con los cupos siempre al límite, lo que señala que son más quienes desean aprender a no dejarse arrastrar por este instinto básico o pecado capital, para otros, que es la ira.

Postulamos además que es mejor no sentir rabia, pero si sobreviene este sentimiento lo mejor es que no traspase la frontera de ejercer un acto violento porque las mujeres, quienes son subvaloradas por una cultura patriarcal, reciben mayormente este tipo de maltratos. En estos casos los Centros de la Mujer que poseemos en la región han dado cuenta de mujeres que tras egresar de dichas instituciones confiesan que quienes más valoran el paso que han dado, sea cual sea, son sus propios hijos.

Como SernamEG tratamos de orientar mediante asesorías personalizadas o talleres respecto de los factores culturales que validan la violencia ejercida contra mujeres y junto a ello mostrar las vías de solución y reparación. El whatsapp +569 9700 7000 y el chat 1455 disponible en la web del SernamEG orientan en estos temas de forma gratuita, pero esto es sólo el primer paso. Los Centros de la Mujer además ofrecen ayuda sicológica y asesoramientos para interponer recursos legales en caso de ser necesario.

Una vida sin violencia es posible, porque vivir con tranquilidad es un derecho humano fundamental protegido por leyes internacionales y nacionales.