Malas cifras nutricionales
En 2020 aumentaron los niños y niñas con desnutrición y bajo peso. Uno de cada diez menores de la región estuvo en esta condición, según datos de Junaeb. La brusca caída de ingresos de miles de familias y el cierre durante más de un año de las escuelas, liceos y jardines infantiles, donde muchos niños reciben alimentación diaria, está dejando una huella.
El Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (Inta) entregó datos sobre el estado nutricional de los estudiantes de la región, y los resultados en general muestran varias alertas.
Por ejemplo, que la desnutrición en niños del nivel prekínder pasó de 3,1% a 5,9% entre 2019 y 2020, mientras que en kínder subió de 3,3% a 5,2%, y en primero básico aumentó de 1,8% a 3,1%.
El análisis, realizado en base a datos de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb), mostró los niños en la categoría "bajo peso" también aumentaron entre 2019 y 2020, de 6,2% a 7%, de 6% a 7% y de 6,2% a 6,5% en los mismos niveles.
Los datos son inquietantes, pues revelan un retroceso en indicadores que Chile venía reduciendo notablemente en las últimas décadas. Según las cifras, podemos concluir que hoy uno de cada diez niños y niñas de la región recibe una alimentación pobre en nutrientes y cantidad.
Pero el análisis no se detiene ahí. Asociado a lo mismo, aumentó también la proporción de alumnos que tiene un retraso en su talla.
En 2019 el 4,5% de los niños de prekínder tenía este problema, y ahora lo tiene el 6,1%. En kínder en 2019 los niños con atraso de crecimiento eran 5,2% y en 2020 5,9%, y los de primero básico en esta condición pasaron de 4,6% a 4,8%.
En el otro extremo, la obesidad infantil también aumentó, de 21% a 25,4%; 22,5% a 25,8%; y de 21% a 24,5%, en los mismos niveles y años.
Los indicadores nutricionales muestran una dimensión hasta ahora poco conocida de la pandemia que estamos viviendo, la que, como es lógico, pega más fuerte en los sectores más modestos.
Así, la caída de ingresos de las familias y el cierre durante más de un año de las escuelas, liceos y jardines, donde muchos niños reciben alimentación diaria, está dejando una huella. Por un lado están los niños que se alimentan menos, y por otro los que recurren a alimentos de más bajo costo, normalmente ricos en carbohidratos y grasas, lo que impacta en el otro extremo de la balanza: la obesidad.
Como dijimos, los datos son una luz de alerta, por las consecuencias que tiene una mala nutrición en el desarrollo físico e intelectual de los alumnos.