Una desaladora modular y 510 kms. ductos, el enorme proyecto de Cramsa en la región
NEGOCIO. La empresa solicitó la concesión de casi 17 mil hectáreas de territorio en Antofagasta (norte), La Negra y Calama, el cual esperan abastecer a partir de 2025.
Avanzadas gestiones para concretar la construcción de una nueva planta desaladora al sur de Antofagasta se llevan adelante, tanto a nivel local como central.
Detrás de este esfuerzo está la Compañía Regional Aguas Marítimas S.A. (Cramsa), formada específicamente para este fin y cuyos cerebros son Gustavo Contreras, José Ignacio Ovalle y Cecil Chellew.
En lo concreto, la empresa planea construir una planta modular con una capacidad de producción de agua desalada de 8 mil litros por segundo, para dotar de agua y alcantarillado tres sectores que hoy no están concesionados y que la compañía entiende, tienen, y seguirán teniendo, crecientes necesidades de abastecimiento.
Se trata de los polígonos denominados Antofagasta Norte (2.345 hectáreas), La Negra (12.645 ha), y Calama Contorno (1.922 ha). En total casi 17 mil hectáreas de territorio sobre los cuales -dicen en Cramsa- no ha habido interés de otras empresas de llevar este importante servicio.
Concesión
"(La idea) surge el año 2015, al darnos cuenta que había muchos habitantes de Antofagasta y Calama que no contaban con agua potable ni alcantarillado, a pesar de vivir dentro del límite urbano de ambas ciudades. Vimos la oportunidad de desarrollar un proyecto que ayudara a resolver esta situación, que lamentablemente se mantiene hasta el día de hoy. El trabajo realizado a la fecha ha permitido que esta idea surgida desde la necesidad, se transforme en un proyecto concreto", explica Gustavo Contreras, uno de los socios.
La empresa poco a poco se ha ido posicionando y desde 2019 desarrolla una estrategia de contacto anticipado con actores sociales relevantes y "potenciales interesados", pues el negocio no sólo contempla la posibilidad de llevar agua a clientes residenciales (regulados) sino también a los "no regulados", principalmente mineras y otras empresas.
Todos estos acercamientos se realizan a la espera que se concrete la firma del respectivo decreto de concesión del servicio por parte del ministro de Obras Públicas, Alfredo Moreno, trámite que -por cierto- se encuentra demorado.
Debe precisarse que la tramitación de la concesión de estos tres territorios se inició el 18 de octubre de 2018, y tras las respectivas publicaciones, llamados y estudios tarifarios, el 24 de noviembre de 2020 la Superintendencia de Servicios Sanitarios emitió el Informe Técnico Favorable que acredita el cumplimiento de los requisitos legales por parte de Cramsa, por lo que ahora solo resta que el ministro firme, aseguran en la empresa.
Caleta bolfin
El proyecto de la compañía es gigantesco, uno de los más grandes que se ha desarrollado en décadas y su complejidad técnica también es inmensa.
Adicionalmente, enfrenta cierta "resistencia" de Aguas Antofagasta y Econssa, actuales operadores de concesiones en la región, quienes -según ha trascendido- han planteado dudas sobre la viabilidad y objetivos de este desarrollo.
En resumen, Cramsa planea construir una planta desaladora modular (en realidad son cuatro unidades desaladoras, cada una con capacidad de 2 mil litros por segundo) en caleta Bolfin, ubicada 25 kilómetros al sur de Antofagasta.
El diseño de la planta fue encargado a Acciona Agua, una empresa española especializada en el desarrollo de proyectos limpios.
La planta trabajará con un sistema de osmosis inversa y contará con cuatro torres de captación de agua de mar con inmisarios soterrados y un emisario de descarga de salmuera con 20 difusores, además de 8 estanques para almacenar el agua desalada.
Para conducir el agua a los territorios concesionados se requerirán 510 kms. de acueductos soterrados, 18 estaciones de bombeo, 28 balsas de emergencia y 21 subestaciones eléctricas, mientras que para la recolección y saneamiento serán necesarias 8 plantas elevadoras de aguas servidas, 3 plantas de tratamiento y 28,4 kilómetros de conducción, entre muchos otros componentes.
El proyecto completo tendrá un costo estimado de 5 mil millones de dólares y el inicio de la construcción está programado para el 2023, mientras que la operación de su primera etapa para el año 2025.
Objetivo
Gustavo Contreras explicó que Cramsa quiere dar solución a la creciente de demanda de agua en la región, pensando tanto en los clientes regulados (unos 70 mil hogares, estiman) como los no regulados.
"No olvidemos que estamos en el desierto más árido del mundo, y que el uso de aguas terrestres está teniendo restricciones crecientes por diversas razones", dice Contreras, y cita como ejemplo los litigios que mineras han enfrentado con comunidades por el uso de aguas continentales.
El socio destaca que el diseño modular de la planta, con cuatro líneas de desalación, permite dar gran confiabilidad a la producción, a la vez que un inicio por etapas a medida que la demanda aumente.
Además, asegura que su tamaño permitirá consumir menos energía por metro cúbico de agua desalada producido. "De esta forma, nuestros costos serán compatibles con las tarifas fijadas por la SISS", sostiene.
Estudio
Mientras se concreta la firma del decreto de concesión, Cramsa avanza en la preparación del Estudio de Impacto Ambiental, que será sólo uno (no dividirán el proyecto) y que esperan ingresar "durante los próximos meses".
Asimismo, acaba de contratar al ingeniero civil industrial Peter Hatton, ex CEO de Inkia Energy Chile y anteriormente senior vicepresidente en Desarrollo de Negocios en GDF Suez, como gerente general.
Respecto a las reuniones sostenidas con actores locales, Gustavo Contreras dijo que el resultado ha sido el mejor.
"Hemos confirmado que la ciudadanía tiene claro que los problemas de agua deben solucionarse con agua desalada proveniente del mar, la única fuente disponible", afirmó.