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Hablemos de empatía

"La misma diversidad que hay en la sociedad está presente en la escuela, aunque no todos los profesores se sienten cómodos frente a ella". Raúl Caamaño Matamala, Profesor Universidad Católica de Temuco
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"Soy porque somos y somos porque soy", Tony Mifsud, sj. Desde hace un tiempo sueño con un proyecto educativo que remeza los cimientos de la educación en mi país, tal remezón no es en sus contenidos programáticos, sino que en su esencia misma.

Sueño con un proyecto que contribuya a transformar al sujeto de la educación, el estudiante, quien desde su tierna infancia se fía en este proceso, como también se fían sus mayores. Uno y otros tienen confianza de que algo trascendente, de marca mayor ocurrirá en su desarrollo y que convertirá a ese niño o niña en hombre o mujer de bien en el futuro.

El entorno familiar de ese niño y niña, su entorno social es variado, diverso. Confluyen allí puntos de vista, saberes, percepciones, sentires, experiencias de vida, orígenes territoriales y culturales diferentes, a veces muy diferentes. Y coexisten, a veces, muchas veces, en armonía; a veces, las más de las veces, en oposiciones convenidas o aceptadas; y también, en disarmonía completa.

Todas estas expresiones se desarrollan de igual manera en la escuela. La escuela es un lugar de reproducción social, pero también un espacio donde es posible trabajar nuevas formas de relaciones, ensayar interacciones, reorientar conductas y aprender a re-conocer la riqueza de la diversidad cultural.

La misma diversidad que hay en la sociedad está presente en la escuela, aunque no todos los profesores se sienten cómodos frente a ella. Algunos, más bien, la encuentran compleja y amenazante. Intentar trabajar las relaciones de reciprocidad, de igualdad y de confianza puede, sin embargo, transformar la diversidad en una oportunidad de aprendizaje y enriquecimiento. La escuela debiera ser un espacio en que las personas aprendieran a comprenderse y a comunicarse.

Todo esto pasa por una reforma del pensamiento. Cada vez se va dando mayor inadecuación y distancia entre nuestros saberes parcelados, separados y compartimentados, por ejemplo, cada disciplina camina por su lado, y los problemas y realidades cada día son o se nos revelan más multidimensionales, pluridisciplinarios, transnacionales y planetarios. Esta situación hace difícil ver la complejidad de las interacciones y retroacciones entre las partes y el todo, y los problemas esenciales. Sin embargo, las demandas y urgencias que atiende la escuela no le permiten orientarse hacia este fin. Requiere tiempo de reflexión y el aporte de propuestas pedagógicas concretas.

Nos damos cuenta que es necesario, de toda conveniencia, dialogar, conversar, para establecer un mínimo acuerdo. Y, tanto más, si añadimos el concepto de cultura. Todos tenemos distintas percepciones, distintas concepciones, como siempre ocurre en el ámbito de las ciencias humanas, en las ciencias sociales. Es necesario el diálogo.

Creo, que en lugar de que la diversidad cultural sea apreciada como un problema, más bien debe ser estimada un valor. Bienvenida la diversidad. Es que claro, somos diferentes, es el principio de todo diálogo, y es el término o el fin del mismo. Nadie puede pretender incidir, influir de modo absoluto y deliberado en la visión de mundo de otra persona.

La pelota se mancha

Cuesta entender la insistencia de organizar un torneo en uno de los continentes más golpeados por la pandemia y con conflictos sociales en pleno desarrollo. Pero el covid o los conflictos sociales no se paralizan o silencian ante el grito de gol. Ya no corre la frase de la canción de La Polla Records "Gol en el campo, paz en la Tierra".
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¿Cuáles son los intereses detrás de la realización de la Copa América que han llevado a dirigentes de la Conmebol a insistir con la realización de este torneo a pesar del complejo momento sanitario actual?, ¿la alegría de los hinchas compensará los riesgos que están tomando jugadores y cuerpos técnicos?

Cuesta entender que se insista en realizar la Copa América en el continente más golpeado por la pandemia según la OMS. Es como si dirigentes, auspiciadores y las señales televisivas que compraron los derechos de transmisión, vivieran una realidad paralela donde el covid, mientras corre la pelota, entra en una etapa de hibernación.

Pero el covid o los conflictos sociales no se paralizan o silencian ante el grito de gol. Ya no corre la frase de la canción de La Polla Records "Gol en el campo, paz en la Tierra". Muy bien lo saben los jugadores del Atlético Mineiro de Brasil y el América de Cali de Colombia. Su partido por la Copa Libertadores debió ser suspendido en seis ocasiones debido a los gases de bombas lacrimógenas que ingresaron al estadio, mientras la policía reprimía a manifestantes en las inmediaciones. El partido se siguió jugando con victoria para los brasileños, pero eso poco importó a la ciudadanía. Tal vez sí a los auspiciadores y a la Conmebol que necesitan que la pelota, aunque manchada, siga rodando y facturando.

Poco después Colombia terminó de bajarse completamente de la realización de la Copa América y Argentina, con un presidente en el otro extremo ideológico, dio a entender que podía organizarla por sí sola. Chile también se quiso sumar, a pesar de los problemas internos. Pero esta semana la Copa se alejó definitivamente de Argentina ante su alza de casos y terminó momentáneamente en Brasil. Paradójico tomando en cuenta que el de Bolsonaro es uno de los gobiernos más cuestionados por el mal manejo de la pandemia, con 64 mil casos diarios y más de 500 mil muertos por covid acumulados, lo que lo deja en el segundo lugar mundial de países con más fallecidos.

En casi todo el continente los niños no pueden ir al colegio, las bibliotecas y teatros están cerrados y los comercios naufragan en la crisis. Pero como en Roma, los gladiadores deben seguir saliendo a la cancha.

Las otras consecuencias del confinamiento

"Así como se toman medidas para contrarrestar las pérdidas de la economía, se debería poner mayor énfasis en cómo ayudamos a esta generación que les tocó crecer en pandemia". Alejandra Fuenzalida, Directora ejecutiva United Way Chile
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Muchas veces se habla sobre los efectos de las cuarentenas en la economía y el comercio, pero rara vez se pone atención a otras consecuencias, como los efectos que tiene el confinamiento en los niños y niñas pequeños, quienes se encuentran en plena etapa de desarrollo de habilidades, tales como el lenguaje y el cual se da esencialmente en contextos de interacción social.

Según un estudio realizado en Inglaterra, un 76% de las escuelas básicas observaron que los alumnos que comenzaron el colegio en septiembre de 2020 necesitaron más apoyo con la comunicación que en años previos. En Chile, la investigación realizada por un equipo de profesionales de la salud mental, Cuidemos a nuestros niños, indicó que un 30% de los menores de 11 años presentó en 2020 comportamientos regresivos, es decir, retrocesos conductuales y en el vocabulario asociados a la pérdida de oportunidades de aprender nuevas palabras debido a la poca interacción con sus pares.

¿Cuál es la importancia del lenguaje? El escenario de cuarentenas prolongadas, donde no se da la oportunidad de interactuar y desarrollar el habla es preocupante, ya que cuando los niños presentan problemas para expresarse o comprender a otros, es común que surjan otro tipo de desajustes psicosociales y emocionales.

Estos problemas se transforman a menudo en dificultades académicas en el resto de su escolaridad, problemas de aprendizaje, ansiedad, dificultades sociales y problemas de conducta.

Así como se toman medidas para contrarrestar las pérdidas de la economía, se debería poner mayor énfasis en cómo ayudamos a esta generación de niños y niñas que les tocó crecer en pandemia.