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Cobre y cambio climático: una alianza con sentido y propósito

vicepresidente de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad de AMSA
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El cambio climático nos presenta desafíos y oportunidades inéditas en la historia de la humanidad, frente a éstas todos los países tienen la posibilidad de tomar acciones concretas, tanto de manera individual como conjunta.

Chile es también parte de este desafío. La buena noticia es que, a través de la minería del cobre, el país puede realizar una gran contribución para la construcción de un futuro sin emisiones.

Avanzar hacia una economía descarbonizada, que reemplace el consumo de combustibles fósiles y que reduzca drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), requiere de mucho más cobre. Este mineral es esencial para promover y masificar la electromovilidad, para aprovechar el potencial que encierran las energías 100% renovables, así como para facilitar la aparición y adopción de nuevas tecnologías que contribuyan a este objetivo.

A su vez, la minería del cobre también tiene la misión de reducir sus propias emisiones, de mitigar y compensar su huella ambiental, de usar con responsabilidad los recursos naturales y así avanzar hacia una minería sustentable. De este modo el circulo producción, producto y usos se trasforma en una alianza con sentido y propósito con real impacto en nuestra sociedad.

En Antofagasta Minerals estamos recorriendo con decisión este camino. Contamos con una estrategia clara para gestionar el cambio climático y nuestras acciones persiguen anticipar escenarios, adaptarnos a ellos y mitigar nuestros impactos, lo cual requiere transformar múltiples aspectos de nuestros procesos y formas de operar.

Muestra de ello es nuestra gestión hídrica. En la década de los 90 fuimos pioneros en usar agua de mar en la operación de Michilla. A ella se unió en 2010 Minera Centinela, la cual se convirtió en el primer desarrollo minero a gran escala en Chile y en el mundo en utilizar agua de mar sin desalar. Cinco años después, se sumó Antucoya, que actualmente usa un 100% de agua de mar sin desalar.

Estos avances nos han permitido que, al 2020, el agua de mar haya representado el 72% del consumo total de agua de nuestras compañías en la región. A ello se suma, que tenemos una de las tasas de reutilización de agua más altas de la industria, que va entre un 78% y un 96%, según la operación.

La reducción de emisiones es otro de los frentes que estamos abordando con decisión, y en ello el consumo de energías 100% limpias y renovables juega un rol central. Así, Zaldívar se convirtió en la primera compañía minera de Chile en firmar un contrato de suministro de energía 100% renovable, el cual entró en vigencia en julio de 2020. Luego, Antucoya y Centinela suscribieron acuerdos similares, los que nos permitirán usar solo energía proveniente de fuentes limpias y renovables a partir del año 2022.

Estas decisiones explican en gran parte que ya hayamos superado la meta que nos fijamos en 2018, de reducir nuestras emisiones de carbono en 300 mil toneladas al año 2022. El objetivo no solo lo cumplimos dos años antes, sino que lo duplicamos, al reducir nuestras emisiones de GEI en 580 mil toneladas.

Hoy, nuestra ambición es avanzar aún más rápido, disminuyendo en 700 mil toneladas más nuestras emisiones al 2025. En esa fecha esperamos haber reducido en cerca de 1 millón 300 mil toneladas las emisiones de GEI.

Sabemos que avanzar en nuestra agenda de cambio climático implica abordar temas como la adopción de nuevos combustibles, como el hidrógeno verde, el fomento de la electromovilidad en nuestras operaciones, y la conservación de la biodiversidad de nuestros entornos. Lo claro es que todo ello requiere de niveles crecientes de trabajo conjunto entre actores públicos, privados y la sociedad civil.

Y por sobre todo, más investigación, más innovación y colaboración. El compromiso de Antofagasta Minerals es claro. Nuestro norte es aunar esfuerzos para que la industria minera de Chile sea un actor clave en la descarbonización del país y del mundo. Todos juntos debemos liderar ese cambio.

René Aguilar,

Entregan resultados de la 2ª Encuesta Nacional de Demanda Labora l

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Para este miércoles a las 15:00 horas se encuentra programada la entrega de resultados de la 2ª Encuesta Nacional de Demanda Laboral (ENADEL), estudio desarrollado por el Observatorio Laboral de Antofagasta, perteneciente a la red de Observatorios del SENCE y, que en la Segunda Región, es ejecutado por la Facultad de Economía de la Universidad Católica del Norte.

Los resultados del estudio, que fue financiado por OTIC Sofofa Capital Humano, serán presentados en un webinar a través del canal de YouTube de Sence Chile.

En su versión 2020, la población objetivo de la encuesta consideró a empresas con cinco o más trabajadores de los sectores Comercio (al por menor y mayor) y Silvoagropecuario-Pesca, y a nivel nacional, participaron 1.069 empresas del sector comercio, que empleaban de forma directa a 65.960 personas, y 755 empresas del sector silvoagropecuario, que empleaban de forma directa a 94.914 personas. El trabajo de campo se realizó entre octubre del 2020 y enero del 2021.

En tanto a nivel local, se encuestó al 100% de la muestra del sector comercio, empresas que emplean de forma directa a un universo de 2.160 personas en la zona.

Microalgas: un camino hacia la diversificación productiva

CIENCIA. Profesional del CBIA explicó paso a paso el proceso para obtener las muestras, cultivar, cosechar y utilizar estos organismos.
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Hoy las microalgas forman parte de muchos procesos biotecnológicos. Están presentes en la producción de alimentos, fertilizantes, productos de belleza, diversos materiales industriales e incluso en la industria textil, donde son usadas como pigmentos naturales.

Frente a ese tremendo potencial, el cual, seguramente seguirá desarrollándose en el futuro, es natural preguntarse cómo se obtienen dichos microorganismos, y algo incluso más importante, cuál es el proceso para multiplicarlos en los laboratorios, y así buscar y escalar en nuevos posibles usos biotecnológicos.

Para responder esas preguntas y conocer más sobre el interesante proceso, conversamos con la encargada del Laboratorio de la Unidad de Microbiología Aplicada del Centro de Bioinnovación de Antofagasta, CBIA, Loreto Cavieres, quien además realiza el control de la calidad de la biomasa que se genera en esta unidad científica.

¿Cómo obtienen las microalgas?

-Primero, vamos a ciertos lugares de interés, que pueden ser por ejemplo, el mar o las aguas continentales, como ríos, lagunas, humedales o vertientes. Luego, traemos la muestra a nuestro centro, donde se siembran en placas con agar y el medio de cultivo para el crecimiento de las microalgas. A continuación, comienzan a desarrollarse las colonias de microalgas. En estas, pueden haber diferentes tipos, entonces hay que diferenciarlas por sus características específicas, como color, tamaño y forma.

Luego, las que son de interés para nuestras investigaciones, las ponemos en un matraz de 100 milímetros con el medio de cultivo, donde crecen con luz y temperatura controlada. Si superan esta etapa, las llevamos a un matraz o balón de 2 litros para continuar el proceso.

En esa etapa, investigamos y analizamos el cultivo para ver si es monoalgal o hay más elementos, y junto con eso, cuál es la concentración de biomasa que genera la microalgas de interés.

¿De qué manera se produce el escalamiento de los cultivos?

-Cuando pasamos los cultivos a los envases de 20 litros, y posteriormente, ya fuera del laboratorio a sistemas de cultivos planos o raceway, ya hablamos de un escalamiento mayor. Sin embargo, para el uso de una investigación o aplicación industrial, debemos llegar a cultivarlas en fotobiorreactores de 7 a 13 m3 de capacidad.

¿Cómo se cosechan las microalgas?

-Por medio de centrifugas donde separamos el agua de la biomasa, la cual, queda en estado de pulpa que secamos, y así obtenemos la harina microalgal. En este compuesto, encontramos altos porcentajes de proteínas, lípidos o pigmentos, como por ejemplo, la Luteína.

¿Las microalgas son beneficiosas para los procesos industriales?

-Sí, mucho. Por ejemplo, para remediar aguas servidas, pues las microalgas crecen en ese entono y eliminan los contaminantes como los coliformes fecales, el nitrógeno y el fósforo. Además, en el caso del CBIA, generamos en el proceso un subproducto que sirve como fertilizante y bioestimulante, entonces no queda ningún pasivo ambiental, apuntando a la producción limpia y economía circular.

También se investiga actualmente, la capacidad de algunas microalgas para remediar los metales pesados, como el arsénico y otros contaminantes.

¿El clima del Desierto de Atacama favorece el crecimiento de los cultivos?

-Tenemos un clima privilegiado con alta radiación solar y poca humedad. Además, debido a la geografía, existen grandes espacios físicos donde se pueden desarrollar escalamientos industriales de microalgas. Respecto al CBIA, como estamos en el Campus Coloso de la Universidad de Antofagasta, tenemos acceso al agua de mar fácilmente, y ahora para nuestra investigación sobre tratamiento de aguas servidas, podremos utilizar las que produce este campus.