A 41 años del título de 200 metros conquistado por Pietro Mennea en Moscú 1980, otro velocista italiano, Lamont Marcell Jacobs, se proclamó campeón olímpico, ahora en 100 metros, con una marca de 9,80 que lo convierte en sucesor del legendario Usain Bolt.
El estadounidense Fred Kerlei (9,84) y el canadiense Andre de Grasse (9,89) completaron el podio por delante del sudafricano Akani Simbine (9,93), el estadounidense Ronnie Baker (9,95), el chino Su Bingtian (9,98) y el nigeriano Enoch Adegoke, que no terminó la prueba.
Dirección inesperada
La gran incógnita del atletismo en los Juegos de Tokio quedó desvelada en una dirección totalmente inesperada.
Jacobs, de padre estadounidense y madre italiana, es el heredero del jamaicano Usain Bolt, el "sprinter" ya legendario que había conquistado los tres títulos olímpicos anteriores, siempre en doblete con el de 200.
Nacido hace 26 años en El Paso, Texas, es residente en Italia desde los cinco. Su nombre no figuraba en ningún pronóstico, pero el retiro del "Rayo" dejó un panorama revuelto, sin una jerarquía clara.
El estadounidense Justin Gatlin, que sucedió a Bolt como campeón mundial en Londres 2017, desapareció de la escena, y su compatriota Christian Coleman, campeón dos años después, está suspendido por no presentarse a un control de dopaje.
Para colmo de sorpresas, el más veloz del año, el deportista estadounidense Trayvon Bromell, cayó en semifinales por una milésima.
Jacobs venía avisando desde la primera ronda, rebajando su marca cada vez que intervenía: 9,94, récord de italia, en su primera carrera; 9,84, récord de Europa, en las semifinales.
Con tales credenciales no era descabellado pensar en grande. "Crazy" Jacobs, casado y con dos hijos, partió con decisión, sin nada que perder, y se encontró con una medalla de oro inesperada, enmarcada en un gran crono.