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Por un 18 seguro y sin violencia

"Las mujeres tenemos el derecho de divertirnos sin la amenaza latente de ser agredidas en cualquier momento". Pmela Astete Chacón, Directora Regional del SernamEG
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Iniciamos septiembre, un mes importante para chilenas y chilenos marcado por nuestras Fiestas Patrias que por segundo año consecutivo serán en "modo covid". Este año sí con una importante diferencia, ya que gracias al trabajo de varios meses y al exitoso plan de vacunación impulsado por el Presidente Sebastián Piñera, la situación sanitaria actual nos permitirá tener mayores libertades.

Este 2021 esperamos celebrar nuestro aniversario patrio respetando las medidas del plan "18 seguro parte por casa" que refuerza el autocuidado como el uso de la mascarilla, el lavado frecuente de manos, mantener distancia social y ventilación de espacios como principales medidas que permitan disfrutar, por ejemplo, de un asado con el grupo familiar con seguridad.

Queremos que estos días sean de festejos y no de problemas, menos de violencia intrafamiliar; aquí hago el llamado a que seamos responsables con la ingesta de alcohol, pues si bien no es causa basal de la violencia de género, sí es un gatillante como lo demostró el estudio "Comprendiendo el ejercicio de la violencia de los hombres hacia las mujeres" de 2013. Encuestas más actuales refieren a que este tema está lejos de ser superado en nuestra sociedad. Según otra encuesta ("Desmitificación del amor romántico y violencia invisible") aplicada por Fundación Prodemu este año a un total de 625 mujeres, determinó que el 75,7 por ciento afirmó haber vivido al menos un episodio de violencia de parte de sus parejas o ex parejas y que mientras se avanzaba en edad este tipo de maltratos tendía ser menos reconocido.

Como SernamEG hemos invertido esfuerzos por prevenir todo tipo de violencia, en concordancia con los objetivos institucionales de aliados estratégicos como el Ministerio Público, Carabineros y Servicio Médico Legal, por nombrar algunas instituciones que conforman el Circuito Intersectorial de Femicidios, ya que queremos evitar este tipo de delitos en estos festejos y por siempre.

Para que el 18 sea no sólo seguro desde el punto de vista sanitario, sino que también cultural. Para prevenir la violencia, y más aún cuando está de por medio la ingesta de alcohol, es factor clave contar con una red de apoyo compuesta por el círculo más cercano de la mujer que la vive como de instituciones públicas y privadas. En esta tarea queremos reforzar el uso de medios silenciosos de orientación como el whatsapp +569 9700 7000 o el chat 1455 disponible en nuestra web institucional.

Las mujeres tenemos el derecho de divertirnos sin la amenaza latente de ser agredidas en cualquier momento y, el deber de hacer patente lo que nos ocurre por nuestras hijas y otras mujeres que pueden sentir la misma vulneración.

Trabajar y criar sin morir en el intento

"Hacerse cargo de la casa, hijos y cumplir al por completo en el trabajo definitivamente es extenuante". Priscila Herlitz Concha, Colegio de Periodistas El Loa
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Muchas han sido las consecuencias que nos ha dejado la crisis sanitaria, la que ha causado un fuerte impacto en la sociedad y ha sacado a luz una serie de interrogantes que han sufrido varias familias, una de ellas es cómo continuar trabajando y al mismo tiempo seguir al cuidado de los hijos desde casa, una realidad que se ha transformado muchas veces complicada.

Son muchas familias que han optado por no enviar a sus hijos al colegio o jardín y han asumido continuar haciendo todo desde casa, lo que sin duda se ha hecho agotador. Hacerse cargo de la casa, hijos y cumplir al por completo en el trabajo definitivamente es extenuante, sobre todo cuando trabajas en casa con un hijo/a que depende 100% de ti, lo que nos ha llevado a reflexionar sobre el privilegio de realizar teletrabajo y que al mismo tiempo se transforma en la experiencia más intensa de crianza.

Como periodista y emprendedora, la pandemia ha sido un desafío que ha requerido capacidad adaptativa y oportunidades de cambio, como mamá: un torbellino de emociones, donde a medida que avanzamos vamos aprendiendo, perdonándonos y buscando la mejor manera de avanzar en algo en lo que nadie nos preparó y algo que veíamos muy lejano.

En el punto anterior cobra más importancia la corresponsabilidad parental, tema que hoy está muy latente debido a la repartición de responsabilidades entre la mamá y el papá, sin embargo nos encontramos que en la práctica no es tal como se plantea, ya que en muchos casos nos encontramos en que las empresas -empleadoras del hombre- tienen una mirada de desconfianza respecto a que el padre tome la responsabilidad de algunas cosas con sus hijos, lo que nuevamente lleva a la mujer a asumir gran cantidad del peso del hogar, hijos y de su propio trabajo.

Sin ir más lejos, según datos de la Encuesta Nacional de Empleo del INE, la tasa de ocupación laboral femenina para el trimestre abril, mayo y junio fue de 41,2%, la más baja en los últimos diez años. Esto quiere decir que menos de la mitad de las mujeres en edad de trabajar, lo está haciendo por una remuneración y lógicamente debemos preguntarnos ¿Por qué la tasa de ocupación laboral femenina es tan baja? Lo anterior claramente ha sido consecuencia de la crisis sanitaria que estamos viviendo, lo que ha intensificado esta realidad, y otro de los motivos se debe al patriarcado.

Una situación que enfrentamos y, como periodista busco visibilizar, si bien en algunos casos es una opción personal, otras mujeres no tienen más alternativa que combinar el trabajo y todas las labores del hogar, lo que conlleva a elevar las cifras de estrés y ansiedad, algo que se ha acrecentado con la crisis sanitaria.

En definitiva, criar un niño o niña no es fácil, es un desafío y una incertidumbre constante y con ello circulan tantas opiniones, información diferente y estilos de crianza que a veces puede ser agobiante. Ninguno es mejor que el otro, todos hacemos lo mejor que podemos, tanto dentro de nuestras capacidades y diferencias.

Un cambio que aún no llega

Dentro de lo malo de vivir una pandemia se decía que tras el sufrimiento habría un positivo cambio en las sociedades. Se aprendería a apreciar lo importante que es preocuparse del prójimo. Se hablaba que la empatía y ser menos individualistas, más colectivos sería uno de los grandes cambios. La gente entendería que no puede salvarse sola.
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En la etapa más crítica, la de mayor cantidad de contagios, se solía hablar en paralelo a las medidas de cuidado, que la pandemia también nos serviría para dar un vuelco en los paradigmas de la humanidad. Se comentaba que junto con ser resilientes habría importantes cambios en la conducta de las personas, principalmente en entender que todos somos importantes y lo que hace uno puede afectarle al otro para bien y para mal.

Se hablaba que la empatía y ser menos individualistas, más colectivos sería uno de los grandes cambios. La gente entendería que ante males tan generalizados no puede salvarse sola y que los esfuerzos deben ser en conjunto para resguardarse y responder a la amenaza, en este caso sanitaria. Viviríamos en un mundo mejor.

Lamentablemente en Chile aún estamos lejos de esos objetivos. Los análisis pueden ser muchos, pero las demostraciones que hoy vemos siguen siendo comandadas por razones más individuales que colectivas.

Se olvidó la fragilidad de la salud mental de las personas. El estrés al que fue sometida la población, aunque justificado fue brutal. Los confinamientos, restricciones en la movilidad, teletrabajo y convivir con la muerte fue demasiado para algunos que hoy reaccionan con agresividad ante la más mínima provocación.

Si no siento que me valoran en mi individualidad, si entiendo que quieren despojarme de mis derechos, si quiero mayor protagonismo para lograr mis propósitos y veo culpables, se arremeterá contra ellos. Sin pensar que puede haber un bien mayor por delante.

Lo vemos en las calles, en recintos de salud, en empresas y en las más reputadas instituciones. La mentalidad de sus integrantes o miembros no ha cambiado. No existe empatía y ni menos las ganas de conocer el bien superior. Solo importa lo que a mí me ataña.

Los más optimistas lo ven como hechos aislados y muchos de ellos explicables desde el punto de vista de la salud mental.

Lo cierto es que hasta el momento el anhelado cambio de conducta y de amor al prójimo, al planeta y a la naturaleza no llega. Sufrimos y parece que seguiremos sufriendo hasta que realmente el cambio no se materialice, tal vez en un futuro no muy cercano.