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Migrar en familia: la dura travesía para quienes marchan con sus hijos

CRISIS. Los testimonios de quienes cruzaron el desierto junto a sus hijos, y esperan llegar a destinos como Viña del Mar o Chiloé. Ministro Delgado indicó que habrá nuevas medidas humanitarias.
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Un grupo de aproximadamente 20 niños de no más de diez años, se agolpan alrededor del auto que Macarena y María Alejandra -productoras de eventos infantiles- que llegan a repartir sandwiches, jugos y globos. "Es solo para los niños, mi cielo", grita fuerte Macarena ante la aglomeración de migrantes adultos que también buscan alimento para aliviar la espera en las afueras del Polideportivo Centenario de Antofagasta.

"Esto lo hacemos de forma voluntaria", comenta María. "Con un grupo de amigos lo preparamos porque vemos que en general la ayuda siempre está pensada para los adultos, pero poco piensan en los niños que también sufren todo esto", indica.

Entre el Terminal de Buses Oviedo Cavada y el Polideportivo reparten más de doscientas raciones en la primera mañana. En las afueras del Bicentenario no se advierten más grupos de voluntarios a la hora del almuerzo.

El hambre, el sueño y la fatiga es evidente entre quienes esperan acceder al recinto para la toma del test de antígeno que les da la posibilidad de continuar su periplo al sur del país. Y si bien la mayoría son adultos jóvenes que viajan en grupo, hay quienes debieron hacerlo en familia.

A chiloé

Ronny Carnacaro (50) estima que lleva 23 días desde que salió de Cali, la ciudad colombiana donde vivió por cinco años. Viaja junto a su esposa Angélica Salas (26) y sus hijos; Rommy (7) e Isabel Sofía (1).

"Vamos hasta Castro en Chiloé. A través de un amigo que conocí en mi último trabajo, me puso en contacto con este señor. Lo contacté y me ofreció trabajo y una pequeña vivienda. También me ha ayudado a costear parte del viaje. Así que en casi todas las partes hemos podido alojar en hosterías y viajar en buses. De otra forma habría sido imposible llegar hasta acá con mis hijos", comenta.

El ingreso a Chile, sin embargo, afirma, fue el trayecto más difícil. Caminar a 4 mil metros de altura, el calor y lo inhóspito del paisaje le hizo cuestionar todo el esfuerzo. "Soy sincero, muchas veces me arrepentí de haber tomado la decisión. Es que fue muy duro cruzar en esas condiciones. Nunca pensamos que iba a ser así. Ellos (mis hijos) por lo menos soportaron bien. El pequeño incluso corría, la pasó bien dentro de todo", comenta.

Apoyo humanitario

Precisamente ante el gran número de migrantes en familia, en la jornada de ayer el vicepresidente Rodrigo Delgado, anunció que se entregarán ayuda humanitaria a las personas que ingresaron al territorio nacional, especialmente a aquellas familias que tengan niños.

"Estamos incorporando más puntos de control en la frontera. Pero también quiero ser muy claro en esto, vamos a colaborar y ayudar en todos los aspectos humanitarios a las personas que ya ingresaron al territorio nacional. Y cómo lo vamos a hacer, con distintos dispositivos de ayuda, fundamentalmente a familias que tengan niños".

Un reciente informe elaborado por la Coordinadora Nacional de Inmigrantes de Chile, en conjunto con la Corporación "Colectivo Sin Fronteras" sostiene que entre las familias migrantes con hijos existe una preeminencia de niños y niñas con edades por debajo de los 12 años, en el 73% de los casos.

"Del cruce entre el género y los grupos etarios observamos que las niñas menores de 12 años representan la mayoría, el 37,5%, seguidas por los niños dentro del mismo grupo de edad, con el 35,3%", indica el reporte.

Viña del Mar

Luis Báez (34), venezolano avecindado en Quito por cuatro años, llegó en la madrugada del lunes hasta Antofagasta junto con su pareja Ruth (29) y su hija Irina (11). A la espera del resultado de sus exámenes confía en poder llegar hasta Viña del Mar donde viven unos familiares. A diferencia de muchos, su plan, incluye un último destino, Montevideo, Uruguay.

"Allá tenemos mayores opciones laborales para mi pareja. Para eso queremos llegar a Viña y trabajar durante un tiempo, juntar dinero y seguir el viaje. Ha sido durísimo todo esto. El cruce de la frontera sobre todo. Mucha gente, esperando entrar. Familias completas con niños que son los que peor la pasan con el frío y el viento de la montaña", indica.

Reinaldo Rivera, chef venezolano, que viaja con su pareja Dorla y su hijo Jacobo (8), muestra los pasajes que pudo comprar para viajar durante la noche hasta Santiago. "Ojalá pueda usarlos, todo depende del examen que me harán. Me dijeron que no podíamos viajar sin el resultado negativo", dice.

La espera al interior del Polideportivo se hace más amable. "El trayecto por Bolivia fue muy complicado. El trato no fue muy amigable para nosotros", y agrega "lo que pasó en Iquique nos llamó la atención, pero no creo que sea algo general. Acá nos han tratado bien. Es mucho más ordenado. A mi hijo le llamó la atención la playa, quiere ir, pero yo le digo que acá el agua es mucho más fría. Ojalá lo pueda ir a una playa más adelante. Será diferente", comenta.