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Plataforma Multimodal B400, tarea regional

"Hoy existen todas las posibilidades de industrializarnos, con demanda en la región a escala global". Emile Ugarte Sironvalle, Arquitecto
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El fundamento para lograr la eficiencia de la actividad portuaria nacional es la competencia entre los puertos, una de las singularidades que tienen estos, es la no relación con el territorio donde se emplazan, son enclaves, reflejándose en la composición de sus directorios, es el porqué de los conflictos con las ciudades.

En los países avanzados, sus directorios reflejan lo que son, infraestructuras territoriales, ejemplo, es el puerto de Barcelona, donde hay un representante del gobierno nacional, uno regional, uno del ayuntamiento y también de los diferentes gremios como de la industria exportadora y turística. Los dos principales puertos de la región, el Complejo Portuario Mejillones, propiedad de Codelco, su directorio es nombrado por esa institución, sus oficinas centrales funcionan en Santiago. El Puerto de Antofagasta su directorio es nombrado por el Ministerio de Economía, con directores que ni siquiera viven en la región, siendo esta la causa de la sangre fría de instalar un galpón de 90.000 toneladas de concentrado de cobre que tiene cada vez con más arsénico (polvo que mata) en el corazón de la ciudad y ahora con el "seudo mejoramiento de Avenida Ejercito" por parte del Serviu que disminuye 44.044 m2 (una Avenida Brasil) un borde costero que fue recientemente remodelado para las personas con el objetivo lograr una autopista para los camiones de concentrado de cobre, que se dirigen al puerto desde la ruta 28.

La naturaleza ha dotado a la región de la península de Mejillones con dos bahías; la de San Jorge protegida de las corrientes marinas del sur, donde se emplaza el Puerto de Antofagasta y la bahía de Mejillones protegida por las corrientes del norte, donde se encuentra el Complejo Portuario Mejillones. Ambos puertos distanciados solo a 64 Km. y en punto medio una explanada de 1300 has. se agrega el Aeropuerto Internacional Andrés Sabella que se encuentra a 8 Km de allí, otra infraestructura de conectividad global, además líneas ferroviarias que conectan los dos puertos entre sí y con el interior de la región y una vialidad concesionada de alto estándar como la ruta 1 y la B 400. No hay mejores condiciones en el mundo para instalar una plataforma logística-industrial multimodal, infraestructura portuaria, con mirada a la actividad económica global, que mezcla lo logístico y la actividad industrial generando productos industriales para el comercio global y nacional, con insumos importados y nacionales.

Hoy existen todas las posibilidades de industrializarnos, con demanda en la región a escala global de maquinaria minera y de aparatos de energía renovable, tenemos los insumos principales para desarrollar una industria de electromovilidad, cobre y litio, desarrollando estas industrias tenemos carga de retorno para el corredor Bioceánico, además, energía limpia, barata y eterna y por consiguiente agua y si integramos los dos puertos a través de la Plataforma Logística-Industrial Multimodal, tendremos una actividad portuaria menos vulnerable al cambio climático (si Mejillones esta cerrado por marejadas se atiende en Antofagasta y viceversa). Los puertos especializan su carga. Se elimina el ingreso de camiones a la ciudad, estos dejarán su carga en la plataforma, para luego ingresar vehículos menores si es carga para la ciudad, y si es para el puerto se ingresará por ferrocarril. Además, una parte de esta plataforma es para la logística urbana, liberará el barrio industrial para la renovación urbana

Para concretar, necesitamos liderazgo regional con capacidad de gestión que logre convergencia en diferentes instituciones tanto públicas como privadas.

Preocupa aumento de comercio informal

Las calles están transformadas en verdaderas ferias sin que mucho se pueda hacer para lograr el ordenamiento que es solicitado desde diferentes sectores. Se pensó que esta explosión sería pasajera y que con el pasar de los meses volvería a los niveles controlables. Pero lejos de disminuir sigue creciendo.
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No hay duda que el comercio informal se está tomando las principales calles y avenidas de las ciudades del país. El fenómeno venía creciendo antes de la pandemia, pero tuvo una explosión espontánea, tras el fin de los desconfinamientos y las mayores libertades de movilidad para la población.

Y la explicación fue que muchas personas y familias se vieron afectadas en sus fuentes laborales y encontraron en la venta callejera una forma de subsistencia. Por ello no fueron combatidos con energía desde el inicio de la proliferación. Se entendía la existencia imperiosa de subsistir.

Se pensó que esta explosión sería pasajera y que con el pasar de los meses volvería a los niveles controlables. Pero lejos de disminuir sigue creciendo y ya los comerciantes establecidos están urgiendo a las autoridades por soluciones. Principalmente porque la variedad de productos que se ofrece en la calle son los mismos que ellos venden, pero a un menor precio.

Acusan competencia desleal y la justifican en que los precios de los productos que ellos expenden son más caros por razones obvias. Pago de impuestos, patentes, personal, arriendo o mantención de los locales, entre otros. Haberes a los que no se ven afectos los informales, que según los denunciantes, son abastecidos por proveedores que lucran con la necesidad.

Ordenar y fiscalizar es lo que piden. Difícil tarea porque la situación avanzó a tal grado que no es fácil llegar con guardias municipales o un contingente policial para instar el despeje de las calles bajo advertencia de ser detenidos. Esa experiencia se ha vivido en las ciudades más habitadas de la ciudad como Antofagasta y Calama con resultados nefastos.

Resistencia férrea que obliga al uso de la fuerza, pero que no es bien vista por el resto de la ciudadanía.

Multar al que compra se ha presentado como una medida para evitar el crecimiento de los informales, pero no ha surtido el efecto esperado y la prueba está en las calles.

Tal vez una mesa de diálogo y alternativas para que dejen la informalidad y se instalen bajo las condiciones existentes puede ser un paso hacia la solución y apelar a que hay normas, leyes que se deben respetar y no es posible que se cree la sensación de vivir en un país sin ley.

Ser de Cobreloa

"Hijo, en los 90 minutos que dure un partido, nunca hay que dejar de alentar, nunca hay que dejar de apoyar". Javier Cuevas del Prado, Colegio de Periodistas El Loa
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Mi madre y mi padre siempre me llevaron al estadio de Cobreloa, en una relación de amor fortalecida por el fútbol. Se conocieron en una época difícil, producto de la xenofobia y el racismo que existía en algunas personas de los campamentos salitreros de María Elena y Pedro de Valdivia, por una posible guerra en 1978 entre Chile y Argentina. Él de la estrella solitaria, ella del país trasandino, se enamoraron en Mejillones, haciendo realidad la canción del músico nortino Gamelín Guerra Seura, con su tema "en Mejillones yo tuve un amor…", del año 1938. Eran una pareja muy distinta a las demás.

Eva amaba el fútbol y el deporte, incluso más que Luis. Ir al estadio para este matrimonio chileno-argentino era casi una obligación cada domingo. Vivieron los grandes momentos y hazañas naranjas y, luego de varios años, Luis se convirtió en socio vitalicio. Este club no sólo les entregó amor por el deporte, sino que creó un lenguaje único e irrepetible entre los dos.

De ella aprendimos de fútbol; de lo democrática que es su interpretación, incluso en sus albores, cuando los trabajadores ingleses, la gente alejada del poder en Inglaterra, hicieran de este, el deporte más popular del mundo. De ella comprendí lo que es amar al club de tu barrio, de tu tierra, de tu ser.

"Vamos Cobreloa, abra la cancha, juegue por laterales", era sólo uno de sus tantos gritos, que cada domingo escuchaba en el estadio desde que era pequeño. Algunos le reclamaban porque gritaba todo el partido -sin insultos, solo con conocimiento y aliento por la camiseta- ella siempre argentina, siempre honesta, les decía: "En tu casa me hacés callar, acá no. Venimos a alentar al equipo". Los aplausos salían libres y espontáneos, y lo que en algún momento me avergonzaba, lo tomé como parte de mi vida. "Hijo, en los 90 minutos que dure un partido, nunca hay que dejar de alentar, nunca hay que dejar de apoyar. Si a vos te gusta o no un jugador, eso se ve en la semana, no cuando están los 11 en cancha defendiendo los colores".

Mi madre hoy no está, un cáncer se la llevó el mismo día que yo relataba la derrota del "Zorro" frente a Cobresal, para ascender a primera. Quería que ese fuera un momento especial para una mujer que toda mi vida admiré por la pasión y el amor que entregaba a sus cercanos, pero también porque me hizo un chileno que ve fútbol como un argentino, enseñándome a amar a este bendito club.

Ese día fue el más triste en mi vida, pero nunca me quitó la ilusión de que en algún momento podré decirle a mi vieja en el mundo de los sueños: "Ma, Cobreloa subió, ahora puedes descansar en paz". Mientras, seguiré en esta realidad, esperando volver a ver al equipo de mis amores, como cuando lo veía en familia, llegando a la gloria.