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Intolerante con la intolerancia

"Sectores de nuestra sociedad han hecho uso del odio al inmigrante, a las disidencias sexuales e incluso a las mujeres, para hacerse un espacio en la vida política".
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La sociedad abierta y sus enemigos, es una de las tantas obras escritas por el filósofo austriaco Karl Popper. Escrita en Nueva Zelanda, país en el que se exilió, fue publicada en 1945, año marcado por el fin de la segunda guerra mundial y la consiguiente caída del fascismo italiano y su hermano alemán, el nacionalsocialismo.

En dicha obra, el autor expone la paradoja de la tolerancia, afirmando que toda sociedad, en cuanto sea abiertamente tolerante, pone en peligro su propia tolerancia conduciendo así hacia doctrinas intolerantes, o tal como lo dice el autor "la tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia".

En el caso alemán, dicho país vivió unos álgidos años 20, caracterizados por la crisis económica constante y una inflación desmesurada, que incluso llevó a la entonces República de Weimar a emitir billetes de mil millones de marcos (en 1923, año de la hiperinflación), además de la inestabilidad política provocada por las consecuencias de la primera guerra mundial.

En ese panorama, es que surgió un joven y novedoso partido nacionalsocialista obrero alemán, el que apelando constantemente a las masas de forma muy populista (de ahí lo "socialista obrero", palabras hábilmente puestas en el nombre oficial para seducir a la clase obrera, a pesar de que en lo económico eran más cercanos al capitalismo corporativista), y también culpando a chivos expiatorios externos por los males de la sociedad teutona (judíos, en este caso), supo hacerse un lugar en la política nacional, primero desde la violencia callejera, y posteriormente ocupando escaños en el Reichtag, parlamento alemán.

El ascenso nazi, hizo uso de la tolerancia para llegar al poder. Se victimizó, declarando constantemente que las fuerzas políticas democráticas "discriminaban" sus ideas, declarando constantemente que en una sociedad democrática todas las opiniones son rescatables, inclusive aquellas que ponen en peligro la estabilidad nacional, la libertad de los ciudadanos, o aquellas que cuestionan la democracia como sistema de organización social. Haciendo uso de la tolerancia y apelando a esta, Hitler y sus hordas se hicieron del poder en Alemania y estuvieron a punto de someter a todo el mundo bajo su doctrina brutal.

Hoy en Chile nos enfrentamos a una paradoja parecida: sectores de nuestra sociedad han hecho uso del odio al inmigrante, a las disidencias sexuales e incluso a las mujeres, para hacerse un espacio en la vida política. Así como vemos que nuestro país avanza en ciertos temas, vemos que minorías tratan de hacernos retroceder bajo argumentos autoritarios y retrógrados.

Esta minoría, apelando a un populismo irresponsable, ha sabido seducir a la población descontenta, y producto de ello está llevando al país a una situación francamente inestable, poniendo en peligro la libertad tal como la conocemos en sus distintas interpretaciones (libertad de reunión, de asociación, de movimiento, inclusive de emprender, ya que en un país inestable a nivel económico y social es imposible emprender).

Chile se enfrenta a la paradoja de la tolerancia: ¿ser tolerantes con toda idea de sociedad, inclusive aquella que se cuestiona el voto femenino? Mi respuesta es clara: intolerante con la intolerancia.

Cristian Mardones Mondaca

Colegio de Periodistas de Calama

La playa, el parque y el muro

"Parece incomprensible que hace cerca de dos años, el nuevo parque de la playa La Chimba permanezca cerrado al público". Alberto Texido, Expresidente Colegio de Arquitectos de Chile, Paul Rivera, Presidente Colegio de, Arquitectos Antofagasta
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Como sabemos, el espacio público de nuestras ciudades es el gran atributo que permite el encuentro, la recreación y la integración social. En el caso de las ciudades costeras, sus bordes públicos se tornan en oportunidades relevantes de resiliencia y adaptación al cambio climático.

En el caso de Antofagasta, la recuperación ambiental de su frente marítimo inició hace años un proceso de búsqueda de soluciones, donde actores locales y nacionales, públicos y privados, sumaron creatividad y energía para definir sus usos y nuevos diseños, logrando después de muchos años, volver a materializar una obra, donde destaca el proyecto de la nueva caleta y playa en La Chimba, como punto de partida del parque metropolitano que se pretende ir consolidándo de norte a sur.

Por ello parece incomprensible que hace cerca de dos años, el nuevo parque de la playa La Chimba permanezca cerrado al público, manteniendo un muro físico y administrativo a las soluciones que permitan su disfrute por las y los habitantes y visitantes de la ciudad, considerando que la voluntad de solución tiene diversas vías de lograr muy pronto su apertura y disfrute.

Ejemplo de ello es haber logrado su materialización, pero de ahora en adelante hay al menos tres acciones que lo permitirían: primero, la autorización municipal para construcción de baños en el sector deportivo, para lo cual existe voluntad y disponibilidad presupuestaria.

Segundo, que el nuevo parque ajuste su polígono, con tal de lograr replicar su dependencia presupuestaria desde el MINVU, tal como ocurre con otros parques urbanos del país, como Kaukari en Copiapó, Mapocho Río en Santiago o Barón en Valparaíso.

Y tercero, que una vez abierto, sus usuarios se sumen participativamente a continuar construyendo y cuidando uno de los espacios públicos más bellos de la ciudad y el país, el mar, su valiosa vegetación y espacios de sombras, para el disfrute del presente y futuro de nuestra Antofagasta.

Hacemos un llamado a los actores que tienen hoy la capacidad de poner un nuevo grano de arena en esa playa, para lograr esa apertura para este próximo verano 2022, que sin dudas elevará la calidad de vida, generará nuevas actividades recreativas y deportivas, pero que es finalmente una demostración de lo que somos capaces de lograr cuando nos ponemos de acuerdo.

Vale y valdrá la pena el esfuerzo.

Robos e inseguridad en nuestras calles

La propiedad privada del sector central ha sido vulnerada en repetidas ocasiones por delincuentes que rompen, trepan, descerrajan y roban. Las autoridades, Carabineros y PDI, tienen que revisar el trabajo de seguridad, pero también los vecinos deben estar organizados, porque el control del delito es una tarea de todos.
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Suplementeros del centro de Antofagasta denunciaron una seguidilla de robos a sus kioscos. Vecinos de Calama, también en el casco central, aseguran que viven con el corazón en vilo producto de los asaltos e incluso balaceras que se han presentado en las últimas semanas. Dos casos en que la seguridad ciudadana vuelve a preocupar y exige una mayor dedicación de las autoridades para dar respuesta y controlar lo que está ocurriendo en las ciudades cabeceras de la región.

Es preciso señalar que durante los peores meses de pandemia el delito estuvo bastante controlado, pero al finalizar las cuarentenas y el toque de queda, se produjo un alza la que se ha mantenido hasta estos días.

Lo que preocupa es que en ambos casos ya no se trata solo de ladrones que aprovechan descuidos, o que atacan flancos débiles de los locales comerciales y viviendas. Por el contrario, en la capital regional se dan el tiempo de cortar los candados con herramientas, mientras que en Calama se han visto a delincuentes portando escaleras y herramientas de corte para cometer los delitos.

Es decir, hay poco temor a ser sorprendidos, porque quién podría explicar el portar una escalera durante la tarde-noche.

Actúan con absoluta impunidad y sólo con la labor de paralaje de Carabineros o la alerta que puedan entregar los vecinos o transeúntes se podría aportar para poner freno a estos actos de delincuencia que lamentablemente se están repitiendo con frecuencia.

Una de las suplementeras que sufrió el robo y daño de su kiosco, comentó que vecinos vieron a sospechosos rondando por el sector, pero que no hicieron la denuncia, porque no los vieron en la comisión del ilícito.

Es allí que falta la organización y las recomendaciones para poder actuar en situaciones similares. Aprovechar la tecnología de la comunicación y mantener permanente contacto entre quienes componen el barrio o vecindario.

Junto a ello crear alarmas y saber reaccionar ante situaciones sospechosas y determinar la mejor forma de alertar a los vecinos. Se recomienda siempre no enfrentar a los delincuentes y en ese sentido la disuasión es el mejor camino para evitar los delitos.

Las autoridades, Carabineros y PDI, tienen que revisar el trabajo de seguridad, pero también los vecinos deben estar organizados, porque el control del delito es una tarea de todos y todas.