La proliferación del comercio informal
Intentar desalojos y un ordenamiento ha terminado en enfrentamientos y el problema sigue igual que al comienzo. Se necesitan ideas más creativas. Algunos sugieren que todo quede tal y como está hasta el fin de año y retomar el control con el inicio de los meses veraniegos. Permitir las ventas navideñas, pero empezar la erradicación una vez que inicien los meses de verano.
Era esperable que el comercio callejero aumentara en estas fechas. Lo habitual es que conforme se acercan Navidad y Año Nuevo la venta informal crezca de manera exponencial con los más diversos productos, siempre ocurre, pero lo distinto es que en la actualidad sobrepasa todo lo imaginado.
El fenómeno que se vive en las principales ciudades de la región está desbordado y llega heredado de los peores meses de la pandemia, cuando la necesidad hizo que la gente saliera a las calles en busca del sustento diario.
Hoy ya escasamente se les puede llamar ambulante a estos vendedores, porque de ello tienen poco. Hoy son verdaderas ferias con puestos establecidos, toldos y expendiendo la mayor variedad de productos de regalos, pero también ropa, artículos electrónicos y alimentos.
Incluso no son pocos los comerciantes establecidos que se han visto en la obligación de extender sus negocios hacia la acera.
La situación se torna caótica y está fuera de control. Intentar un ordenamiento ha terminado en enfrentamientos entre inspectores municipales, carabineros y los vendedores que se resisten a perder su fuente de ingreso y que está supeditada a vender en el centro y no en otro sector.
Si antes era difícil desalojar, hoy es más aún. Y ejercer la fuerza puede terminar en episodios graves como los vividos en Antofagasta, Calama y en muchas ciudades del país. Ante ello la decisión final no se ve cercana.
Algunos sugieren que todo quede tal y como está hasta el fin de año y retomar el control con el inicio de los meses veraniegos. Permitir que quienes no tienen otro sustento lo encuentren en las ventas navideñas, pero empezar su erradicación una vez que se concluya.
Y allí vendrá la tarea de ofrecer soluciones que sean distintas al desalojo por la fuerza y la única que se visualiza es que se haga a través de la regularización e instalación en espacios que definan los municipios. Junto a ello autorizar en casos que justifiquen dedicarse a este rubro.
Lo claro es que las calles deben estar libres para los peatones, limpias y que otorguen tranquilidad para quienes deseen desplazarse y visitar el centro comercial. Nos merecemos ciudades más amigables.