Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Espectáculos
  • Clasificados
  • Servicios
  • Deportes
  • Contraportada

La cultura de lo inmediato

"La sociedad padece un mal, y no nos damos cuenta de ello, padecemos una adicción al cortoplacismo, al ahora".
E-mail Compartir

Paciencia. Poca paciencia. La poca paciencia o derechamente la impaciencia pareciera estar a la base de intentos de explicarnos la preferencia por lo inmediato, aquello que no requiere creación paciente, aquello que no demanda formación o preparación secuenciada, aquello que no exige cultivo, estudio o desarrollo.

Se opta, con esencial apoyo de la tecnología, por aquello que otorga goce inmediato. La laboriosidad, aquello concatenado, paso a paso, que toma tiempo, bastante quizás, ya se ha abandonado. Lo manufacturado ha cedido. Ya casi se desprecia.

Antes si algo se rompía, se buscaba pacientemente el modo de reponerlo, repararlo, que volviera a cumplir su misma función. No faltaba el maestro chasquilla que buscaba y buscaba la solución. Qué decir de pantalones con alguna rotura, si era menor, se zurcía (¿qué es eso?), o se parchaba dignamente, lo mismo ocurría con los calcetines, ¿qué?, ¡se zurcían pues!, las camisas, si se gastaban los cuellos o los puños, se intentaba con paciencia china, virarlos. En otro orden de cosas, en Lebu, en los años cincuenta, poco después de las seis de la tarde, hora a la que llegaba el tren de Los Sauces, y antes, de Renaico, y antes desde Concepción y otros puntos de conexión, recién llegaban los diarios, que El Sur, El Diario Ilustrado, El Mercurio, Clarín, El Siglo y revistas Margarita, Rosita, Confidencias, El Topaze, por mencionar algunos. ¿Qué sucedía? Don Domingo Olave, propietario de la librería, desanudaba paquete por paquete, arrollaba los cáñamos, desplegaba los papeles que envolvían los diarios y revistas uno a uno, los doblaba de manera ordenada, apartaba los ejemplares de suscriptores, y recién atendía los pedidos de quienes queríamos obtener un diario o revista. ¡Paciencia, señor, paciencia! O tempora, o mores! Otro tiempo, otras costumbres. Hoy, eso, es impensado. Son otros los modos, son otros los ciclos.

Todo, mucho, es pre-parado, pre-cocido, o cocido ya, y sucedáneo, si no. No hay tiempo, es la excusa, no hay tiempo. Hay que trabajar, hay que volver a trabajar.

¿Cómo se hacía antes en las oficinas? Hoy, los resultados priman, las metas importan, siempre más, y ello obliga a las prisas, a atender los procesos, a privilegiar la optimización del tiempo. Ello, en desmedro de la interacción, de la comunicación, la comunicación efectiva, y afectiva. El trato entre compañeros, entre amigos, disminuye en tiempo y como efecto se produce un distanciamiento, dando paso a la ocasionalidad o a lo accidental, afectando la calidad, sino la calidez. Otro efecto es, aditamento, el aislamiento, la soledad, el individualismo, que, en sí, no son malos efectos, solo que si se trata de una práctica inveterada sí evidencia marcas o resultados negativos. No lo duden, son mejores los resultados de equipo, de grupo, de familia.

La irrupción de la tecnología evidentemente ha marcado la frontera de un antes y un después en la inmediatez. Aunque quizás no seamos conscientes de esta consecuencia, muchos nos hacen sentir que lo queremos todo y lo queremos ¡ya! Las cosas bien hechas sí se sienten como logradas, por su laboriosidad, por su concatenación, por la dedicación que les otorgamos.

La sociedad padece un mal, y no nos damos cuenta de ello, padecemos una adicción al cortoplacismo, al ahora, y el no conseguir resultados, o resultados que queremos, nos llena de insatisfacción.

Raya para la suma, añadan paciencia a la vida, algo de placidez, de sosiego, también. ¡Sosiéguense, les dicen!

Protestas, migración y delincuencia

Nuevamente en Iquique pobladores se organizaron para exigir control a la migración irregular y mayor seguridad. Muy pocos respaldan la violencia, pero son muchos los que están contra la migración irregular que se vive en el norte y la llegada de un porcentaje de extranjeros que están decididos a romper las normas.
E-mail Compartir

Los hechos registrados en Iquique, tras una nueva protesta contra la delincuencia y la presencia de migrantes irregulares que no respetan la legalidad, eran esperables. Ya el año pasado se habían visto muestras de rechazo las que terminaron, al igual que ahora, con la quema de sus pocas pertenencias en sus lugares de refugio instalados en diversos sectores, principalmente en el borde costero.

Obviamente la molestia fue gatillada por la agresión a carabineros por un puñado de extranjeros que se resistieron a su detención al ser sorprendidos en microtráfico de drogas. Los hechos quedaron registrados en video y fueron viralizados desatando el enojo ciudadano y de las autoridades.

Tras la protesta en Iquique nuevamente volvió al tapete el problema de la inmigración irregular y cómo lo está enfrentando el gobierno. Pero también llevó la discusión a nuestras casas, a nuestros grupos de amigos, al trabajo y las posturas demuestran que sin considerarnos racistas o xenófobos, hay quienes miran con recelo a quienes llegan a cometer delitos.

Claramente son muy pocos los que respaldan la violencia, pero muchos los que están contra la migración irregular que se vive en el norte y la llegada de un porcentaje de extranjeros que están decididos a romper las normas y a establecer un estilo de vida fuera de la ley.

Pero no todos son así. Somos testigos de gente de bien que ha llegado en busca de mejores horizontes, alejados de su país y que hoy son ciudadanos distinguidos, buenos profesionales y buenos vecinos.

La tarea, sin duda, es que se debe separar la paja del trigo y eso lo tienen que hacer las autoridades de gobierno. Es difícil, pero existen fórmulas y una de ellas está en entregar más herramientas tecnológicas e instalaciones a las policías migratorias que están apostadas en la frontera.

Junto a ello dotar de albergues temporales para quienes buscan la reunificación familiar, pero que al llegar a Chile se quedan sin recursos tras un largo recorrido por Sudamérica, donde suelen ser engañados por banda de tráfico de migrantes conocidas como "coyotes".

Esas definiciones no son la solución definitiva, pero ayudaría a ser más selectivos con quienes desean seguir sus vidas en Chile, permitiendo el paso a quienes no tengan antecedentes penales en sus países de origen.

Chile es un país que ha crecido de la mano de las olas migratorias y no puede cerrar sus puertas a los extranjeros. Debemos seguir siendo hospitalarios con quienes ven en nuestro país la solución a sus problemas de subsistencia.

¿Guerra con Rusia?

"Si bien Rusia ya no es la superpotencia pasada, sigue siendo enorme y con muchas cabezas nucleares, y apoyos". Samuel Fernández Illanes, Académico Facultad de Derecho, UCEN
E-mail Compartir

Se lo pregunta la comunidad internacional. Preocupa por sobre todo a Estados Unidos y a Europa, bastante desorientados. El mundo ha puesto mayor atención y los mercados se resienten, y el futuro es más incierto. Putin trata de ser escudriñado en sus propósitos, una tarea casi imposible.

Si bien desde 2014, con la recuperación de Crimea, regresó a su antigua estrategia de controlar por seguridad, sus países vecinos occidentales, impidiendo lleguen a la OTAN, Bielorrusia y Ucrania, para no repetir la pertenencia de Estonia, Letonia y Lituania. Parece dispuesto a todo, aún a riesgo de más sanciones de las que soporta, y abiertamente amenaza con doscientos mil efectivos en la frontera ucraniana. EEUU y la OTAN ya enviaron elementos militares y dinero, asegurando que no tolerarán ningún tipo de invasión. Rusia aprecia a EEUU más débil con Biden, interna y externamente como demostró en Afganistán. A Europa la ve centrada en la pandemia, las elecciones en Francia e Italia, Reino Unido lidiando con las fiestas de Johnson, Alemania con nuevo gobierno y dependiente del gas ruso, y otras prioridades. Mirando a China, su competencia y expansión, oportunidad que podría aprovechar.

Si bien Rusia ya no es la superpotencia pasada, sigue siendo enorme y con muchas cabezas nucleares, y apoyos. Ha vuelto a reeditar políticas soviéticas, pues se siente más importante, y porque pudo controlar zonas y países, con sólo actuar al revés de Norteamérica y aliados. Resultó el siglo XX, y está resultando ahora. Sus amenazas debieran ser tomadas en serio. Al viejo estilo, envió una nota escrita a Biden, conminatoria, que deberá responder. Si es negativa, encontrará el pretexto, a menos que se negocien otras concesiones.

La larga diplomacia de las últimas semanas, hasta ahora, no muestra avances. Cuesta creer que Putin retrocederá sin nada a cambio, y es preocupante. Tiene mucho en juego y occidente sólo prepara sanciones, no operaciones bélicas. Se confrontan dos estrategias, una del pasado y otra actual, que la ONU no es capaz de resolver paralizada por el veto ruso. Ojalá la modernidad supere los viejos esquemas y el mundo presione por la paz, si bien se muestra dividido o prescindente. Nada es inminente, pero hay un serio desafío potencial, a resolverse en corto plazo.